Los 'se?ores de la guerra' negocian repartirse el poder en Somalia y hablan de paz

El general Mohamed Far¨¢ Aidid cambi¨® ayer el uniforme por camisa blanca y corbata. El m¨¢s temible de los se?ores de la guerra anunci¨® en su casa de Mogadiscio: "La guerra ha terminado en Somalia". Tres d¨ªas despu¨¦s de la salida de las fuerzas de las Naciones Unidas, que en dos a?os fueron incapaces de desarmar a las decenas de clanes y de implantar la paz, las armas siguen casi mudas y Aldid llama "hermano" a su mayor enemigo, Ali Mahdi
Tras invocar tres veces a Al¨¢ con el pu?o en alto, Aidid ley¨® un manifiesto rodeado de su Estado Mayor, su Gobierno en la sombra y sus aliados. En contraste con la desafiante ale gr¨ªa que Aidid exhibi¨® ante la partida de la ONU, el general adopt¨® ayer un tono m¨¢s pol¨ªtico. No s¨®lo anunci¨® la pr¨®xima reuni¨®n de una conferencia para la reconciliaci¨®n nacional que forme un gobierno de unidad capaz de restaurar la autoridad, proceder al desarme de las milicias y convocar elecciones democr¨¢ticas, sino que pi di¨® la ayuda del mundo para una tarea que los m¨¢s de 30.000 cascos azules de la ONU fueron incapaces de cumplir. "Hacemos un llamamiento a la comunidad internacional y a los pa¨ªses amigos para que nos ayuden a reconstruir el pa¨ªs. Somalia sola no puede". Aidid sostiene que no hay ninguna contradicci¨®n entre su alegr¨ªa por el fracaso de la ONU y su petici¨®n de ayuda internacional. "Desde la salida de los cascos azules el pa¨ªs est¨¢ en paz. Los problemas se agravaron por la injerencia extranjera. Mi hermano Ali Mahdi y yo estamos hablando para restablecer los servicios del puerto y del aeropuerto y poner en marcha la reconciliaci¨®n nacional". Para el astuto hombre de la guerra, que controla no s¨®lo dos tercios de la capital, sino buena parte de Somalia y es hoy por hoy el hombre fuerte del pa¨ªs, "el mayor error de la ONU fue que las tropas extranjeras llegaron para ayudar y cambiaron su misi¨®n hasta convertirse en una fuerza de intervenci¨®n".En el mes de julio de 1993, a la pregunta de si consideraba necesaria la eliminaci¨®n f¨ªsica de Aidid, el secretario general de la ONU, Butros Butros-Gali, respondi¨® que s¨ª.
Tanto Aidid como Mahdi pertenecen al mismo y poderoso clan, el hawiye, y al mismo partido, el Congreso de Somalia Unida, que derrib¨® al sangriento dictador Siad Barre en 1991. Pero mientras que Mahdi, de 56 a?os, rico hombre de negocios y antiguo diputado, forma parte del subclan abgal, que ha vivido tradicionalmente en la capital, Aidid, del subclan harb-gadir, fue pastor, militar y diplom¨¢tico y complet¨® su formaci¨®n en Italia y en la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Para un miembro de la exigua burgues¨ªa local, el anuncio de que la guerra ha terminado "no es m¨¢s que pura propaganda al viejo estilo sovi¨¦tico". Lo que s¨ª parece claro es que los clanes de Aidid y de Mahdi est¨¢n negociando bajo la mesa y que las armas seguir¨¢n en silencio mientras tanto. En su casa de Mogadiscio, Mahdi sonr¨ªe y mantiene el tipo. Cuenta con no poco poder, pero est¨¢ en inferioridad frente a Aidid. Autoproclamado presidente tras la ca¨ªda de Barre, Mahdi goz¨® del respaldo de la ONU. Pero ahora deplora la partida de la fuerza internacional "sin que hubieran terminado su trabajo, sin haber establecido un m¨ªnimo acuerdo que permitiera la reconciliaci¨®n nacional".
El general Aidid reina sobre un pa¨ªs inexistente. Es el mismo hombre a quien, en el m¨¢s puro estilo del salvaje Oeste, la ONU puso precio y a quien los rangers estadounidenses trataron de cazar en el laberinto de la capital, del cuerno de ?frica tras ser acusado de "cr¨ªmenes contra la humanidad". Para los esc¨¦pticos locales, el aumento en un 200% del preci¨® de las armas explica su silencio actual. "Mientras los clanes entiendan que pueden obtener alguna ventaja en el reparto del poder, la calma se mantendr¨¢ en Somalia", apostilla un veterano periodista local. La paz sigue siendo un asunto incierto en un pa¨ªs destruido y plagado de armas, clanes y bandidos.
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