El laboratorio radiof¨®nico de Sard¨¢
Entrevistados sin preguntas, tertulias con locos l¨²cidos, ocurrencias de Casamajor... Todo cabe en 'La ventana'
Como una encarnaci¨®n del profesor Franz de Copenhagen o del no menos sabio Silvestre Tornasol, Javier Sard¨¢ llega cada ma?ana a las 9 a los estudios de Radio Barcelona, re¨²ne a su equipo y comienza a carburar. A rumiar. A veces sale humo por las rendijas y si esto fuera un c¨®mic el globo estar¨ªa lleno de ecuaciones imposibles, tachaduras, ra¨ªces cuadradas, alambiques burbujeantes y circuitos el¨¦ctricos que echan chispas. Habr¨ªa que dibujar tambi¨¦n una bombilla encendida, porque la puerta no vuelve a abrirse hasta que la idea, el invento, alumbra.Sard¨¢, Casamajor y la docena de gentes de su troupe de La Ventana fabrican as¨ª cada d¨ªa su programa de las tardes en la SER. Un joven inquieto e innovador, dicen de Sard¨¢, y es quiz¨¢ su mayor m¨¦rito que digan eso de un tipo que lleva 20 a?os trabajando as¨ª. Parece que Sard¨¢ no concibe la radio sin imaginaci¨®n ni un d¨ªa como si no fuera el primero. Hoy, por ejemplo. ?Qu¨¦ ha inventado usted hoy? Hoy ha inventado, dice, la censura. "Hemos puesto a los oyentes ante la tesitura de decidir si censuran o no algunos textos: pornograf¨ªa , nazismo, basura deleznable...". Sard¨¢ sorprende a los oyentes con ejercicios de este estilo. Lo bueno de la experiencia es que los oyentes sorprenden a menudo a Sard¨¢: nadie censur¨® ni una coma.
En la n¨®mina de inventos de la casa aparecen hallazgos realmente notorios, como la inversi¨®n de papeles, donde uno razona con los argumentos del otro: V¨ªctor Mendes atacando con sa?a la fiesta de los toros mientras el presidente de una sociedad protectora de animales trata de convencerle de la belleza que encierra la tauromaquia; tres periodistas ametrallados sin compasi¨®n por las preguntas mal¨¦volas con que les fr¨ªen tres pol¨ªticos; el padre Javierre escandalizando con su pasi¨®n de comecuras a un beato Albert Boadella. ?Se trata de un juego? Sin duda es un juego de palabra y pensamiento y quiz¨¢ tambi¨¦n una cura que podr¨ªa recetar el buen m¨¦dico a pacientes con intolerancia a los dem¨¢s y propensi¨®n al dogmatismo.
Concursos sin premio
Los concursos, por un decir. Los oyentes de La Ventana est¨¢n acostumbrados a participar a cambio de nada porque no hay m¨¢s premio que jugar. La gente llama y pregunta lo que quiere a un invitado desconocido: luego llega el personaje y se encuentra con un asombroso cuestionario, variopinto, surreal, sin nada que ver con su especialidad y el pobre ve puesta a prueba su imaginaci¨®n, descubre sus conocimientos, desvela sus lagunas y refuerza su sentido del humor. Un psiquiatra y, su paciente est¨¢n hablando con Sard¨¢ y Casamajor: el oyente tiene que descubrir quien es qu¨¦, es decir, quien de los dos est¨¢ m¨¢s loco. El personaje emboscado: la gente pregunta a tres personas. Siempre falla. ?Vaya historia!: el concursante decide qui¨¦n miente, si Casamajor cuando afirma que la batalla de las Navas de Tolosa tuvo lugar en Calata?azor o Sard¨¢, que asegura que ocurri¨® junto a las Tablas de Daimiel.
O las entrevistas. Sard¨¢ y Casamajor buscan siempre la forma de no preguntar a menos que el entrevistado sea un magistrado. Las entrevistas las graban por la ma?ana y el personaje nunca sabe qu¨¦ demonios va a tener que hacer. Juanjo Puigcorb¨¦ dio un cursillo esta semana de c¨®mo no ligar. A un ministro le simularon un accidente de tr¨¢fico y tuvo que rellenar el parte amistoso. Al torero Espl¨¢ le hicieron matar una mosca en el estudio con un diario mientras Mat¨ªas Prats padre retransmit¨ªa en directo la faena.
La mejor aportaci¨®n a las tertulias radiof¨®nicas la ha hecho Sard¨¢ llev¨¢ndose al programa a tres personas en tratamiento psiqui¨¢trico. Su demostraci¨®n semanal de lucidez vierte serias dudas sobre el sentido com¨²n y el del rid¨ªculo de la mayor¨ªa de tertulianos supuestamente sensatos que invaden las ondas.
Claro que si la n¨®mina de inventos de Sard¨¢ est¨¢ repleta, tambi¨¦n lo est¨¢ la de miembros de su equipo. La Ventana se emite de cuatro a siete la tarde pero se guisa de nueve de ma?ana a nueve de la noche. Y lo hace un equipo de seis productores y cinco redactores que junto a Sard¨¢ y Casamajor trabajan como benditos. "Puse una ¨²nica condici¨®n para hacer el programa: traer a mi equipo y que lo pagaran bien. Es gente joven, funciona a todo trapo y tiene la mejor condici¨®n para hacer bien las cosas: no sentirse nunca satisfecha", dice Javier Sard¨¢.
?Podr¨ªa hacerse de otro modo un programa que se plantea cada d¨ªa encontrar en el mapa de un pa¨ªs que no se sorprende ya de nada a gente desconocida que vive historias sorprendentes? "A este apartado" -cuenta Sard¨¢- "lo llamamos la troika porque cada d¨ªa buscamos tres casos interesantes. Es un esfuerzo de imaginaci¨®n y sobre todo de b¨²squeda, de localizaci¨®n". As¨ª Sard¨¢ ha inventado su mejor invento: llevar a la radio una realidad que supera casi siempre a la ficci¨®n. Un ginec¨®logo es presentado a un se?or de 30 a?os: es el primer ni?o que ayud¨® a nacer. Un ladr¨®n de grandes almacenes cuenta como burla al guardia jurado en presencia de este mismo vigilante. Tres personas que despu¨¦s del programa iban a asistir a otros tantos funerales hablaron de la vida en el d¨ªa de los difuntos. Tres negros escuchan los chistes racistas m¨¢s crueles que Sard¨¢ y Casamajor recuerdan. Tres militantes pol¨ªticos que improvisan discursos de factura oratoria intachable: son analfabetos. Un guardia civil y su hijo, independentista catal¨¢n.
Esta es una muestra de los grandes inventos de Sard¨¢ y el se?or Casamajor. "En realidad, no hacemos m¨¢s que un magazine con los tres ingredientes indispensables: opiniones distintas, historias interesantes y naturalidad. La diferencia est¨¢ en el c¨®mo, en la actitud que adoptamos frente a ellos", afirma el responsable de La ventana.
Cuesti¨®n pues de estilo, que es decir de talante, de personalidad. Y de ideas propias. En el fondo es sencillo: se trata de pensar. Un invento tan viejo como el lenguaje.
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