El Madrid se pierde ante la racaner¨ªa
El Albacete sac¨® un empate del Bernab¨¦u en la jornada electoral
El horizonte del Madrid est¨¢ marcado. Le espera una multitud de partidos ¨¢ridos, minados por equipos sin m¨¢s pretensiones que. taponar al l¨ªder de la forma que sea, Unos lo har¨¢n con cierto estilo y otros con un descaro absoluto. El Albacete perteneci¨® a estos ¨²ltimos. Tuvo orden y muchos defensas. Nada m¨¢s. Pero el Madrid debe aprender a manejar estos partidos. Ayer no lo hizo. Su problema es encontrar soluciones frente a la racaner¨ªa. Es el precio que paga a la fama de buen equipo. que gasta ahora.Donde est¨¢ Floro hay t¨¢ctica. Sus equipos est¨¢n estudiados, milimetrados, conocen sus obligaciones y las repetan punto por punto. En Madrid tir¨® dos l¨ªneas paralelas delante de su ¨¢rea. La primera ten¨ªa cuatro jugadores. La segunda, cinco. Todos eran defensas. Treinta metros por delante, Fonseca miraba el riguroso dispositivo de su equipo y esperaba el despliegue, que se produjo cada quince minutos o as¨ª. En los viejos tiempos, a ese se llamaba catenaccio. Ahora se adorna con otras palabras, peto es lo mismo. Un pelot¨®n de gente delante del portero y la esperanza puesta en alg¨²n contragolpe. Ning¨²n equipo ha sido m¨¢s r¨¢cano en Chamart¨ªn que el Albacete.
La propuesta estrictamente, defensiva del Albacete sirvi¨® para medir la habilidad del Madrid para desatascar el tap¨®n. Esta vez tuvo pocos recursos. Naturalmente tuvo sus oportunidad es y una supremac¨ªa indiscutible, pero desde el principio envi¨® un mensaje fatigoso. El Madrid necesitaba algo m¨¢s que la paciencia y el toque. Eso serv¨ªa para gobernar sobre el encuentro, pero no le daba las llaves del ¨¢rea.
Uno de los problemas estuvo en la banda derecha, donde Luis Enrique se ofusc¨®. En los ¨²ltimos partidos da s¨ªntomas de cansancio, un problema que le afecta a la hora de desbordar y elegir la jugada correcta. Se equivoc¨® demasiado y el p¨²blico la tom¨® con ¨¦l. En la izquierda, Amavisca, tambi¨¦n sufre los efectos del desgaste, pero. todav¨ªa le queda chispa para encarar y regatear. Lo mejor del Madrid vino por la izquierda, pero fue insuficiente para derribar el muro.
El Madrid volvi¨® a encontrarse con dificultades muy parecidas a las que padeci¨® en Valencia. La capacidad para inventar qued¨® reservada a Laudrup y a las cosas de Amavisca, uno de esos jugadores que se crecen al castigo de la fatiga. El resto se entreg¨® con la decisi¨®n de siempre. Zamorano corri¨® hasta reventar y lo mismo hizo Ra¨²l, pero en este partido se necesitaba gente un poco m¨¢s sutil, jugadores capaces de sorprender con el gesto habilidoso, gente que deja a dos por el camino y abre una brecha. Finalmente, la elecci¨®n era Laudrup, pero alrededor suyo florec¨ªan como setas las camisetas granates del Albacete.
El partido cobr¨® muy pronto un aspecto perro para el Madrid. En aquellas condiciones, con el Albacete en el b¨²nker y los problemas para encontrar v¨ªas de ataque, el Madrid dio algunos s¨ªntomas de desesperaci¨®n. Sus oportunidades fueron escasas y en alg¨²n caso estrafalarias: la mejor se produjo en un saque apresurado y largo de Buyo que control¨® Zamorano con el pecho y, sobre su giro, alcanz¨® un pelotazo tremendo desde la media cancha del Albacete. La pelota sobrepas¨® a Molina y durante un instante se abri¨® la duda. Si entraba, era el gol del a?o. Pero el bal¨®n sali¨® fuera por una cuarta
La ¨²nica alegr¨ªa que se dio el Albacete fue una jugada de Bjelica, que tuvo el honor de regatear a Quique (asunto francamente dif¨ªcil) y tirar el pase atr¨¢s a Zalazar, que enganch¨® mal el remate. Lo dem¨¢s fue una vida en la trinchera, muy ordenados y todo eso, pero bastante miserable. El Madrid no encontr¨® soluciones a la farragosa evaluaci¨®n que le propuso el Albacete. Al final, sac¨® toda su artiller¨ªa. Entraron Redondo y Alfonso, y hab¨ªa buenas razones para su ingreso. Los dos son jugadores que tienen desborde y habilidad para provocar un poco de caos frente al orden masivo del rival. En ¨²ltima instancia fue Alfonso el protagonista de la mejor ocasi¨®n madridista, un cabezazo que sali¨® picado junto al palo izquierdo. Luego lleg¨® la Carga final madridista, un poco precipitada, con bastante desesperaci¨®n y mucha energ¨ªa. Emotiva, pero insuficiente. El muro resisti¨® y el Madrid se vio obligado a aprender una lecci¨®n. Desde ahora tendr¨¢ que soportar muchos partidos como ¨¦ste.
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