Conflictos de lealtades
A las pocas horas de finalizar la ansiada boda sevillana que, aparte de apaciguar a los contrayentes, familiares y p¨²blico, deber¨ªa haber calmado tambi¨¦n el clima pol¨ªtico y las ansiedades del, Gobierno aportando, si no tranquilidad, s¨ª al menos sosiego y alivio, y cuando regres¨¢bamos de un soleado fin de semana con la retina a¨²n llena de im¨¢genes esplendorosas, regresamos tambi¨¦n, no a la tensa realidad pol¨ªtica de anteayer, sino directamente al horror. Si alguien hubiera querido romper bruscamente una expectativa de apaciguamiento generando una estrategia de tensi¨®n y desestabilizaci¨®n no podr¨ªa haber hecho m¨¢s y mejor en menos tiempo.Pues en menos de 24 horas se ha conseguido tensar hasta el m¨¢ximo los varios conflictos de lealtades en que se est¨¢ jugando la coyuntura pol¨ªtica espa?ola.
En primer lugar, los cad¨¢veres de Alicante profundizan la soledad del biministro Belloch, emplazado bruscamente entre su cultura de juez y ministro de Justicia y su responsabilidad como jefe de las fuerzas de seguridad; entre la lealtad al Estado y el encargo recibido -y sinceramente asumido- deacabar con la corrupci¨®n y la lealtad al partido que lo ha nombrado. ?C¨®mo justificar, no el horror del asesinato y la tortura, sino simplemente la indiferencia del Estado durante 10 largos a?os? ?Qu¨¦ explicaciones puede ofrecer a los espa?oles que no carguen sobre sus antecesores y as¨ª, indirectamente, sobre quien le nombr¨®? ?Va a aceptar ahora -¨¦l y sus compa?eros- de gabinete- la responsabilidad de que el Gobiemo descaradamente autoamnist¨ªa a sus antecesores con car¨¢cter retroactivo? ?C¨®mo justificar la ampliaci¨®n de la inmunidad pol¨ªtica del Gobierno si, aqu¨ª y ahora, la responsabilidad pol¨ªtica ha dejado por completo de existir? Dificil posici¨®n la del biministro, rodeado de amigos enemigos y de enemigos amigos.
En segundo lugar, el propio partido del Gobierno y su grupo parlamentario, enfrentado de veras y sin matices al terrible dilema de romper el pacto de lealtad interna, "o todos o ninguno", heredero de la cultura militante de oposici¨®n antifranquista y desacoplado con una cultura democr¨¢tica, pacto que ha llevado a Barrionuevo primero y a otros diputados despu¨¦s a visitar y animar a sus presos e incluso a pagar su defensa, en una suerte de gestora sim¨¦trica y especular de otras gestoras, s¨®lo que est¨¢ financiada con fondos p¨²blicos y amparada por el poder del Estado. ?No es chusco que estemos pagando con nuestros impuestos la defensa de quienes, seg¨²n indicios racionales, actuaron contra la ley desde puestos de responsabilidad pol¨ªtica? ?Est¨¢n los militantes socialistas de acuerdo con que el PSOE se engolfe en esa perversa solidaridad?
Finalmente, y sobre todo, nosotros, los espa?oles, incluidos por supuesto los vascos. Pues la imagen de dos j¨®venes ciudadanos espa?oles (y eso y no otra cosa es lo que eran) secuestrados, terrible y cruelmente torturados, asesinados a sangre fr¨ªa y finalmente enterrados en cal viva para hacerlos desaparecer, esa siniestra pel¨ªcula, rompe definitivamente con la blanda ret¨®rica de indiferencia moral (o incluso de complicidad t¨¢cita) que amparaba a los GAL y sus impulsores, restablece la catadura moral de Amedo, Dom¨ªnguez y sus encubridores, da lamentablemente la raz¨®n al discurso victimista del nacionalismo vasco, refuerza la ruptura del pacto antiterrorista y traza un antes y un despu¨¦s en la historia de la democracia espa?ola.
Pues desafortunadamente, y gracias a la torpeza de algunos altos cargos de Interior, hoy cualquier espa?ol no puede por menos que apoyar a los nacionalistas vascos que claman por que se haga justicia, por muy radicales, independentistas o proetarras que sean o hayan sido.
Pues la democracia espa?ola no tiene otra alternativa sino la de aclarar hasta sus ¨²ltimas consecuencias lo que ocurri¨® con esos dos j¨®venes espa?oles y c¨®mo y por qu¨¦ sus restos permanecieron m¨¢s de dos lustros expuestos a la indiferencia de ministros, secretarios de Estado, directores generales y un largo etc¨¦tera de complicidades que ahora se trata escandalosamente de blindar a la acci¨®n de la justicia.
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