Los marmolistas de la Almudena se mudan para dejar sitio a pisos nuevos
Cuatro marmolistas, cuyos viejos talleres se encuentran en medio del plan de remodelaci¨®n del barrio Bilbao y la avenida de Daroca, tienen ya d¨®nde meterse cuando el Ayuntamiento les expropie el terreno. Cuatro flamantes naves contiguas, situadas en la avenida de Trueba, cercanas a los antiguos emplazamientos y a escasa distancia del cementerio de la Almudena, aguardan la llegada de nichos, m¨¢rmoles, m¨¢quinas, grupos escult¨®ricos y herramientas.
Quedan algunos impedimentos -el agua y la electricidad- para que los marmolistas abandonen unos talleres que se caen de decr¨¦pitos y para que el Ayuntamiento disponga del terreno libre para construir viviendas e industrias. En la zona ya han sido desalojadas m¨¢s de 130 familias que viv¨ªan en chabolas.En el caso de los marmolistas no ha sido nada f¨¢cil: atr¨¢s quedan muchas horas de discusi¨®n, de papeleo, y... de cubatas en el bar con el t¨¦cnico del Ayuntamiento. Hace tres a?os y medio, los cuatro trabajadores de los talleres funerarios recibieron la notificaci¨®n de expropiaci¨®n por parte del municipio.
Pusieron el grito en el cielo. Ellos cuentan que les ofrecieron cinco millones y que se negaron, que despu¨¦s les volvieron a ofrecer siete millones y que se volvieron a negar. Reclamaban un edi ficio para trabajar. Ante la tena cidad de los marmolistas, el Ayuntamiento accedi¨®. El trato final consisti¨® en abandonar sus talleres (y con ellos, el terreno libre) por nuevos emplazamientos. Gratis. En abril del a?o pasado empezaron las obras. La fecha prevista era el verano del 94.
Con unos meses de retraso, estos artistas del m¨¢rmol disponen ya de las llaves para su nueva ubicaci¨®n, a escasos 20 metros de donde est¨¢n situados sus talleres. S¨®lo falta que el Canal de Isabel II haga llegar el agua por las tuber¨ªas para que los marmolistas se trasladen definitivamente.
Mart¨ªn Mart¨ªnez, ingeniero de caminos y responsable del Ayuntamiento de la urbanizaci¨®n de esta zona, cuenta que, si tuviera que empezar otra vez, no lo har¨ªa. "En el Ayuntamiento, si esperas a que los abogados gestionen los permisos de expropiaci¨®n, y como luego hay recursos para all¨¢ y para ac¨¢, al final no haces nada; es necesario que alguien empuje el carro", a?ade.Mart¨ªnez cuenta que se ha pasado centenares de tardes discutiendo a grito pelado con los marmolistas por detalles de la construcci¨®n.
Los marmolistas, aunque por detr¨¢s hablan bien del t¨¦cnico, en cuanto se encuentran con ¨¦l, le gritan: "falta el agua, Mart¨ªn, y la electricidad".
Mart¨ªn Mart¨ªnez les mira de reojo y les invita al bar, en donde siguen discutiendo con un cubata encima de la barra. "Pero, ?c¨®mo nos vamos a ir, Mart¨ªn, si todav¨ªa no hay agua?". "Yo como con el Canal de Isabel II esta semana. Si no os vais, el pr¨®ximo lunes mando a la excavadora. Pon otra ronda, oye", dec¨ªa el lunes el t¨¦cnico a los marmolistas (y al camarero).
Las nuevas naves no tienen nada que ver con los talleres Actuales. El de Luis L¨®pez, edificado sobre viejas vigas de madera, cuenta con un patio trastero lleno de plantas silvestres que hace las veces de almac¨¦n, cochera y oficina. "Si no nos llegamos a unir y a reclamar un acuerdo justo, pues nos despachan con siete millones y nos dejan sin trabajo", comenta Rafael P¨¦rez, uno de los marmolistas. Al menos otros dos trabajadores funerarios del barrio, que no han solicitado local, deber¨¢n modificar sus emplazamientos -aunque no trasladarse- ante la remodelaci¨®n de la avenida de Daroca.
"Cada una de vuestras naves vale 40 millones de pesetas", dice, en el bar, Mart¨ªn Mart¨ªnez.
"S¨ª, Mart¨ªn, pero el electricista dice que hay que poner cables de acero, y los que hay no son de acero", le contesta otro de los marmolistas. "Aqu¨ª ten¨¦is el tel¨¦fono de un electricista que conozco, y pon otra ronda...".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.