La polic¨ªa rescata a una muchacha marroqu¨ª que viv¨ªa esclavizada y maltratada por sus t¨ªos en L'Hospitalet

Lleg¨® a Espa?a hace cinco a?os, pero en ese tiempo apenas ha podido ver nada de su pa¨ªs de acogida. Durante todo ese tiempo, S. Z., una muchacha de origen marroqu¨ª de 17 afios, ha estado viviendo con sus t¨ªos, tambi¨¦n marroqu¨ªes, sin poder salir del piso de reducidas dimensiones en el que ¨¦stos resid¨ªan en L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona). La ni?a ha vivido un calvario de malos tratos y el relato de los ¨²ltimos cinco a?os revela que ha estado sometida a un r¨¦gimen de esclavitud.La Guardia Urbana puso fin el pasado jueves al cautiverio d¨¦ la joven, tras la denuncia formulada por los vecinos. Un juez ha decretado el traslado de la muchacha a un centro de menores de la Generalitat y el ingreso en prisi¨®n de su t¨ªa, de nombre F¨¢tima.

S. Z. lleg¨® a Espa?a en 1990 para alojarse en casa de sus t¨ªos, en el barrio de Pubilla Casas. Poco sospechaba la joven, que hab¨ªa emigrado en busca de mejores condiciones de vida, lo que le suceder¨ªa: iba a verse sometida por sus t¨ªos y los tres hijos de ¨¦stos, de nueve, siete y cinco a?os.

Lo primero que hicieron sus familiares en cuanto lleg¨® fue prohibirle salir a la calle. En 60 meses, la muchacha ha salido al exterior s¨®lo en contadas ocasiones y siempre a escondidas. A veces lograba escaparse hasta la terraza del edificio. Fue en ese lugar donde hace unos d¨ªas la encontr¨® una vecina. Al conocer la situaci¨®n de la joven, la vecina le aconsej¨® dejar la casa de sus t¨ªos y le sugiri¨® la posibilidad de trabajar limpiando casas. La muchacha no se atrevi¨®: tem¨ªa las represalias de sus t¨ªos.

Mordeduras

El examen del m¨¦dico forense no dej¨® lugar a dudas. Encontr¨® m¨²ltiples heridas y cicatrices en el cuerpo de la muchacha, algunas de ellas producidas posiblemente por arma blanca. La joven presentaba, por ejemplo, una cicatriz de unos 20 cent¨ªmetros de longitud en el cuello y diversos cortes en los muslos de diferente antig¨¹edad, adem¨¢s de se?ales de mordeduras en los brazos y otras cicatrices en la espalda.

Seg¨²n sus propias manifestaciones, la t¨ªa le propinaba constantes palizas, con ara?azos y golpes. A veces incluso utiliz¨® cuchillos de cocina. Pese a los reiterados malos tratos, la joven no tuvo en todo este tiempo ninguna clase de asistencia m¨¦dica. Tampoco lleg¨® a ser escolarizada. Se pasaba el d¨ªa sola en casa, desde las nueve de la ma?ana hasta las cinco de la tarde, sin poder utilizar la radio o la televisi¨®n. As¨ª d¨ªa tras d¨ªa. La obligaban a realizar todas las tareas dom¨¦sticas y su ¨²nica comida eran las sobras de la cena de la familia.

La Guardia Urbana consigui¨® rescatarla a trav¨¦s de una ventana de la vivienda.