Cae un mito, pero sigue el misterio
El joven presidente Ernesto Zedillo tiene desconcertado a los mexicanos. No se sabe si detr¨¢s de su terno se encuentra un estratega que dice la verdad y mide prudentemente sus pasos, o el caos. Enrique Krauze, historiador y disc¨ªpulo preferido de Octavio Paz, piensa lo primero. Pero otra gente, incluidos distinguidos intelectuales, pol¨ªticos y empresarios, que no suelen abrir la boca p¨²blicamente, sospechan lo segundo.Lo cierto del caso es que un a?o despu¨¦s de que estallara en Chiapas la rebeli¨®n zapatista, los mexicanos ya saben qui¨¦n es el subcomandante Marcos: un joven de 37 a?os, de familia acomodada y con varios diplomas universitarios, comunic¨®logo y con una trayectoria guerrillera que se inicia en 1969.
Hoy en M¨¦xico, desenmascarado Marcos, flota un rosario de interrogantes sobre lo que est¨¢ pasando en el pa¨ªs. Hay quien se pregunta c¨®mo es posible que en todo un a?o nadie, ni siquiera el periodista m¨¢s agresivo, haya podido averiguar la identidad de este l¨ªder guerrillero, de verbo fluido y exquisita prosa, perteneciente a una casta muy reducida de mexicanos, y que lleg¨® a enamorar con su mito a un sector de la burgues¨ªa ilustrada del pa¨ªs, lo que le erigi¨® en h¨¦roe y tambi¨¦n en bandera.
Zedillo ha acabado de un plumazo con el mito, que se form¨® fundamentalmente fuera de Chiapas y que ha puesto ya en varias ocasiones en peligro la estabilidad del pa¨ªs. Pero no ha revelado el misterio. O sus servicios de inteligencia, que son los mismos que sirvieron al presidente Carlos Salinas de Gortari, son de la ineficacia m¨¢s absoluta o lo que ocurri¨® en Chiapas el 1 de enero de 1994, con las consecuencias posteriores para la gobernabilidad pol¨ªtica y econ¨®mica de M¨¦xico, est¨¢ tambi¨¦n oculto por una m¨¢scara. De momento no lo sabemos.
Lo que s¨ª se sabe es que este joven presidente que desconcert¨® al pa¨ªs por la forma en que manej¨® la devaluaci¨®n del peso lo ha vuelto a hacer ahora con Chiapas, no se sabe si para bien o para mal. Eso es lo que se piensa al menos entre quienes siguen con lupa sus pasos pol¨ªticos desde que tom¨® posesi¨®n el 1 de diciembre ¨²ltimo.
No hace a¨²n un mes que su secretario de Gobernaci¨®n, el tambi¨¦n joven pol¨ªtico Esteban Moctezuma, viaj¨® a la selva chiapaneca para entrevistarse con Marcos, logrando del enmascarado su silencio. El gesto fue aplaudido porque con el viaje quedaba neutralizado el sur para poder negociar con el norte los cr¨¦ditos financieros que el pa¨ªs necesitaba para no caer en la bancarrota.
De repente, cuando Chiapas todav¨ªa continuaba en silencio, estalla esta bomba y, sobre la base de un compl¨® descubierto en Veracruz y en el Distrito Federal, lo que era un delicado tema que se hab¨ªa llevado con paciencia y prudencia es reducido, por decreto, presidencial, a un problema de terrorismo. Marcos est¨¢ hoy en busca y captura, pero al parecer localizado en un ¨¢rea de la selva Lacandona pr¨¢cticamente cercada por el Ej¨¦rcito federal.
El problema es que con ¨¦l hay otro Ej¨¦rcito de indios mayas cargados de raz¨®n y que cualquier hombre de bien en M¨¦xico sabe perfectamente que su problema es de hambre y no de terrorismo. Por eso, Zedillo probablemente s¨®lo ha ordenado detener a los cabecillas del grupo, todos ellos gente universitaria, de origen burgu¨¦s acomodado y entre los que no figura ning¨²n indio.
La prueba se convierte ahora en rev¨¢lida, porque el presidente se encuentra en la tesitura de dirimir con pulcritud qui¨¦nes son los malos y qui¨¦nes son los buenos en un problema que hoy tiene aglutinados en un mismo lugar a viejos guerrilleros de los a?os 70 como Marcos y a indios que desde los tiempos m¨¢s remotos est¨¢n acosados por la injusticia. Del manejo de la situaci¨®n, con el agravante de que en medio se encuentra un Ej¨¦rcito que lleva un a?o humillado, se sabr¨¢ si sobre Zedillo tiene raz¨®n Krauze o quienes pronostican lo contrario sobre su capacidad intelectual y pol¨ªtica.
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