Un desastre predecible
YEGOR GAIDARLa tragedia chechena es consecuencia del regreso de la mentalidad imperial en Rusia
La sangrienta tragedia que se extiende por Chechenia no es una sorpresa. Es el resultado inevitable del viraje general de la pol¨ªtica rusa, evidente desde el principio de 1994, una vuelta a la mentalidad imperial y al reforzamiento del Estado".Dimit¨ª de mi puesto de primer ministro, a principios de 1993, precisamente porque hab¨ªa fracasado en convencer al presidente Bor¨ªs Yeltsin de que ese rumbo llevar¨ªa al desastre. Rechaz¨® de plano mi consejo de, que s¨®lo un compromiso firme, coherente con las reformas de mercado podr¨ªan conducir a una revitalizaci¨®n del crecimiento econ¨®mico y estabilidad que permitir¨ªa que la democracia surtiera efecto a largo plazo.
Sin embargo, tom¨® la direcci¨®n contraria en 1994. Los esfuerzos de estabilizaci¨®n econ¨®mica se cortaron, el Gobierno tom¨® una posici¨®n m¨¢s represiva en la escena interior y, en pol¨ªtica exterior, Rusia se separ¨® de las democracias occidentales y se hizo m¨¢s agresiva en su trato con sus vecinos "m¨¢s pr¨®ximos". La reciente cumbre en Budapest de la Conferencia de Cooperaci¨®n y Seguridad en Europa, donde Yeltsin expres¨® sus preocupaciones entre los participantes hablando de la "paz fr¨ªa", fue una grave derrota para los avances que la pol¨ªtica exterior rusa hab¨ªa hecho en los ¨²ltimos a?os.No estoy enterado de todos los detalles internos de estos cambios durante 1994. Pero habiendo estado en esa situaci¨®n antes, puedo imaginar cu¨¢ntos variados consejeros insistieron en sus conversaciones con el presidente en que "las tradiciones liberales no tienen ra¨ªces en Rusia" y que "es hora de poner orden y ser firme". La relativa victoria pol¨ªtica de VIad¨ªmir Zhirinovski en las ¨²ltimas elecciones dio fuerza a?adida al argumento de que estos razonamientos estaban acorde con la opini¨®n p¨²blica rusa.
Aparentemente, no falt¨® nadie en su c¨ªrculo que advirtiera al presidente de que cuando alguien en Rusia habla con voz temblorosa sobre "reforzamiento del Estado", generalmente conduce a una confusi¨®n sangrienta, especialmente cuando significa que el Gobierno decide resolver complicados problemas ¨¦tnicos por la fuerza.
Si mi experiencia sirve de algo, el mecanismo de escudar a los responsables conducir¨ªa a no temer las consecuencias de sus acciones. Normalmente, esto significa, intentar ocultar los errores de la primera empresa equivocada, distrayendo la atenci¨®n con una mayor.
Toda esta din¨¢mica ha conducido a Yeltsin a errores cada vez m¨¢s tr¨¢gicos que ahora suponen una amenaza mayor a mi pa¨ªs. Ya he dicho p¨²blicamente que el peligro de un golpe militar no puede descartarse.
La guerra en Chechenia es un golpe importante a la unidad de Rusia, duramente mantenida. S¨®lo hace seis meses, hablar sobre la disoluci¨®n de la Federaci¨®n Rusa era una especulaci¨®n irresponsable de aquellos que no entend¨ªan nada. Hoy, esa amenaza se ha convertido en algo serio.
Todo el mundo comprende que el Gobierno no va ser capaz de iniciar acciones militares all¨¢ donde surjan los problemas. El Ej¨¦rcito ha demostrado en Grozni que no est¨¢ muy bien organizado. Eso significa que las autoridades centrales est¨¢n desacreditadas. Internacionalmente, se mira a Rusia con desconfianza porque sus intenciones son desconocidas.
Si el presidente contin¨²a hundi¨¦ndose en su desventura perseverando en la pol¨ªtica de acabar con la cuesti¨®n chechena por la fuerza, ciertamente caer¨¢ Grozni, pero con un inaceptable elevado n¨²mero de bajas. Y despu¨¦s de esto, s¨®lo hay una cosa cierta: comenzar¨¢ en Chechenia una duradera guerrilla, o por lo menos un conflicto terrorista, que se pagar¨¢ con las vidas de nuestros desvalidos j¨®venes.
La clave para evitar que este desastre vaya a m¨¢s est¨¢ en manos del presidente Yeltsin y del primer ministro V¨ªctor Chernomyrdin. Esto es as¨ª, no s¨®lo seg¨²n la Constituci¨®n rusa, sino seg¨²n el equilibrio actual de las fuerzas pol¨ªticas del pa¨ªs.
S¨¦ que temen que si abandonamos Chechenia desintegrar¨¢ como a Uni¨®n Sovi¨¦tica. Pero deben preguntarse: ?por qu¨¦ no ocurri¨® antes? Chechenia se hizo independiente en oto?o de 1991, cuando todav¨ªa ten¨ªamos un presidente sovi¨¦tico. Chechenia ya controlaba su territorio entonces. A pesar de sus declaraciones secesionistas, Rusia no se desintegr¨® en los a?os intermedios, sino que se hizo m¨¢s fuerte. As¨ª que ?por qu¨¦ tenemos que bombardear de repente Chechenia, ahora, en 1995?
Una excusa para iniciar la guerra ahora es que el problema criminal de las redes chechenas est¨¢ fuera de control. Es cierto, existe ese problema. Pero debe ser resuelto por los medios ordinarios empleados contra los criminales en todo el mundo.
Ciertamente, es m¨¢s dif¨ªcil salir de Chechenia ahora de lo que era antes del 16 de diciembre, cuando las oportunidades de una soluci¨®n pac¨ªfica fueron derrochadas por el viceprimer m¨ªnistro Nikol¨¢i Yegorov, que estaba al cargo de las negociaciones. Desde el punto de vista de los intereses generales de Rusia, las negociaciones producir¨¢n mejores resultados que cualquier resoluci¨®n del conflicto checheno que pudiera surgir del continuo uso de la fuerza.
Simplemente, hay otras maneras de pensar sobre el problema. ?Est¨¢ el Reino Unido a punto de desintegrarse a causa de sus negociaciones con el IRA? ?Se desintegrar¨¢ China porque no conquist¨® Taiwan?
Como muchos otros rusos, s¨®lo puedo esperar que Yeltsin vea que los viejos m¨¦todos no se pueden aplicar al nuevo mundo; que el futuro de Rusia no puede asegurarse con la vuelta a los h¨¢bitos del pasado. La manera de empezar a cambiar de curso es deshaci¨¦ndose de esos consejeros del Ministerio de Defensa y del Consejo Nacional de Seguridad que le han empujado m¨¢s all¨¢ de sus mejores instintos.
fue primer ministro de Rusia.Copyright New Perspectives Quarterly, 1995. Distribuido por Los Angeles Times Syndicate.
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