El Rey pide ¨¦tica y ejemplaridad
ESTE A?O, el. Rey pronunciaba su discurso de Nochebuena en una situaci¨®n pol¨ªtica y social nada tranquilizadora, lo que no permit¨ªa un tono falsamente optimista o inconscientemente despreocupado.Don Juan Carlos trat¨® los temas de la actualidad con acento grave y gesto adusto. No pod¨ªa ser de otro modo si se considera que pocas horas antes los jueces tomaban graves decisiones sobre dos de los mayores abscesos que han infectado la vida democr¨¢tica espa?ola: el que aparenta ser terrorismo de Estado y el que ha creado la gr¨¢ficamente llamada cultura del pelotazo. Han sido los ¨²ltimos coletazos de un a?o que no ha sido f¨¢cil y durante el que, a juicio del Rey, han surgido muestras de inquietud y des¨¢nimo en el seno de la sociedad.
Siendo ¨¦sa la situaci¨®n, don Juan Carlos no pod¨ªa evitar la alusi¨®n a los "comportamientos de corrupci¨®n" que lastran la vida p¨²blica y privada espa?ola o el llamamiento a las "referencias ¨¦ticas imprescindibles" tanto en la vida individual como en la colectiva. Es importante que el momento m¨¢s tenso de todo el discurso fuera su recordatorio de que "la ley es igual para todos", aun cuando deba ser m¨¢s severa para aquellos que por sus, "responsabilidades p¨²blicas" tienen "deberes inexcusables de ejemplaridad
Por otra parte, los instantes menos neutros, m¨¢s comprometidos de la alocuci¨®n real, estuvieron en los p¨¢rrafos de admiraci¨®n por el entusiasta comportamiento solidaro de la juventud espa?ola. Aun sin ser aludido, el movimiento del 0,7 mereci¨® el comentario de que "resulta alentador constatar" que nuestra juventud haya "dado muestras elocuentes de su ejemplar capacidad para movilizar las conciencias en favor de nobles ideales y para aportar su esfuerzo generoso en beneficio de los que menos tienen y de los que m¨¢s sufren".
Igualmente apareci¨® con calor la preocupaci¨®n por la marginalidad, debe suponerse que estimulada por la reciente visita de los Reyes al cintur¨®n miserable de Madrid. "No podemos aceptar como, inevitable que importantes sectores de poblaci¨®n vivan a¨²n en condiciones de pobreza", dijo el Rey. El Monarca a?adi¨® que deben intensificarse los esfuerzos "para evitar que nuestros j¨®venes se refugien en las drogas". Y se comprometi¨® en el combate contra la intolerancia, el racismo y la xenofobia. "Tenemos que aprender a convivir con quienes son social, cultural o religiosamente diferentes", dijo.
Menor inter¨¦s tuvieron los p¨¢rrafos dedicados a la situaci¨®n internacional, que el Rey trat¨® de una manera mucho m¨¢s gen¨¦rica. En momentos en. que la capital chechena est¨¢ siendo bombardeada por el Ej¨¦rcito ruso o el l¨ªder serbobosnio Radovan Karadzic sigue ofreciendo un pretexto tras otro para justificar la brutalidad de sus tropas en el conflicto de la antigua Yugoslavia, en un a?o en el que Argelia es campo de batalla entre el poder militar y el integrismo musulm¨¢n, don Juan Carlos s¨®lo subray¨® elementos positivos al afirmar que "la voluntad de los pueblos de convivir en paz va progresivamente abri¨¦ndose paso".
Los discursos institucionales tienen una ventaja y un inconveniente: por un lado, se ocupan de mencionar una a una la totalidad de las preocupaciones pol¨ªticas y sociales, dando as¨ª satisfacci¨®n a cuantos quieran sentirse aludidos o angustiados; pero, por otro, suelen forzar a leer y escuchar entre l¨ªneas, con lo que se deslavazan y pierden garra. As¨ª es inevitablemente la grandeza y servidumbre de los mensajes de quienes con sus palabras deben atender globalmente a las inquietudes de todos sin alarmar a los m¨¢s asustadizos o excitar a los m¨¢s optimistas. En un gesto que le honra, sin embargo, en muchos de sus p¨¢rrafos m¨¢s significativos, el Rey ha aplicado este a?o la receta exactamente contraria a la blandura institucional: ha mostrado su compromiso con la moralizaci¨®n de la vida privada y p¨²blica de Espa?a, con el esfuerzo de los j¨®venes y con el sufrimiento de los m¨¢s desaf¨®rtunados. En este sentido, ha estado m¨¢s cerca que otras veces de los sentimientos y preocupaciones acuciantes de sus conciudadanos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Juan Carlos I
- Opini¨®n
- Discursos Reales
- J¨®venes
- Adolescencia
- Juventud
- Funcionarios
- Casa Real
- Ayuda humanitaria
- Cooperaci¨®n y desarrollo
- Funci¨®n p¨²blica
- Gobierno
- Corrupci¨®n
- Relaciones exteriores
- Delitos
- Administraci¨®n Estado
- Pol¨ªtica
- Administraci¨®n p¨²blica
- Sociedad
- Justicia
- Crisis humanitaria
- Cat¨¢strofes
- Desastres
- Sucesos