Moscas

(Sobre la prohibici¨®n de lo imposible) Un viejo chiste espa?ol cuenta de un tal que se hizo unos muelles de saltar tan perfectos que a cada salto igualaba la altura de la torre de la iglesia, pero conservando la inercia hasta tal punto que repet¨ªa siempre aquella misma altura, de manera que no pod¨ªa parar; la situaci¨®n lleg¨® a hacerse tan intolerable para el p¨²blico que tuvieron que echarlo abajo a tiros por la Guardia Civil. Fue una v¨ªctima m¨¢s de los que no quieren aceptar que el levitar no es, por imposible, ni una pizca menos legal que el gravitar, as¨ª como ¨¦ste no es, por necesario, un punto m¨¢s legal que aqu¨¦l.(?Libre albedr¨ªo?) ?De qu¨¦ me servir¨ªa a m¨ª ser libre si soy tan perezoso? Contestar que la pereza es mi cadena ser¨ªa tanto como identificar la libertad con la simple diligencia. Mi envidia hacia los capaces se venga -a veces murmurando as¨ª: "?Mira que si los que tanto presumen de libertad y de albedr¨ªo no fuesen m¨¢s que diligentes cong¨¦nitos, biol¨®gicamente predeterminados por el gen de la acucia compulsiva, cuyo descubrimiento los acuciosos investigadores se hubiesen negado a hacer p¨²blico, ante la grave responsabilidad social de los delet¨¦reos- efectos que la divulgaci¨®n de un hallazgo semejante podr¨ªa tener en la moral de los trabajadores!"

(Atardecer en la Plaza de Castilla)

El cielo de entre dos luces se cuarteaba y ca¨ªa en lascas de pizarra gris, y por detr¨¢s, en rojinegra brasa, la infinita maldad reaparec¨ªa.

(Pintada) ?El que faltaba! ?Alejandro Magno!