La cuesti¨®n chiapaneca
?Ley¨® Emesto Zedill¨® la nota de la revista Time en la que abiertamente se hablaba de un presidente "derretido"? ?Pens¨® que en pol¨ªtica, mucho m¨¢s que en filosof¨ªa, tuvo raz¨®n el obispo Berkeley cuando dijo hace m¨¢s de dos siglos: El Ser es la Percepci¨®n? ?Se impacient¨® de ser percibido como un presidente d¨¦bil y pol¨ªticamente inexperto? ?Se doli¨® de que su presidencia, sustentada sobre bases electorales mucho m¨¢s firmes que las de su predecesor, Carlos Salinas, no gozase de la fuerza que pronto alcanz¨® ¨¦ste? ?Pero c¨®mo gan¨® su fuerza Salinas, siendo un presidente con legitimidad electoral tan discutida? ?Pod¨ªa Zedillo conquistar fuerza y confianza p¨²blica con el equivalente del Quinazo -la acusaci¨®n y encarcelamiento del nefando l¨ªder petrolero Joaqu¨ªn Hern¨¢ndez Galicia en enero de 1989, que tantos aplausos le vali¨® a Salinas-? ?Qu¨¦ Quinazos le quedaban a Zedillo, agobiado por las sucesivas devaluaciones del peso, la fuga de capitales, la evaporaci¨®n de las reservas, las amenazas de moratoria de pagos y bancarrota, los pr¨¦stamos con o sin condiciones? ?No ten¨ªa cuatro buenas opciones y una mala? ?No era la primera buena opci¨®n remover a un Gabinete de mediocridad flagrante y sustituirlo con otro verdaderamente competente, representativo del talento y la pluralidad nacionales y abocado a atender una situaci¨®n de emergencia? ?No era la segunda buena opci¨®n llevar a una con clusi¨®n justa, cre¨ªble y r¨¢pida los -Casos Colosio, Posadas y Ruiz Massieu -tres asesinatos que ensombrecen la conciencia p¨²blica y el prestigio del aparato judicial que Zedillo quiere reformar-? ?No era la tercera. buena opci¨®n proseguir, sobre las bases anteriores, el avance hacia una plena democracia mexicana, a partir del Acuerdo Pol¨ªtico Nacional suscrito entre los partidos y el Gobierno el pasado mes de enero? ?Y no era la cuarta, la opci¨®n de mantener la tregua en Chiapas, arm¨¢ndose de paciencia y m¨¢s paciencia, como lo dijo el presidente hace poco, argumentando contra los balcones de dentro y de fuera del aparato oficial que usar la fuerza en Chiapas no significaba acabar con la vio lencia en Chiapas, sino aumentarla all¨ª y en el pa¨ªs entero? ?Por qu¨¦ opt¨® Emesto Zedillo por la quinta y m¨¢s mala de sus opciones: romper la tregua en Chiapas? ?Porque era la m¨¢s f¨¢cil para desvanecer la imagen de debilidad presidencial? ?Corriendo el riesgo de aparecer m¨¢s d¨¦bil que nunca, prisionero del Ej¨¦rcito, de los halcones nacionales, de los tiburones internacionales y, aun, del Gobierno norteamericano? ?C¨®mo saber, a la vez de la flagrante contradicci¨®n entre la pol¨ªtica de h¨¢bil paciencia y voluntad negociadora del Zedillo de ayer y la pol¨ªtica militarista del Zedillo de hoy, qui¨¦n maneja a qui¨¦n: si el presidente al Ej¨¦rcito, o el Ej¨¦rcito al presidente?. ?No sabe el presidente que responder a la violencia popular con la violencia oficial revela el nombre verdadero de ¨¦sta: la impunidad? ?Por que careci¨® finalmente de paciencia, imaginaci¨®n y voluntad, incluso frente a la ret¨®rica maximalista y a los desplantes publicitarios del comandante Marcos? ?No sab¨ªa que la mera presencia del Ej¨¦rcito en el per¨ªmetro de la tregua era suficiente para asegurar la contenci¨®n del conflicto y darle tiempo y m¨¢s tiempo, pero tambi¨¦n m¨¢s y mas exigencia de imaginaci¨®n pol¨ªtica, a su soluci¨®n? ?No se deb¨ªa negociar ya con encapuchados insurgentes en una iglesia cat¨®lica -en espera, quiz¨¢s, de que el pa¨ªs deje de negociar con encapuchados oficiales en la iglesia del PRI? ?Alguien cree que los arsenales descubiertos en Veracruz y el Distrito Federal son, de ser del EZLN,. una amenaza real para el gobierno? ?Son estos rid¨ªculos- arsenales -diez armas de fuego, tres ca?ones caseros, dieciocho granadas, dos minas, nueve kilos de explosivos y 946 cartuchos- mayores que los de cualquier asaltante bien provisto en . una de nuestras grandes ciudades? ?No tiene mejor armamento cualquier peque?o cacique pueblerino de M¨¦xico? ?Y por qu¨¦ en un r¨¦gimen que se dice comprometido con la reforma y eficacia de la justicia, se da el espect¨¢culo p¨²blico de un procurador general mostrando la parafernalia de un miserable arsenal mezclado con supuestas pruebas de subversi¨®n libros, revistas, art¨ªculos, ejemplares de Time y del New York Times? ?En que queda la supuesta independencia de un procurador salido de un partido de la oposici¨®n, descubriendo que un movimiento armado tiene armas y que hay centenares de publicaciones que se han ocupado del conflicto chiapaneco? ?Se trata de liquidar la cada vez m¨¢s destartalada fama del PAN como partido de oposici¨®n? ?Tiene raz¨®n Porfirio Mu?oz Ledo cuando habla de un r¨¦gimen de Estado bipartidista PRI-PAN? ?Se, ha convertido la Procuradur¨ªa General de la Rep¨²blica en la PANader¨ªa General de la Rep¨²blica? Y mucho m¨¢s gravemente, ?este espect¨¢culo digno de la Santa Inquisici¨®n anuncia tiempos de pesquisa ideol¨®gica, de satanizaci¨®n de la heterodoxia, sea pol¨ªtica, intelectual o sexual? ?Entramos a un periodo de guerra sucia a la argentina? ?Con qu¨¦ garant¨ªas cuentan los ciudadanos, los diarios y revistas, las universidades y los centros de investigaci¨®n y sobre todo los individuos y sus familias, cuando se crea un clima inquisitorial, de asociaciones delictivas, en el que todos los cavernarios pol¨ªticos del pa¨ªs se sienten autorizados, por la energ¨ªa y la voluntad admirables del se?or presidente, a actuar en defensa de las instituciones amenazadas por rebeldes, izquierdistas, ateos, homosexuales, sidosos, mujeres que piden el derecho al aborto, anormales en suma? ?No hemos visto demasiadas veces estos abismos tenebrosos abrirse en nuestro tiempo, a veces como parte de una pol¨ªtica deliberada, a veces como resultado de un descuido o una debilidad oficiales que los halcones se apresuran a aprovechar, hasta convertirse en los campeones de una libertad excluyente de los dem¨¢s porque son int¨¦rpretes privilegiados del pensamiento presidencial? ?No abre, ominosamente, Zedillo esta perspectiva cuando sataniza a las dirigencias del EZLN diciendo que no son "ni populares, ni ind¨ªgenas, ni ch?apanecas"? ?No son, en todo caso, mexicanas? ?Debi¨® Sim¨®n Bol¨ªvar abandonar su condici¨®n de arist¨®crata venezolano para liberar a los esclavos de la mita peruana? ?Debi¨® el Che Guevara abstenerse de luchar en Cuba porque era argentino? ?Ten¨ªa algo que ver el Cura Hidalgo, lector de Rousseau, con las turbas iletradas de la Independencia rnexicana? ?Y en qu¨¦ momento se convirtieron los representantes zapatistas, de dirigentes dignos de sentarse a negociar, en delincuentes dignos de ser exterminados por el Gobierno? ?Son ciertos los informes de ejecuciones sumarias en Chiapas, las declaraciones de tortura de mujeres zapatistas a las que las confesiones les fueron arrancadas con amenazas y toques el¨¦ctricos?. ?Y qui¨¦n nos asegura que, una vez liquidada la insurgencia zapatista, se atender¨¢n de verdad los problemas seculares de Chiapas? ?Estar¨ªan esos problemas presentes en nuestras conciencias si, no hubiera sido por Marcos y el EZLN? ?Volver¨¢ Chiapas, sin Marcos y el EZLN, a caer en manos de gobernadores ineptos y corruptos, volver¨¢n a hundirse los ancestrales reclamos de la regi¨®n en el olvido, la desesperaci¨®n y la injusticia? ?Por qu¨¦ se tilda de delincuentes a los insurgentes zapatistas y se trata como p¨²dicas doncellas a los finqueros, los ganaderos, los rapamentes, los terratenientes que explotan a Chiapas con la impunidad y la alevos¨ªa que les dan sus guardias blancas? ?Por qu¨¦, siempre, tanta violencia contra los d¨¦biles en nombre del derecho y, tanta justicia hacia los poderosos en nombre de la impunidad? ?Terminar¨¢ esta guerra, reiniciada por el Gobierno, restaurando simplemente el statu quo ante en Chiapas? ?Ser¨¢ una guerra breve, una operaci¨®n quir¨²rgica: en la que las voces de la protesta y de la justicia sean sofocadas al cabo por el coro adulador y leguleyo de la raz¨®n de Estado, los imperativos financieros y otros biombos de la injusticia perpetuada? ?O ser¨¢ Chiapas una guerra larga, de atrici¨®n, un Vietnam mexicano en el que el colonialismo interno somete a sus sujetos coloniales, una Chechenia que no se atreva a decir su nombre, una sombra separatista proyectada sobre el futuro de M¨¦xico por la impaciencia y la ceguera centralistas? ?Conf¨ªa el presidente Zedillo en una operaci¨®n veloz que le permita, de all¨ª en adelante, gobernar con firmeza a favor de una pol¨ªtica democr¨¢tica? ?O son la democracia, el acuerdo pol¨ªtico y la voluntad negociadora, las primeras v¨ªctimas de la nueva guerra en Chiapas? ?No dice acaso verdad Adolfo Agular Zinser cuando advierte que con la raz¨®n de la reforma democr¨¢tica de su lado, "un Gobierno en tr¨¢nsito genuino, real, tangible a la democracia y la justicia", le quitar¨ªa raz¨®n a los zapatistas y los obligar¨ªa forzosamente a negociar? ?Es demasiado tarde para restaurar la pol¨ªtica de paz, paciencia y negociaci¨®n en lasque Zedillo debi¨®, con persistencia, fundar su propia autoridad presidencial? ?Hoy, est¨¢ enajenada esa autoridad al Ej¨¦rcito, a la bolsa de valores, a los ultras mexicanos, a los menos numerosos pero a los m¨¢s rapaces? ?Ha dividido el presidente a M¨¦xico, al pa¨ªs, creando las condiciones para un enfrentamiento civil? ?No cont¨® el Quinazo de Salinas con un consenso nacional, mientras que el Chiapanecazo de Zedillo carece de ¨¦l -a menos que identifiquemos la adulaci¨®n con la naci¨®n-? ?Cuenta Zedillo con la fatalidad del olvido, el desgaste de las convicciones" el peso aplastante de la necesidad? ?O puede a¨²n ser un presidente con la autoridad que ¨¦l mismo ha explicado, la autoridad fundada no en el autoritarismo, sino en la democracia? ?Pero puede Zedillo conquistar la verdadera autoridad sin el apoyo de la sociedad civil, los partidos pol¨ªticos y sus organizaciones? ?Es ¨¦sta, al cabo, no una lucha aislada en la selva lacandona, sino una lucha nacional entre las fuerzas de la oscuridad (dinosaurios del PRI, caciques, asesinos emboscados, especialistas en represi¨®n) y las fuerzas de la luz (la sociedad civil en su conjunto)? ?Quedar¨¢ Zedillo sometido a las sombras, dividido entre sol y sombra, o salvado por la luz? ?Depende la respuesta s¨®lo de ¨¦l o de la mayor¨ªa de los mexicanos? ?Coincidir¨¢n al cabo nuestro ser nacional y nuestra percepci¨®n democr¨¢tica? ?Podremos lograr dicha coincidencia sin esa "necesidad moral de la paz", como la llama elocuentemente Miguel ?ngel Granar dos Chapa, indispensable en "una naci¨®n atribulada por la miseria y la inequidad, atenazada hoy por esa guerra de todos contra todos impuesta por la crisis devaluatoria y su manejo", a la que encima de todos sus males, se le impone hoy una guerra persecutoria en Chiapas?
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