El conflicto sigue
EL REGRESO a casa del Estai, tras el pago de una fianza de 47 millones de pesetas a sus captores canadienses, ha servido, al menos, para desactivar en su vertiente humana el grave conflicto desencadenado por Canad¨¢ con la ilegal captura del congelador espa?ol mientas faenaba en aguas internacionales del Atl¨¢ntico Norte. Pero Canad¨¢ se ha salido con la suya imponiendo a la Uni¨®n Europea (UE) una pol¨ªtica de hechos consumados que ¨¦sta ha condenado en el terreno de los principios, pero que no ha sabido, podido o querido combatir con eficacia en la pr¨¢ctica. Dada la importancia de la pesca para la econom¨ªa espa?ola, se echa de menos una actitud m¨¢s resuelta de la UE en defensa de los pescadores. La sociedad espa?ola no podr¨¢ sustraerse a la impresi¨®n de que, ante un ataque similar, sectores clave de las econom¨ªas de otros pa¨ªses miembros hubieran encontrado un abogado mucho m¨¢s resuelto en Bruselas. Ser¨ªa lamentable que, ignorando este hecho, la propia UE provoque sentimientos antieurope¨ªstas en Espa?a que hasta hoy monopolizan cuatro demagogos.A partir de la imposici¨®n canadiense es rid¨ªculo considerar como un triunfo de la UE que Canad¨¢ se haya avenido a negociar en el seno de la organizaci¨®n competente para la regulaci¨®n de la pesca en el Atl¨¢ntico Noroeste, la NAFO, en la reuni¨®n convocada para los d¨ªas 22 y 24 en Bruselas. Esa negociaci¨®n nace viciada por un acto de fuerza. Y ¨¦ste condiciona gravemente sus resultados. Canad¨¢ acude a ella en una posici¨®n de ventaja, bajo la amenaza impl¨ªcita de volver a apresar barcos si la LJE no acepta sus puntos de vista (ampliaci¨®n de su zona econ¨®mica exclusiva hasta las 350 millas, reducci¨®n de flotas y cuotas distintas a las suyas, etc¨¦tera). Si consigue su prop¨®sito se habr¨¢ dado amparo internacional a una iniciativa que todo el mundo ha juzgado ilegal.
S¨®lo mirando hacia otro lado puede desconocerse que la mayor parte de los bancos pesqueros del mundo est¨¢n siendo sobreexplotados. Un reciente informe de la FAO (Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentaci¨®n) cifra en el 70% de los caladeros conocidos los que est¨¢n en periodo de irreversible liquidaci¨®n. Ello significa que los caladeros de flet¨¢n negro situados en la zona que reivindica unilateralmente para s¨ª Canad¨¢ no son una excepci¨®n. Pero es un sarcasmo que ese pa¨ªs invoque el riesgo de extinci¨®n al tiempo que pretende aumentar de manera tan unilateral como desproporcionada su- propia cuota de capturas (desde el 12% al 60% del total). Nadie se puede creer, por tanto, el discurso conservacionista de Canad¨¢, que, habiendo esquilmado ya sus propias aguas territoriales, intenta erigirse ahora por la fuerza en guardi¨¢n del Atl¨¢ntico. Los hechos demuestran que su objetivo real es simplemente expulsar de esos caladeros a las flotas pesqueras de la UE, que son la espa?ola y la portuguesa.
Tras el incidente del Esta? nada ser¨¢ igual en el campo del derecho mar¨ªtimo internacional. La ilegalidad de la iniciativa canadiense ha hecho emerger el problema de fondo: la necesidad de articular cuanto antes una nueva concertaci¨®n internacional sobre la gesti¨®n de los recursos marinos. Es evidente la inadecuaci¨®n de los mecanismos de protecci¨®n existentes para evitar la sobreexplotaci¨®n pesquera. El punto d¨¦bil de la posici¨®n espa?ola ha sido el car¨¢cter ilegal si se confirma, como parece, la acusaci¨®n canadiense- de las redes empleadas. Que el barco faenase en aguas internacionales no elimina esa ilegalidad.
Los peces son cada vez menos en unos mares abiertos a las flotas de cada vez m¨¢s pa¨ªses. Por eso los acuerdos s¨®lo ser¨¢n eficaces si comprometen a todos. Las nuevas reglas deber¨¢n ser consensuadas. Ning¨²n pa¨ªs puede tener capacidad para imponer unilateralmente las suyas en un terreno en el que, al margen de los fuertes intereses comerciales en juego, se mezclan conceptos tan explosivos como el de soberan¨ªa y el de la libre circulaci¨®n por los mares. Si actos ilegales como el cometido por Canad¨¢ acaban otorgando ventajas reconocidas por las otras partes, estamos en el mal camino.
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