Un producto capilar llamado Movida
Recientemente, ARTE, la cadena de televisi¨®n cultural francoalemana, tuvo la idea, que yo cre¨ªa afortunada, de programar un cielo de Carlos Saura. Yo guardaba de esas pel¨ªculas el recuerdo de una visi¨®n de muchacha, suave pero implacable, de la sociedad espa?ola.La experiencia fue asombrosa. No se podr¨ªa haber encontrado una mejor demostraci¨®n del cambio c¨®smico de Espa?a, o al menos de la visi¨®n que los franceses tenemos de ella. Ni siquiera la primera pel¨ªcula, Cr¨ªa cuervos, Pas¨® la prueba. Entre las personas que conozco son raras las que no apagaron su televisor antes del final. La pel¨ªcula ten¨ªa un siglo. No hablaba de la Espa?a en la que nos hab¨ªamos acostumbrado a pensar. Hice pruebas con mi familia y mis amigos: a la palabra Espa?a contestan bares, moda, ciudades, juventud; y tambi¨¦n droga y paro. Todo menos Ej¨¦rcito y tradici¨®n.
Cuando se emit¨ªan las pel¨ªculas de Carlos Saura, la visi¨®n francesa de Espa?a variaba mucho seg¨²n la persona. Para la gente de izquierdas, como se dec¨ªa entorices, Espa?a todav¨ªa era Franco -aunque estuviera muerto- y su are¨®pago clerical; era el martirio del pueblo vasco en las comisar¨ªas, y eran las canciones de Paco Ib¨¢?ez. Para la gente en general, el per¨ªmetro de Espa?a no pasaba de las playas de la Costa Brava. En cuanto a la cultura, nos bastaba con Cervantes, Goya y Garc¨ªa Lorca.
Pero los a?os ochenta alteraron claramente nuestra percepci¨®n. Casi la invirtieron. En primer lugar, estuvo el maremoto de Felipe y los suyos. Su lado cuarent¨®n nos fascin¨® literalmente. ?Qu¨¦ audacia, de repente! Tambi¨¦n estaba el Rey, ese Juan Carlos tan moderno, tan dem¨®crata, y nos acordamos de que es un poco franc¨¦s. Pero hicieron falta todav¨ªa algunos a?os para que la "modernidad" espa?ola penetrara en nuestro esp¨ªritu. Los franceses somos as¨ª: nuestro entusiasmo siempre es tard¨ªo pero masivo. La movida ya se agotaba en Espa?a cuando se convirti¨® en una referencia en Francia. Fig¨²rense que uno de los ¨²ltimos productos capilares que acaba de salir se llama Movida. Hemos aprovechado ese "esp¨ªritu de los tiempos" espa?ol para redescubrir -o, a decir verdad, descubrir- los cl¨¢sicos de ese pa¨ªs.
En 1987 pudimos leer por primera vez en franc¨¦s La Regenta de Clar¨ªn. Como dice el refr¨¢n,, m¨¢s vale tarde que nunca. Cuando Almod¨®var hac¨ªa re¨ªr hasta las l¨¢grimas a los espa?oles, las distribuidoras no se atrev¨ªan a comercializar sus pel¨ªculas en Francia. Daba una imagen "demasiado desconcertante" de Espa?a, me explic¨® en su d¨ªa un distribuidor. Hoy, estamos acostumbrados a Almod¨®var, mientras que sin duda muchos m¨¢s han tomado su relevo en Espa?a. Es seguro que nos interesar¨¢n dentro de algunos a?os.
Nos damos cuenta claramente de que los dirigentes espa?oles han envejecido*. Y no muy bien, por lo que parece. Entre corrupci¨®n, paro y nostalgia, Espa?a y Francia empiezan a parecerse demasiado. Pero nos interesaremos por ello m¨¢s tarde. De momento, seguimos queriendo que los espa?oles sean j¨®venes y modernos, tal vez para sufrir m¨¢s pensando en nuestros ancianos.
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