El viraje represivo
Tras el s¨²bito golpe de tim¨®n de la presidencia mexicana en relaci¨®n con el conflicto de Chiapas, la.. duda b¨¢sica es por qu¨¦ y para qu¨¦ se decidi¨® reiniciar la guerra. Y de qu¨¦ forma: declarando que la dirigencia del Ej¨¦rcito Zapatista de Liberaci¨®n Nacional. (EZLN) "no es ni popular, ni ind¨ªgena, ni chiapaneca", sino un grupo de delincuentes comunes que ameritan ¨®rden es policiales de captura.Durante m¨¢s de dos meses, Ernesto Z¨¦dillo envi¨® insistentes exhortaciones a los rebeldes para que empezara la negociaci¨®n. Dos razones lo impidieron, al parecer: un mal c¨¢lculo del Comit¨¦ Cland¨¦stino Revolucionario Ind¨ªgena, que esperaba concesiones. previas al di¨¢logo y la falta de control del Gobierno federal sobre militares, polic¨ªas locales y oligarcas chiapanecos.
Cualquier r¨¦gimen tiene el derecho y la obligaci¨®n de oponerse, en la mesa de negociaciones o en el frente de batalla a una interrupci¨®n territorial del orden establecido. Pero el Gobierno mexicano decidi¨® empezar su cruzada antizapatista en los ftentes propagand¨ªstico y criminol¨®gico. Para ello recurri¨® a los cateos, los allanamientos, las capturas al margen de la ley y la intimidaci¨®n y, luego, a dos ii aniobras de deslegitimaci¨®n p¨²blica: la primera, catalogar a los.dirigentes zapatistas como delincuentes; la segunda, divulgar lo que parece ser la verdadera identidad del subcomandante Marcos.
La opini¨®n p¨²blica mexicana supon¨ªa, la tarde del jueves 9, que Zedillo habr¨ªa de tener muchos m¨¢s ases en la manga que un pu?ado de supuestos dirigentes rebeldes presos y una biografla que, lejos de desprestigiar a Marcos, parece haber aumentado su popularidad: al menos este Sebasti¨¢n Guill¨¦n originario de Tampico tiene -de acuerdo con la versi¨®n de las autoridades- m¨¢s grados acad¨¦micos que el doctor Fausto Alzati, infortunado ministro de Educaci¨®n que se vio forzado a renunciar al cargo al descubrirse que no hab¨ªa concluido los estudios de licenciatura. El pasado d¨ªa 12, unas 100.000 personas colmaron la plaza central capitalina para expresar a gritos una vieja sentencia antifascista adaptada para. la ocasi¨®n al clima de M¨¦xico: "Todos somos Marcos". El Gobierno mexicano ha forJado el primer delincuente com¨²n de masas en la historia del pa¨ªs.
?Estaba Marcos ya capturado cuando Zedillo f¨®rmul¨® su estremecedor anuncio? ?Contaba el Gobierno con una escisi¨®n en, las filas del EZLN (o con la disposici¨®n de renegados de alto rango) que le permitiera echarle el guante a algunos dirigentes? ?Hab¨ªa, al menos, una operaci¨®n de comandos que permitiera descabezar en forma quir¨²rgica a los rebeldes? ?Hab¨ªan imaginado las autoridades la inmensa reacci¨®n popular de rechazo al reinicio de la guerra? Seg¨²n se han desarrollado los acontecimientos, la respuesta com¨²n a todas esas preguntas es no. El viraje de Zedillo aparece, entonces, como un producto de la Improvisaci¨®n.
La gran mayor¨ªa de los comentaristas nacionales ha relacionado el endurecimiento gubernamental con el reci¨¦n recibido auxilio financiero estadounidense, y han supuesto la existencia de condiciones secretas que demandaban la represi¨®n en Chiapas a cambio de esa asistencia. As?mismo, estos comentaristas han afirmado que el golpe de tim¨®n presidencial no puede entenderse sin una presi¨®n por parte de los mandos milit¨¢res nacionales. Algunos de ellos se?alan el origen de las presiones en el grupo pol¨ªtico del ex presidente Salinas.
Me parecen tesis apresuradas. Ciertamente, en Wall Street y en el Capitolio hay sectores, hay parques jur¨¢sicos que odian con odio gen¨¦tico cualquier manifestaci¨®n de rebeli¨®n popular y que exigen, como prerrequisito a la inversi¨®n, que se recurra a la represi¨®n fast-track a fin de que los se?ores de¨ªa econom¨ªa global puedan construir sus malls en la selva Lacandona sin los riesgos de la malaria, los mosquitos y los ind¨ªgenas sublevados. Pero dudo que en la Casa Blanca, en el Departamento de Estado, en el del, Tesoro y en el Pent¨¢gono predomine una actitud semejante. El Gobierno de EE UU debe saber que una insurrecci¨®n popular de la magnitud de la chiapaneca no puede ser resuelta en dos semanas por el procedimiento expedito de fre¨ªr en napalm a sus miles (o decenas de miles) de participantes. La ¨²nica soluci¨®n militar es larga, cruenta, desestabilizadora y nefasta para las expectativas de recuperaci¨®n econ¨®mica.
En cuanto al.Ej¨¦rcito, es conocido su disgusto por el hecho de que el ex presidente Salinas le ordenara, hace 14 meses, disparar contra campesinos mexicanos. En ninguna instituci¨®n armada :Faltan los rambos que declaran su disposici¨®n a acalbar con el enemigo en 24. horas, pero es de suponer que, en, los mandos castrenses de M¨¦xico, hay una percepci¨®n m¨¢s realista de las dificultades t¨¢cticas y estrat¨¦gicas a que habr¨¢n de enfrentarse en las selvas chiapanecas.
De hecho, en sus acciones de los ¨²ltimos d¨ªas en Chiapas, los militares han evidenciado que. no estaban preparados para nada m¨¢s que para una ocupaci¨®n convencional de la regi¨®n bajo control zapatista, y ello implica, necesariamente, una guerra prolongada.
El Ministerio del. Interior afirmaba anteayer en uncomunicado que "de ning¨²n modo hay hechos de guerra en Chiapas". Pero el rnismo d¨ªa, el reportero de La Jornada Allonso Urrutia consigui¨® este di¨¢logo con el general Ram¨®n Arrieta, responsable de la toma de Aguascalientes y Guadedupe Tepeyac -donde el EZLN hab¨ªa establecido su comandancia general desde julio pasado-:
-?Se dir¨ªa que esto es la preguerra?
-No, es la guerra.-?,Ad¨®nde se fueron los zapatistas?
-A la selva. Ah¨ª es muy dificil entrar, es un terreno que se come mucha tropa... Ellos ya tienen un a?o ah¨ª y conocen todos los vericuetos de la selva. Nosotros esperamos que haya acuerdos, pero si no, habr¨¢ que entrar.
-?Habr¨ªa muchas bajas?
-Son los riesgos.
Esta clase de contradicciones abunda entre los bandos gubernamentales por estos d¨ªas. Se originan, al parecer, en la alocuci¨®n televisiva del propio Zedillo, en la cual el -mandatario anunci¨® las ¨®rdenes de aprehensi¨®n contra los presuntos cabecillas rebeldes. En el siguiente p¨¢rrafo, Zedillo manifest¨® la disposici¨®n del Gobierno a "buscar una soluci¨®n por medio del di¨¢logo". Estas inconsistencias reflejan las presiones que se ejercieron y se siguen ejerciendo contra el presidente para que emprenda y mantenga el camino de la represi¨®n, y que provienen, a mi entender, de los dinosaurios del partido oficial, de las corporaciones policiales, d¨¦ las c¨²pulas corporativas empresariales y de la red de cacicaz gos inconfesables que sigue siendo, a fin de cuentas, la principal base d¨¦ poder del PRI.
De ser as¨ª, entonces el primer objetivo del operativo de la intolerancia no fue la selva Lacandona, sino Los Pinos, la residencia presidencial. Cercaron a Zedillo para cercar a Marcos. Poco antes de tomar posesi¨®n del cargo, el actual presidente reconoc¨ªa en privado que la guerra en Chiapas no podr¨ªa ser "ganada" por el Gobierno, as¨ª fuera por el solo hecho de que, tras unas semanas de acciones b¨¦licas, el presupuesto militar iba a estar comi¨¦ndose una buena parte de los recursos p¨²blicos. Ojal¨¢ que nunca tengamos que saber si esa predicci¨®n era o no acertada. Ojal¨¢ que nos quedemos con la duda.
es jefe de opini¨®n del diario rnexicano La Jornada.
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