Fisgones
Nunca ha sido un oficio f¨¢cil pero as¨ª no hay manera. Como si no tuvieran suficientes angustias buscando nuevas tareas tras el final de la guerra fr¨ªa- tareas estrat¨¦gicas, no chapucillas-, los esp¨ªas occidentales tambi¨¦n tienen que v¨¦rselas con el empe?o de las opiniones p¨²blicas en que rindan cuenta de sus actos. ?Y c¨®mo van a hacerlo si su trabajo es por definici¨®n reservado, confidencial, secreto? Menudo l¨ªo.Quiz¨¢ el m¨¢s listo sea Claude Silberzahn, jefe entre 1989 y 1993 de la DGSE, la central francesa de espionaje, que ha publicado un libro, Au coeur du secret, en el que cuenta aquello que buenamente puede contar., Entre otras cosas, c¨®mo despachaba, "sin testigos ni toma de apuntes", con el presidente Mitterrand. Va a ser dif¨ªcil que alg¨²n d¨ªa veamos unas memorias semejantes escritas por el general Manglano. Y es una l¨¢stima, porque, a poco que nos revelara, el jefe del Cesid conseguir¨ªa un best seller. Entretanto, ¨¦l, o m¨¢s bien sus superiores directos, el ministro de Defensa y el vicepresidente, tienen que lidiar con jueces, periodistas y comisiones parlamentarias. Y es que a la gente le ha dado por quererlo todo limpio y transparente, por incluso pedir luz y taqu¨ªgrafos para las actividades m¨¢s turbias de los fisgones profesionales que pagan con sus impuestos. Y no es ¨²nicamente un fen¨®meno espa?ol. F¨ªjense en la que se est¨¢ montando en EE UU con el asunto de la participaci¨®n de la CIA en dos asesinatos en Guatemala.
Tiempos dificiles para los ej¨¦rcitos de las sombras. Recurran para consolarse a los cl¨¢sicos. John le Carr¨¦ ya le hac¨ªa decir a Smiley al final de su largo pulso con Karla: Hoy, lo ¨²nico que s¨¦ es que he aprendido a interpretar toda la vida como una conspiraci¨®n. ?sa es la espada por la que he vivido, y ahora veo que tambi¨¦n es la espada por la que morir¨¦". El fisg¨®n fisgado, el pecado y la penitencia, chicos.
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