Mejora econ¨®mica e incertidumbre pol¨ªtica
?SE NOTA LA RECUPERACI?N ECON?MICA? La recuperaci¨®n econ¨®mica puesta de manifiesto en el segundo semestre del a?o pasado se afianzar¨¢ en Espa?a y en los otros pa¨ªses de la Uni¨®n Europea durante 1995, seg¨²n la mayor parte de los indicadores y analistas. Pero ?nota la poblaci¨®n los efectos ' de ese proceso de crecimiento y el final de la recesi¨®n? ?C¨®mo influir¨¢ esta, reactivaci¨®n en los. ¨ªndices de paro y en el consumo? ?Sus efectos ser¨¢n similares o desiguales para los diversos agentes econ¨®micos? Por ¨²ltimo, ?qu¨¦ relaci¨®n puede existir entre el ciclo econ¨®mico y la actual turbulencia pol¨ªtica- en un a?o electoral como el presente. Miguel Boyer, Jos¨¦ Luis Feito y Emilio Ontiveros analizan la cuesti¨®n.
Por desgracia para ciertas ocasiones y por fortuna en otras -como la nuestra actual-, las fuerzas que determinan los ciclos econ¨®micos no son muy sensibles a los avatares de la pol¨ªtica en general y de la pol¨ªtica econ¨®mica en particular.Un caso bastante llamativo es el de Italia, que, pese a tener una singladura pol¨ªtica todav¨ªa m¨¢s desgraciada que la nuestra y un gobierno dividido y paral¨ªtico, ha atravesado el a?o ¨²ltimo con un buen crecimiento (del 2,2%), sin aumento de la tasa de paro y con una reducci¨®n de la inflaci¨®n hasta un 3%. Quiero con ello decir que, aun siendo razonablemente pesimista sobre las dificultades pol¨ªticas en las que nos debatimos, no creo que ¨¦stas sean capaces de truncar y, ni siquiera, de debilitar sensiblemente las fuerzas que en Europa y en Espa?a impulsan la recuperaci¨®n econ¨®mica desde los ¨²ltimos meses de 1993. Sin embargo, como veremos luego, esto no autoriza m¨¢s que un regocijo limitado.
El a?o 1994 ha resultado algo mejor de lo esperado en cuanto a ritmo de crecimiento del PIB: el Gobierno dise?¨® los Presupuestos sobre una hip¨®tesis del 1,3%, pero parece haberse alcanzado el 1,8% (aunque hay optimistas que lo elevan al 2%, ello habr¨ªa exigido, para el ¨²ltimo trimestre del a?o, un crecimiento interanual del 3%, que parece inveros¨ªmil). Aun as¨ª, el crecimiento habr¨¢ quedado por debajo del 2,5% alcanzado por el conjunto de la Uni¨®n Europea (UE). El crecimiento se ha debido fundamentalmente al sector exterior -que ha aportado 1,6 puntos al crecimiento del PIB-, lo cual es sano dado el desequilibrio de la balanza de pagos por cuenta corriente, que lleg¨® a porcentajes excesivamente altos del PIB (del 3 al 3,5%) en los a?os 1990-1992, Sin embargo, ha aparecido un factor muy preocupante respecto al ciclo econ¨®mico anterior: mientras que una comprensi¨®n de la demanda interna, mayor en 19931994 que en 1983-1984, ha, conseguido reducir el d¨¦ficit de la balanza comercial al 3% del PIB (como hace 10 a?os), no ha conseguido poner en super¨¢vit al conjunto de la balanza de pagos corrientes, sino s¨®lo reducir su d¨¦ficit al 0,8% y al 1,5% del PIB, en 1993 y 1994 (frente al excedente del 2,1% en 1984). Contrariamente a lo que han sostenido algunos analistas, ello no es porque seamos ahora menos -competitivos que en 1984 -despu¨¦s de las tres devaluaciones, las exportaciones y la balanza comercial han reaccionado bien, seg¨²n hemos visto-, sino porque los intereses de la deuda exterior de Espa?a son ahora mucho mayores que en 1984.
Entre las cosas que han ido algo peor de lo previsto est¨¢n la inversi¨®n, que no ha alcanzado la tasa positiva del 1,6% que se esperaba, sino otra negativa del orden del 0,5, y tambi¨¦n la inflaci¨®n, que ha superado. en un punto lo deseado: 4,4% en vez del 3,4% para el deflactor del PIB y 4,1%-4,3% para el IPC, entre di ciembre de 1993 y el mismo mes de- 1994, frente al 3,5% del proyecto de Presupuestos. Esta desviaci¨®n respecto a la inflaci¨®n prevista, en un a?o de mayor moderaci¨®n de los salarios -los pactados en convenio subieron un 3,5% frente al 5,4% del a?o anterior-, ha hecho a algunos dirigentes sindicales proclamar de nuevo la tesis de que los salarios no tienen res ponsabilidad en la inflaci¨®n. Dejando de lado el que la inflaci¨®n prevista hab¨ªa sido calculada para un aumento de los salar los de convenio del 2,5% y no del 3,5% y el que los deslizamientos salariales han hecho que la ganancia media por trabajador creciese un 5,3%, es obvio que hay otros factores -adem¨¢s del funda mental de los salarios- que influyen en los precios. En los ¨²ltimos dos a?os la econom¨ªa espa?ola ha tenido que encajar una depreciaci¨®n nominal de la peseta del' 3 1 % respecto al d¨®lar y del 20% respepto al ECU, adem¨¢s de fuertes subidas del IVA y de los. impuestos especiales, que repercuten en los precios. No despues, un mal resultado el que en estas condiciones la inflaci¨®n subyacente haya, bajado un punto en 1993 y otro en 1994, cayendo en dos a?os de un promedio del 6,8% a otro del.4,6%.
Mercado de trabajo
En el cap¨ªtulo del mercado de trabajo, el a?o pasado ha sido como se tem¨ªa: la ocupaci¨®n ha descendido cerca del 1% (123.000 empleos menos) y con el crecimiento de la poblaci¨®n activa en 155.000 personas (media del a?o sobre media del a?o); el paro ha aumentado en.275.000 personas, llegando a una med¨ªa de 3.758.000 desocupados y a una tasa del 24,4% de la poblaci¨®n activa. Como el m¨¢ximo del paro suele alcanzarse entre uno y dos a?os despu¨¦s del fondo de una crisis c¨ªclica, esa ¨²ltima tasa ir¨¢ veros¨ªmilmente descendiendo -despacio al principio- a lo largo del a?o actual.
Pero hay que recalcar que estas cifras del mercado de trabajo corresponden a la imagen. que nos da la encuesta de poblaci¨®n activa del INE. Actualmente, dicha encuesta parece, m¨¢s que nunca, puesta en tela de juicio. El propio Instituto Nacional de Estad¨ªstica publica, adem¨¢s de las series de ocupaci¨®n de la EPA,. otra llamada de la contabilidad nacional, seg¨²n la cual, en 1990, por ejemplo, estaban ocupadas, 414.000 personas m¨¢s de las que enumera la primera estad¨ªstica y el n¨²mero de parados no habr¨ªa sido en ese a?o de 2.441.000, sino de 2.027.000. La subestimaci¨®n para 1992 ser¨ªa ya de 615.000 personas, seg¨²n la serie de la contabilidad nacional y seg¨²n un estudio reciente, del Ministerio de Econom¨ªa y Hacienda, en aquel a?o trabajaban 1,4 millones de personas m¨¢s que los computados en la EPA.
En suma, no sabemos cu¨¢ntos espa?oles est¨¢n ocupados o parados m¨¢s que con un margen de error tan enorme que la tasa de paro podr¨ªa ser del 14% y no del 24% de la poblaci¨®n activa. Esta ignorancia no deber¨ªa continuar ni un a?o m¨¢s, ni el INE autosatisfaci¨¦ndose con alusiones a la incultura y a la picaresca espa?olas que, por lo visto, no se dan en pa¨ªses como Portugal, Grecia o Irlanda, menos pr¨®ximos que Espa?a a las medias, europeas de desarrollo, pero que tienen estad¨ªsticas de empleo m¨¢s concordantes con las del entorno que las nuestras.
Las perspectivas generales para 1995 son, para la UE y para Espa?a, sustancialmente mejores que las del a?o pasado. El crecimiento del PIB ser¨¢, para ambas, del orden del 3%, y el del empleo, del 0,9% y, del 1,3%, respectivamente. Si la OCDE est¨¢ acertada, los precios al consumo 1 se reducir¨¢n otro, medio punto en Espa?a y en la Uni¨®n, y los d¨¦ficit p¨²blicos tambi¨¦n, aunque ligeramente. Como dec¨ªa al principio, no creo que este perfil de recuperaci¨®n pueda malograrse, salvo un decurso catastr¨®fico. de la pol¨ªtica espa?ola,. Pero la pol¨ªtica econ¨®mica no debe juzgarse por la fase del ciclo en que nos encontremos. Ni la recesi¨®n' fue culpa achacable al Gobierno, ni-la recuperaci¨®n es m¨¦rito en su haber. U pol¨ªtica del Gobierno debe juzgarse por su capacidad reformista y por su acci¨®n en niveles m¨¢s profundos.
La mejora del ciclo no debe relajar el esfuerzo en suprimir trabas al potencial productivo de la econom¨ªa espa?ola sobre todo en los servicios 1 y en el mercado inmobiliario-, as¨ª, como para afrontar el problema m¨¢s grave actualmente: el de los diversos d¨¦ficit del sector p¨²blico. La autoalimentaci¨®n del d¨¦ficit de las AA PP por las cargas de la deuda ha entrado en una senda peligrosa, que puede llegar a ser explosiva y mediatizar por completo el Presupuesto, adem¨¢s de retrasar nuestra incorporaci¨®n a la Uni¨®n Monetaria. Ya hemos visto como est¨¢ deterior¨¢ndose la balanza de pagos corrientes por las cargas de la deuda exterior. Aunque la situaci¨®n espa?ola actual no est¨¢ entre las m¨¢s graves de la UE -como les ocurre a Italia, B¨¦lgica o Grecia- debe cortarse el deterioro, acelar¨¢ndose el ritmo previsto de reducci¨®n del d¨¦ ficit p¨²blico.
Riesgo para las reformas A esta tarea ayuda poco la actual inciertidumbre pol¨ªtica espa?ola. La legislatura comenzada en junio de 1993 parece con denada a que todos sus a?os vean una elecci¨®n, que es casi una elecci¨®n general. La acci¨®n de Gobierno y la de la oposici¨®n son electoreras, broncas y poco pro fundas. No es ya s¨®lo que los extranjeros que compran deuda espa?ola exijan una mayor prima de riesgo y que suban por ello los tipos de inter¨¦s, haciendo m¨¢s di ficil el problema de reducir el d¨¦ficit p¨²blico. Es que corremos el riesgo de que se paralice el ritmo de las reformas que necesita absolutamente el pa¨ªs.
Es un mal precedente -que puede derivar en mala costumbre- que en Espa?a lleguemos a considerar como elecciones generales a las europeas, municipales y auton¨®micas, as¨ª como que acortemos las legislaturas a a?o y medio, y ser¨ªa mala suerte que la presidencia espa?ola de la Uni¨®n Europea durante el segundo semestre de este a?o, que servir¨¢ para preparar la trascendental conferencia que va a revisar el Tratado de Masstricht, resulte debilitada.
. Pero tambi¨¦n puede haber cosas peores. Quiz¨¢ nunca la responsabilidad del presidente del Gobierno ha sido tan grande y tan de desear que su extraordinario instinto pol¨ªtico le haga acertar.
ex ministro de Econom¨ªa y Hacienda.
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