Ayuda a alto precio

M?XICO TENDR? qu¨¦ pagar un alto precio por los 20.000 millones de d¨®lares que se comprometi¨® a prestarle Estados Unidos dentro del paquete internacional de ayuda de 50.000 millones. Tras seis d¨ªas de intensas negociaciones, ambos pa¨ªses han logrado por fin ponerse de acuerdo sobre las condiciones para transferir este dinero, necesitado con urgencia por M¨¦xico para hacer frente a sus obligaciones m¨¢s inmediatas.La disponibilidad de este cr¨¦dito puede actuar como b¨¢lsamo ahora, pero cabr¨ªa preguntarse si el Gobierno de Ernesto Zedillo, debilitado ya por el conflicto de Chiapas, aguantar¨¢ el coste pol¨ªtico de las condiciones impuestas por Washington. La Administraci¨®n de Clinton exige a M¨¦xico un f¨¦rreo control de la masa monetaria y el pago a trav¨¦s de la Reserva, Federal de Nueva York del petr¨®leo mexicano que compren las compa?¨ªas extranjeras. Adem¨¢s, Washington ha pedido a M¨¦xico que siga adelante con las reformas' estructurales y las privatizaciones, especialmente de la banca.

Unas condiciones draconianas que Zedillo tendr¨¢ dificultades para vender en casa. De un lado, la restricci¨®n del dinero en circulaci¨®n para contener la inflaci¨®n provoco que el Banco de M¨¦xico subiera los tipos de inter¨¦s al 50%. Este encarecimiento del dinero tendr¨¢ a corto plazo efectos demoledores, sobre multitud de empresas. Adem¨¢s de contraer el cr¨¦dito a las compa?¨ªas exportadoras que m¨¢s. se podr¨ªan beneficiar del 40% de devaluaci¨®n del peso, los bancos ver¨¢n disparado su ¨ªndice de morosidad, con la posible quiebra de alguno de ellos. A ello hay que sumar el coste pol¨ªtico que puede tener la cesi¨®n de los ingresos por petr¨®leo, aunque s¨®lo sea a t¨ªtulo de aval. Que Estados Unidos controle indirectamente una de las principales riquezas del pa¨ªs resulta un precio muy caro a pagar en t¨¦rminos de soberan¨ªa.

Washington debe ser consciente de que las exigencias impuestas a su pa¨ªs vecino pueden tener una acogida social muy negativa que favorecer¨¢ poco el clima de estabilidad que necesita el pa¨ªs para recuperar la confianza de los inversores y sacar adelante su econom¨ªa, pero la decisi¨®n de Clinton de puentear al Congreso para aprobar la ayuda no dejaba m¨¢s salida a los negociadores estadounidenses que atar bien las garant¨ªas del cr¨¦dito. Siendo bastante excepcional que el presidente se salte el veredicto del Congreso en un pr¨¦stamo de un importe tan elevado, la Administraci¨®n de Clinton quiere estar segura de que el dinero del contribuyente ahora en juego por decisi¨®n propia no cae en saco roto.