Cristo cambia en Las Ventas
Una terna de coletudos de cotizaci¨®n modesta, de esos que aguardan su oportunidad en la balaustrada de la fiesta, abr¨ªan campa?a en la ¨²nica plaza que puede lanzarles y s¨®lo un muy cambiado, para bien, Cristo Gonz¨¢lez se acerc¨® a la diana del ¨¦xito. No lo tuvieron f¨¢cil con la partitura sobre la que deb¨ªan hacer sonar su m¨²sica t¨¢urica, ya que el encierro de Felipe Bartolom¨¦, puro santacoloma, uni¨® a los problemas propios de la casta -esa de la que huyen las figuras como de los recaudadores de alc¨¢balas-, su flojera de fuerzas.Los morlacos, cinque?os, ser¨ªsimos, cuajados y badanudos, alboreaban codicia a tope nada m¨¢s asomar su bella estampa por toriles. Ni se dejaron torear con capote, debido a esa furia embestidora, ni permit¨ªan el m¨¢s m¨ªnimo desliz posmoderno a sus matadores. Ya se sabe: dejarles pensar y colocarse, propender al encimismo est¨¦tico ayuno de poderoso mando y otras zarandajas que hoy dominan la fiesta. De haber contado los j¨®venes espadas con mayores arcanos y actuaciones, otra cuesti¨®n habr¨ªa ocurrido, pues los tres derrocharon bizarra entrega.
Bartolom¨¦/Gonz¨¢lez, Delgado, Tato
Cinco toros de Felipe Bartolom¨¦, muy bien presentados, con casta, flojos. 5? sobrero de Ortigao Costa (en sustituci¨®n de uno de la divisa titular devuelto por inv¨¢lido), con trap¨ªo y manejable. Cristo Gonz¨¢lez: estocada -aviso- (ovaci¨®n y saluda); estocada (ovaci¨®n y saluda, con algunos pitos cuando intenta dar la vuelta). Paco Delgado: estocada y estocada desprendida (silencio); pinchazo, media perpendicular, media trasera, estocada tendida -aviso- y tres descabellos (silencio). El Tato: metisaca bajo (palmas y algunos pitos); pinchazo sin soltar, estocada corta -aviso-, pinchazo hondo, media tendida y descabello (silencio).Plaza de Las Ventas, 12 de marzo. Inauguraci¨®n de la temporada. Un tercio de entrada.
Cristo Gonz¨¢lez, otrora especializado en aplicar siempre su casete manoletista, se ha transmutado en un torero de magn¨ªfico corte cl¨¢sico, parsimonioso y con duende. Abund¨® en toreo al natural con largura y sentimiento; y tambi¨¦n cimbre¨® antol¨®gicos pases de pecho y una bella teor¨ªa de ayudados. Un ca?¨®n con la tizona ' s¨®lo adoleci¨® de cierta falta de ritmo para redondear.
Por contra, el antes ortodoxo Paco Delgado ech¨® mano de las manoletinas finales con el sobrero, tras andar vulgarote: excepto en tibios detalles. Quiz¨¢s los grav¨ªsimos problemas econ¨®micos con su exapoderado cubrieran de telara?as su mente, porque tampoco se entendi¨® con el segundo.
El Tato se qued¨® a medio camino de sus compa?eros: ni dispar¨® salvas, ni se acerc¨® mucho a la diana. Pese a su escasa ligaz¨®n y su excesivo encimismo, al menos dibuj¨® algunos arabescos de la clase que demostr¨® aqu¨ª otras veces.
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