?El ¨²ltimo gran acelerador?
CAYETANO L?PEZUna vez aprobado el LHC hay que plantearse si se han agotado los m¨¦todos actuales para lograr energ¨ªas accesibles
El pasado 16 de diciembre se a prob¨® por el Consejo del CERN (Laboratorio Europeo de F¨ªsica de Part¨ªculas Elementales) la construcci¨®n del que ser¨¢ el acelerador de part¨ªculas m¨¢s potente del mundo, el LHC (iniciales de Large Hadron Collider). El m¨¢s potente y, en estos momentos, el ¨²nico de esas dimensiones previsto hasta bien entrado el pr¨®ximo siglo. .Los aceleradores de part¨ªculas son instrumentos capaces de transferir enormes cantidades de energ¨ªa a part¨ªculas elementales, protones en el caso del LHC, que alcanzan velocidades. pr¨®ximas a la de la luz. Al colisionar unas con otras se rompen, poniendo en evidencia su estr¨²ctura interna y sus propiedades m¨¢s b¨¢sicas, al tiempo que se crean, de la propia energ¨ªa de interacci¨®n, multitud de part¨ªculas nuevas.
Los aceleradores son, pues, capaces de crear, en la diminuta regi¨®n del espacio-tiempo en que tiene lugar la colisi¨®n, las condiciones de temperatura y densidad fant¨¢sticamente elevadas a las que se manifiesta la naturaleza unificada de las diferentes fuerzas. Esas condiciones, extra?as en nuestro mundo, son las que prevalec¨ªan en el universo en momentos muy alejados de los actuales y muy pr¨®ximos al Big Bang; los aceleradores recrean, as¨ª, las condiciones del universo primitivo y permiten vislumbrar su din¨¢mica.
La historia de la F¨ªsica perimental de Part¨ªculas Elementales est¨¢ ligada a la historia de los aceleradores; desde aquellos de modestas energ¨ªas y dimensiones que en los a?os cuarenta, por ejemplo, permitieron hacer progresos notables, hasta el LHC. En esa historia, la energ¨ªa que puede ser transferida a las part¨ªculas que se quieren estudiar ha sido en funci¨®n del tama?o del aceler¨¢dor. Y con ¨¦ste, han ido aumentando tambi¨¦n los campos electromagn¨¦ticos necesarios para acelerar y dirigir los haces de part¨ªculas. As¨ª, en esta ¨²ltima fase es preciso utilizar materiales superconductores, tecnol¨®gicamente exigentes y costosos debido al volumen de los mismos que es preciso enfriar a temperatur¨¢s pr¨®ximas al cero absoluto.
La prueba de la dificultad y el coste de estas m¨¢quinas extraordinarias es que el otro gran acelerador en proyecto, el SSC (inicales de Superconducting Super-Collider) norteamericano, ha sido cancelado despu¨¦s de haberse inicado su construcci¨®n y haIberse gastado unos trescientos mil millones de pesetas, cantidad que supone aproximadairnente la cuarta parte de su coste final estimado y del orden de los que costar¨¢ el LHC.
El CERN europeo es un intento de rebasar el marco nacional, pero resulta ya obvio que este tipo de investigaci¨®n, b¨¢sica y cada vez m¨¢s costosa, no puede seguir realiz¨¢ndose ni siquiera a escala regional, necesitando de un impulso que la convierta en empresa a escala planetaria.
En una primera fase es veros¨ªmil que los pa¨ªses no europeos contribuyan al LHC, especialmente Estados Unidos y Jap¨®n, a cambio de poder participar significativamente en los experimentos y en la marcha general del laboratorio. En una segunda fase, parece inesquivable la conveniencia de orientarse hacia su transformaci¨®n en un centro de ¨¢mbito mundial.
Al considerar la envergadura de los actuales proyectos y su evoluci¨®n futura, es natural que se ponga en duda la viabilidad de seguir incrementando la energ¨ªa de las interacciones que se quieren estudiar mediante el sencillo expediente de aumentar las dimensiones de m¨¢quinas cuyos principios b¨¢sicos son los mismos desde hace d¨¦cadas. Lo cual no quiere decir que se haya llegado al l¨ªmite de las energ¨ªas accesibles; lo que ha llegado seguramente a su l¨ªmite es el m¨¦todo convencional de alcanzarlas, imponi¨¦ndose para el futuro ideas radicalmente nuevas.
En ese sentido, es probable que nos encontremos ante el ¨²ltimo esp¨¦cimen de una cierta generaci¨®n de aceleradores y que nunca se construya otro m¨¢s grande que el proyectado LHC, alojado en el t¨²nel de m¨¢s de 27 kil¨®metros de circunferencia ya excavado en la regi¨®n fronteriza entre Francia y Suiza,. Pero seguro que otras generaciones dea aceleradores, basadas en otros principios, suceder¨¢n a la actual.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.