La libertad de Conde
NING?N PRESO preventivo debe estar en la c¨¢rcel m¨¢s tiempo del que exijan las causas legales -gravedad del posible delito y peligro de reincidencia, riesgo de fuga o alarma social- que autorizan al juez a adoptar una medida tan dr¨¢stica contra alguien que goza plenamente todav¨ªa del derecho a la presunci¨®n de inocencia, Y esto vale o deber¨ªa valer tanto para quienes se llaman Mario Conde o Arturo Roman¨ª como para todos y cada uno de los 15.000 presos preventivos que permanecen actualmente en las prisiones espa?olas.No cabe oponer, pues, ning¨²n pero a la decisi¨®n de la Audiencia Nacional de poner fin al mes y medio que llevan en la c¨¢rcel de Alcal¨¢-Meco, en situaci¨®n de prisi¨®n preventiva incondicional, los antiguos n¨²meros uno y dos de Banesto, acusados de los delitos de estafa y de apropiaci¨®n indebida en cuant¨ªa de 7.000 y 5.000 millones de pesetas, respectivamente. De los motivos que indujeron al juez Garc¨ªa-Castell¨®n, instructor del caso Banesto, a decretar la prisi¨®n de Conde y de Roman¨ª a ra¨ªz de su primera declaraci¨®n en el sumario, a juicio de la Audiencia Nacional s¨®lo subsiste el riesgo de fuga, que, seg¨²n el auto dictado ayer, queda neutralizado con la imposici¨®n de fuertes fianzas personales en met¨¢lico o mediante aval bancario. La exigida a Conde para librarse de la c¨¢rcel -2.000 millones de pesetas- es la m¨¢s alta jam¨¢s impuesta por este concepto en la historia judicial espa?ola, y la de Roman¨ª -1.000 millones- iguala a la exigida en su d¨ªa a Al Kassar.
A ello se une la obligaci¨®n de Conde y de Roman¨ª de personarse semanalmente en el juzgado -y no cada 15 d¨ªas como es lo habitual-, la prohibici¨®n de abandonar el territorio espa?ol y la entrega del pasaporte. Las fuertes cautelas adoptadas. por la Audiencia Nacional parecen asegurar razonablemente la futura comparecencia de Conde y de Roman¨ª a juicio. ?se y no otro es el objetivo principal del proceso. Pero de la misma forma que la prisi¨®n preventiva no es una condena, librarse de ella provisionalmente no supone, en ning¨²n modo, una exculpaci¨®n. El sumario sigue su curso.
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