Un empate por debajo de los m¨¦ritos
Espa?a mereci¨® ganar a un equipo alem¨¢n con un juego pobre y fiado s¨®lo ala fuerza
Espa?a volvi¨® a desinflar el mito alem¨¢n. El empate no ocult¨® su primac¨ªa frente a un equipo torp¨®n y limitado, fiado ¨²nicamente al, poder¨ªo f¨ªsico de sus jugadores. Pero ¨¦sta no es cualidad futbol¨ªstica. Es el producto de a?os de buena alimentaci¨®n. Con la pelota, no valen nada. Espa?a debi¨® ganar el encuentro. Puso mejores futbolistas y mejores acciones. Volvi¨® a presentarse como un equipo fiable, con car¨¢cter y jugadores notables. Le falta paciencia y delicadeza, pero en esto Clemente no concede.Seg¨²n Alemania, el f¨²tbol es un asunto pedregoso, s¨®lo conveniente para muchachotes con ganas de desfogar la energ¨ªa que procura la juventud. La pelota, por ejemplo, es una molestia. Les repugna el bal¨®n, convertido en un objeto desagradale. Un pase es dif¨ªcil; un regate, imposible. Ellos chocan, corren, pegan y saltan. Son m¨¢s alemanes que nunca, o al rev¨¦s, porque hubo un tiempo en el que Beckenbauer jugaba como un pr¨ªncipe y Overath pisaba la pelota como un brasile?o. Pero su rastro, y el de Netzer, Haller, Held, Grabowski y Schuster, se ha perdido por alg¨²n sumidero. Un jugador como Andy M?ller es una rareza en estos tiempos. M¨²ller todav¨ªa mantiene que el f¨²tbol es un juego, una actividad que tiene que ver con la diversi¨®n y el ingenio, con las cosas que hacen diferente al futbolista del minero. Nada de lo que hizo M?ller fue anormal -los regates, los pases correctos, la aparici¨®n por sorpresa-, pero s¨®lo su figura daba alg¨²n color a aquel paisaje gris de los alemanes.
Por- comparaci¨®n, los jugadores espa?oles parec¨ªan tropicales. Incluso los defensas ten¨ªan alg¨²n detalle con la pelota, un recurso imprevisto en los alemanes. Y esto en una selecci¨®n de Clemente, que pasa por mec¨¢nica y f¨ªsica. Pero su abanico de recursos fue extraordinariamente superior. Espa?a dirigi¨® el partido y tuvo un buen' aspecto. Le falt¨® algo de tacto en el ¨¢rea y un poco de paciencia. Demostr¨® car¨¢cter para meterse en el combate que propon¨ªa Alemania. Contestaron a las patadas, chocaron cuando hizo falta y siempre desafiaron al rival. En este sentido, el equipo tuvo el perfil que quiere Clemente.
El partido discurri¨® con un, punto constante de precipitaci¨®n. Todo ocurr¨ªa con demasiada rapidez, sin nadie que eligiera los momentos para detenerse y mirar, para escoger los tiempos y confundir a los alemanes, que s¨®lo juegan con una velocidad. Por ese lado, Alemania estuvo en el partido que ped¨ªa. La tendencia al descontrol favorec¨ªa sus intereses. Entre un choque y un regate, los alemanes prefieren el choque; entre un, pelotazo y tres toques cortos, los alemanes prefieren el ollazo. Bien, hubo demasiados choque y pelotazos.
Amavisca y Luis Enrique fueron instrumentales en la diferencia que marc¨® la selecci¨®n espa?ola en el primer tiempo. Luis Enrique sali¨® volteado con frecuencia en sus regates, ante la indiferencia del ¨¢rbitro. Amavisca contin¨²a su progresi¨®n. Todav¨ªa le falta un pelda?o para ser un jugador desequilibrante, pero sus cualidades son evidentes. Es un extremo vertical y r¨¢pido, una especie cada vez m¨¢s rara en el f¨²tbol actual. Pero adem¨¢s tiene recorrido y le gusta atreverse. Si puede se echa un quiebro o se saca un lujo, como el taconazo que envi¨® a Luis Enrique en la mejor jugada del encuentro. Y no le falta la cuota de aspereza para sobrevivir.
Donato es otro futbolista que ha encontrado un h¨¢bitat adecuado en este equipo. Juega con naturalidad y presencia. En el centro del campo fue el jugador m¨¢s destacado. Tiene la versatilidad para aceptar los partidos crudos y los finos. Puede ofrecer la versi¨®n de medio matraca y la de brasile?o pinturero. En el dibujo de Clemente, Donato, Hierro y Nadal son decisivos, los jugadores que configuran el estilo del equipo: poderosos, f¨ªsicos, proclives al juego largo, pero con un porcentaje apreciable de clase.
La selecci¨®n no sali¨® da?ada por el empate. Alemania la trat¨® de usted, y en el f¨²tbol tambi¨¦n cuentan estas cosas. Los t¨¦rminos de la ecuaci¨®n se han cambiado. Tiempo atr¨¢s, Espa?a miraba desde el complejo a los alemanes. La situaci¨®n deber¨ªa invertirse. Alemania es un equipo unidimensional, aburrido y torpe, sostenido por su fortaleza f¨ªsica y por el mito que impregna su camiseta. Pero en Jerez fue inferior a Espa?a.
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