Un salvavidas llamado Al Gore
Lo ¨²nico que se lamenta de los consejos del vicepresidente es que no siempre hayan sido escuchados por Clinton

Si hubiera que mencionar un solo apartado de ¨¦xito de la actual Administraci¨®n norteamericana, uno solo, ¨¦se ser¨ªa la vicepresidencia ejercida hasta ahora por Al Gore. ?ste ha puesto muchas veces orden y resoluci¨®n donde Bill Clinton ten¨ªa improvisaci¨®n y dudas. Ha intuido la direcci¨®n correcta del Gobierno, y suele advertir a tiempo de los errores. "Es evidente que es uno de los m¨¢s cercanos asesores del presidente" afirma Steve Hess, de Brookings Institution.
Su influencia sobre Clinton, con quien forma un equipo sin fisuras aparentes, lo ha convertido en uno de los vicepresidentes con m¨¢s poder real de los ¨²ltimos a?os. Hasta el punto de que muchos comentaristas lo ven anticipadamente como la. soluci¨®n dem¨®crata para las elecciones de 1996, posibilidad que Al Gore rechaza tajantemente. Lo ¨²nico que un¨¢nimemente se lamenta del consejo de Gore es que no siempre haya sido escuchado. Fue Al Gore quien pidi¨® un acto de firmeza en Hait¨ª. Fue Gore quien condujo las negociaciones secretas, que concluyeron en la desnuclearizaci¨®n de Ucrania y Kazajst¨¢n, y quien cre¨®, con la ayuda del primer ministro V¨ªktor Chernomirdin, el v¨ªnculo m¨¢s eficaz y productivo con Rusia. Gore fue el contacto de Jimmy Carter en su misi¨®n de, paz en Corea del Norte, y ¨¦l fue tambi¨¦n el defensor de la pol¨ªtica. de bombardeos a¨¦reos sobre los serbios.
Clinton ha utilizado a Gore para convocar la Cumbre de las Am¨¦ricas y Rara reanimar el proceso de paz en Oriente Pr¨®ximo. Su debate con Ross Perot en televisi¨®n fue determinante para la victoria del Tratado, de Libre Comercio (TLC) con M¨¦xico. El mes pr¨®ximo cubrir¨¢ la ausencia de Clinton en las celebraciones europeas de la victoria contra el nazismo y presidir¨¢ la delegaci¨®n de Estados Unidos en la conferencia del Tratado de No Proliferaci¨®n Nuclear, en este momento una prioridad de la pol¨ªtica exterior norteamericana.
En pol¨ªtica interior, su labor ha sido todav¨ªa m¨¢s meritoria, A Gore se atribuye la decisi¨®n de reemplazar a Mack McLarty por Leon Panetta como jefe de gabinete de la Casa Blanca para poner fin a la anarqu¨ªa que dominaba el trabajo de la presidencia. Gore es el autor del programa Reinventando el Gobierno, que es el de mayor ¨¦xito de la Administraci¨®n, el que m¨¢s se acerca a las demandas ciudadanas que le dieron a los republicanos la mayor¨ªa en el Congreso y el que mejor perfila a Clinton como un dem¨®crata centrista.Al Gore se ha esforzado siempre a veces sin ¨¦xito, por mantener al presidente fiel a la etiqueta de "nuevo dem¨®crata" que lo lle'v¨® a la victoria en 1992. Por eso propuso apostar m¨¢s por la reforma del welfare (beneficencia p¨²blica) y de la affirmative action (discriminaci¨®n positiva) -dos reivindicaciones conservadoras- que por la reforma sanitaria. Nunca respald¨¦ la incorporaci¨®n de homosexuales al Ej¨¦rcito ni se implic¨® en el programa sobre la salud conducido por Hillary Clinton, quien tampoco aprovech¨® la experiencia de Gore en el Capitolio para buscar aliados en el Congreso.Aunque procedente del Estado de Tennessee, la vida de Gore est¨¢ ¨ªntimamente ligada al mundo pol¨ªtico de Washington, donde su padre sirvi¨® m¨¢s de 30 a?os como representante y senador. El propio Al Gore estaba ya sentado en la C¨¢mara Alta cuando present¨® por primera vez su candidatura a la presidencia con menos de 40 a?os.
Cuando Clinton lo eligi¨® como su compa?ero de lista, daba la impresi¨®n de que hab¨ªa escogid¨® a su perfecta r¨¦plica. S¨®lo 19 meses m¨¢s joven que Clinton y sure?o como ¨¦l, Gore no parec¨ªa ser el contrapunto que Gore ser¨¢ tradicionalmemte se busca en los tickets presidenciales. Sin embargo en buena medida lo era: experto en el manejo del Gobierno y la pol¨ªtica exterior, ex combatiente de Vietnam y feliz cabeza de una familia de intachable fama.La vicepresidencia de Al Gore era, en realidad, su segunda apuesta por la presidencia. Todos los vicepresidentes de los ¨²ltimos 40 a?os, excepto dos, han sido despu¨¦s los candidatos designados por sus partidos para la. Casa Blanca, y cuatro de ellos han llegado a ser presidentes. Gore espera tambi¨¦n. su oportunidad, pero para el 2000, cuando tendr¨¢ s¨®lo 52 a?os.
Tras la victoria republicana en las elecciones legislativas de noviembre, la especulaci¨®n sobre la alternativa Gore para 1996 se hizo clamor en Washington. Leon Weiseltier escribi¨® en The New Republic: "Al Gore es demasiado bueno para desperdiciarlo con Bill Clinton". Gore reaccion¨® inmediatamente para declarar a The New York Times: "Todo lo que yo hago tiene como fin ayudar al presidente a ser el mejor presidente posible".Estas tensiones no parecen haber afectado a las relaciones entre los dos. "Gore sabe c¨®mo aconsejar, y Clinton sabe c¨®mo recibir esos consejos", afirma Steve Hess.Al Gore ser¨¢ tambi¨¦n una pieza fundamental en los esfuerzos de Clinton por la reelecci¨®n. Mientras Clinton trata de reconstruir la base tradicional del electorado dem¨®crata con su defensa de los pobres, las mujeres y la clase media, Al Gore busca un nuevo electorado con su agenda de ecolog¨ªa, nuevas tecnolog¨ªas y reforma del aparato del Estado. Su comparecencia en el famoso programa de David Letterman, en el que rompi¨® un cenicero a martillazos como expresi¨®n de la contundencia con que quer¨ªa emplearse contra el exceso de burocracia, fue uno de los mensajes m¨¢s claros enviados por esta Administraci¨®n en m¨¢s de dos a?os.Es posible que las virtudes de Al Gore hayan destacado m¨¢s entre los numerosos errores de la, Administraci¨®n o en comparaci¨®n con su antecesor. Pero, como ¨¦l mismo ha confesado, lo que est¨¢ claro es que Al Gore no se ha conformado con ser un vicepresidente para cortar cintas y asistir a funerales.
Gore ser¨¢ una pieza clave en los esfuerzos de reelecci¨®n del presidente
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