Desestabilizaci¨®n profunda
Si s¨®lo se tratara de acabar con Felipe Gonz¨¢lez, aunque fuera de manera traum¨¢tica, la crisis no correr¨ªa el riesgo de desbordar su cauce. El peligro est¨¢ en sustituir de paso la izquierda homologable por una que no quiere serlo. La operaci¨®n de deslegitimizaci¨®n del centro-izquierda en Espa?a es de una enorme, desproporcionada, peligros¨ªsima envergadura. Si no disminuye la presi¨®n externa, el PSOE puede correr la suerte de la UCD o la de los socialistas franceses o italianos. Con el vaciado del centro pol¨ªtico como resultado. Entonces, descartado uno de los dos depositarios del voto de centro, la derecha estar¨ªa tentada a desandar el camino de moderaci¨®n que en su d¨ªa impuso Aznar y del que muchos ni se acuerdan. Enfrente y demasiado lejos, el aventurismo de Anguita e Izquierda Unida. Otra vez dos Espa?as, la esfera de la pol¨ªtica desligada de la realidad social, atosigando a la sociedad en vez de resolverle problemas. ?Alguien cree que Espa?a es capaz de resistir las volteretas que ha dado la pol¨ªtica en Italia y Francia?Que llegue a producirse o no el final desastroso del proceso que estamos viviendo depende en buena parte de la capacidad de dar marcha atr¨¢s de una intelectualidad que est¨¢ midiendo mal las consecuencias de su asqueo. El PSOE est¨¢ en trance de ganarse la enemistad de lo que han sido las personalidades y los colectivos intelectuales m¨¢s influyentes de la Espa?a democr¨¢tica. Los firmantes del manifiesto a favor del juez Garz¨®n, y los muchos que podr¨ªan haber firmado, est¨¢n animados sin duda por un encomiable esp¨ªritu de limpieza democr¨¢tica, pero se han dejado meter en un callej¨®n sin salida, y ah¨ª est¨¢n, como hipnotizados a la vista de las pestilentes cloacas destapadas por un criminal, como si no existiera nada m¨¢s, ni siquiera el futuro. Si no se recupera una visi¨®n de conjunto, menos hist¨¦rica y bastante m¨¢s serena, el batacazo est¨¢ casi asegurado. No se trata de cerrar los ojos, sino de abrirlos, de abrirlos tambi¨¦n al resto de la realidad. De calibrar y sopesar las consecuencias de las actitudes, de observar qui¨¦n se frota las manos. No s¨®lo qui¨¦n se hunde, tambi¨¦n qu¨¦ se hunde con ¨¦l. Por deserci¨®n de tantos que no saben asumir la suya, buena parte e la responsabilidad se refugia hora en nombres que se han ganado durante a?os el prestigio en las p¨¢ginas de este peri¨®dico.
Hay que distinguir entre dos tipos de indignaci¨®n radicalmente distintos. Por un lado, la que interesa a los partidarios de la pinza, de calculada base hip¨®crita. Una indignaci¨®n simulada que en el fondo no es m¨¢s que munici¨®n, la que mejor les va resultando en la cacer¨ªa del PSOE?. En las ant¨ªpodas, la santa indignaci¨®n de los que s¨®lo admiten virtudes en la democracia y los que pregonaron la bondad universal de los socialistas. Una indignaci¨®n que no por vehemente, espont¨¢nea y convencida deja de servir objetivamente de refuerzo de los designios que mueven la primera. ?Raz¨®n suficiente para abandonar el estado de indignaci¨®n total? Tal vez no, pero s¨ª, como m¨ªnimo, grave motivo de reflexi¨®n.
?C¨®mo se explica que se retire toda la confianza a Gonz¨¢lez y al mismo tiempo se insista en una cuesti¨®n de confianza, que por supuesto los diputados socialistas y los nacionalistas deber¨ªan votar a favor? Lo consecuente ser¨ªa pedir que votaran en contra. ?C¨®mo se puede pasar con tanta rapidez de ser el colch¨®n no siempre cr¨ªtico de Gonz¨¢lez a participar en el linchamiento pol¨ªtico, y encima dej¨¢ndose liderar por sus m¨¢s desaprensivos enemigos? Entre ellos por Yago J. Ram¨ªrez, bajo cuyos dictados el celoso Otelo espa?ol est¨¢ ahogando a su Desd¨¦mona. A diferencia de la f¨¢bula shakespeariana, nuestro Otelo sabe que Desd¨¦mona es culpable. Pero teme que los tribunales no consigan demostrarlo. Y aunque as¨ª fuera, el celo le domina y no acierta a esperar.
Al otro lado, en las trincheras de la defensa, se acumulan los errores, reina la confusa estrategia del calamar, producto ?el estupor de quienes deben enfrentarse a sus amigos de ayer. Los ex indulgentes han dictado una sentencia feroz, basada en el convencimiento previo de culpabilidad. Cuando se extiende la creencia en la responsabilidad pol¨ªtica y moral del Ejecutivo de Gonz¨¢lez, la presunci¨®n de inocencia retrocede hasta ser mera garant¨ªa procesal. Atenuantes y paliativos desaparecen de las mentes, no hay otra raz¨®n ni argumento que el hecho puro, duro, demostrable por inducci¨®n, del terrorismo de Estado.
Hay m¨¢s. El preciso razonamiento inductivo por el cual se llega a la X final del ovillo no es nuevo. Estaba ah¨ª, aunque no todos los que ahora se escanda lizan lo quisieran ver. Y ahora resulta que nadie quiere ver nada m¨¢s. La calzada est¨¢ abierta, las cloacas, al aire, no se pueden cerrar. Ni pasar sin' antes taparlas metiendo al PSOE entero en ellas. Espere mos que Otelo se calme antes de ejecutar sus prop¨®sitos, a lo mejor decide cambiar sus impulsos de linchamiento por un simple y civilizado divorcio, desprovisto en lo posible de despecho... Mientras, es preferible correr el riesgo de bombear ox¨ªgeno en vez de ejecutar la eutanasia. ?Conflicto entre la raz¨®n moral y la raz¨®n de Estado? Simple sensatez, desapasionada composici¨®n de lugar. Que el PSOE sea incapaz de sustituir a Felipe Gonz¨¢lez no comporta necesariamente que los dem¨¢s debamos ayudar a Izquierda Unida para que sustituya al PSOE.
Sea como sea, no se puede recomponer el arco que sostiene el Gobierno con el apoyo exclusivo que llega de Barcelona. No conceder una nueva pr¨®rroga de cr¨¦dito pol¨ªtico a los socialistas es apoyar la convocatoria inmediata de elecciones. Si se acaba de venir abajo el contrafuerte ubicado en Madrid -ya casi est¨¢ en ruinas-, no se producir¨¢ tan s¨®lo la ca¨ªda de Gonz¨¢lez en el peor momento y las peores condiciones, sino que se puede consolidar el retorno de este cainismo semisalvaje que se nos est¨¢ viniendo encima. La opci¨®n para la alternancia debe darse en otras condiciones. M¨¢s importante que el nombre del patr¨®n es que los dos grandes barcos, PSOE y PP, sigan en condiciones de navegar. Para ello es obligado disponer de un poco de aire que permita salir de la situaci¨®n de asfixia, dar luego algo de tiempo al tiempo y restituir por lo menos una cierta normalidad, hasta que los razonamientos dejen de ser el ropaje de oscuros sentimientos. El GAL no puede ser la p¨¦rdida de Cuba. La generaci¨®n del 68 debe demostrar que est¨¢ mejor armada que aquella del 98 para ayudar a salir del trance sin que se desmagnetice la aguja de navegar que nos conduce a Europa.
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