1.200 millones de chinos
NO S?LO son milenarias la historia y la cultura chinas, en frase ya consagrada que evoca su antig¨¹edad temporal; milenaria es tambi¨¦n su poblaci¨®n medida en millones de habitantes. El pasado d¨ªa 15, China sobrepas¨® oficialmente la barrera de los 1.200 millones, despu¨¦s de un sostenido esfuerzo de planificaci¨®n familiar y dr¨¢sticas medidas para contener el n¨²mero de hijos por familia. Aun as¨ª, se estima que en la realidad el n¨²mero de ciudadanos chinos es superior al oficial, dadas las dificultades de actuar, incluso de saber lo que ocurre, en el medio rural. De modo que, de no haberse instrumentado tal pol¨ªtica, no se sabe hasta d¨®nde hubiera podido seguir creciendo la poblaci¨®n.El problema del crecimiento demogr¨¢fico es uno de los motivos de preocupaci¨®n m¨¢s extendidos, debido a sus evidentes repercusiones sobre el bienestar y la salud de los pueblos, que ven que sus expectativas de mejora quedan anuladas y sobrepasadas por un crecimiento de su poblaci¨®n, especialmente en el caso de China o de la India, verdaderos gigantes demogr¨¢ficos. A esos efectos se vienen a a?adir los medioambientales, para los que existe hoy una sensibilidad muy extendida en el mundo. En efecto, si esas enormes poblaciones consumieran recursos naturales y energ¨¦ticos al nivel no ya de los pa¨ªses occidentales, sino ¨²nicamente para disfrutar de un cierto confort social, la presi¨®n sobre dichos recursos ser¨ªa insoportable. Pero esos pueblos tienen derecho a elevar sus est¨¢ndares de vida y de consumo, y lo har¨¢n si el crecimiento econ¨®mico sigue manteni¨¦ndose, de modo que ese problema no es ¨²nicamente te¨®rico, sino que se plantear¨¢ pr¨¢cticamente.
La planificaci¨®n familiar es un asunto dificultoso y no sin consecuencias. En China todo parece indicar que dicha planificaci¨®n se instrumenta sin el debido respeto a los derechos y las libertades individuales. La envergadura de los efectos del crecimiento demogr¨¢fico desbocado ya ha sido enfatizada, pero la lucha contra los mismos debe basarse en la persuasi¨®n, la educaci¨®n y la elevaci¨®n de la situaci¨®n social de las mujeres. Lo ocurrido en los pa¨ªses occidentales es una clara prueba de que eso es posible, aunque el contexto cultural y econ¨®mico sea muy diferente.
En ¨¦se sentido, la intransigente posici¨®n de la Iglesia cat¨®lica, espectacularmente desplegada en la pasada Conferencia de El Cairo sobre Poblaci¨®n, no ayuda precisamente a encontrar una soluci¨®n racional y sensible a uno de los m¨¢s pavorosos problemas con los que la humanidad habr¨¢ de enfrentarse el pr¨®ximo siglo. A veces resulta dif¨ªcil comprender la ausencia de una real preocupaci¨®n al respecto.
Otra de las consecuencias que est¨¢ teniendo la dura pol¨ªtica demogr¨¢fica china es el desequilibrio en el sexo de los nacidos a favor de los ni?os. Hay algunas incertidumbres en la cuantificaci¨®n del fen¨®meno, pero hay absoluta certeza de que existe, y en una medida notable, mucho m¨¢s all¨¢ de lo que ser¨ªa una fluctuaci¨®n natural. Se est¨¢n produciendo, en el mejor de los casos, abortos selectivos, debido a que los matrimonios prefieren tener varones, generando ese desequilibrio, cuyos efectos se nos escapan en el detalle, pero ser¨¢n sin duda negativos.
Inercias culturales del pasado, sin ninguna justificaci¨®n en el mundo de hoy, coexisten con pol¨ªticas de salud y de planificaci¨®n familiar avanzadas, produciendo estos efectos colaterales todav¨ªa poco conocidos. A no dudar, estos aspectos requerir¨¢n de grandes esfuerzos intelectuales para evaluar su impacto, de una s¨®lida actitud ¨¦tica y de iniciativas pol¨ªticas para afrontarlos adecuadamente.
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