1998 est¨¢ servido
Mal asunto cuando la palabra regeneracionismo se nos ocurre a casi todos los espa?oles, de repente, como resultado de l¨®gicas secretas y coincidentes que implican una com¨²n voluntad de volver a nacer. Entre 1939 y 1982 hubo un proyecto hist¨®rico impl¨ªcito en un n¨²mero cada vez mayor de conciencias: la reconstrucci¨®n de la raz¨®n democr¨¢tica. Y fue tal el aumento de conciencias ganadas para aquel proyecto que, al final, se quedaron hostig¨¢ndolo cuatro y el cabo, es decir, cuatro y Franco. Tan prodigiosa comuni¨®n democr¨¢tica alcanz¨® incluso a j¨®venes y viejos franquistas de toda o casi toda la vida, sublimados sobre una nueva mesocracia paraliberal, parademocr¨¢tica, repleta de pulsiones emergentes. El 1982 puede percibirse como una de esas l¨ªneas imaginarias que separan dos expectativas colectivas: la raz¨®n democr¨¢tica se hab¨ªa reconstruido hasta el punto de que un partido vencido en la guerra civil consegu¨ªa el poder por una mayor¨ªa tan absoluta que casi parec¨ªa total. Fieles al prop¨®sito de marcar el tr¨¢nsito entre dos tiempos hist¨®ricos, los ganadores dise?aron el imaginario de la modernidad vigente hasta la apoteosis de 1992.Desde el funesto mes de noviembre de 1992, el fantasma de la regeneraci¨®n ha salido de su provisional tumba como prueba evidente de la muerte de una expectativa que tuvo su vulgarizaci¨®n en la velocidad atribuida a Espa?a en el reparto de velocidades internacionales, eufemismo que tal vez sustituya con desventaja a lo que durante mucho tiempo se llam¨® divisi¨®n internacional del trabajo. Desde 1992. hemos retrocedido en la jerarqu¨ªa simb¨®lica y material del tren de alta velocidad de la modernidad, y de pretender estar en la locomotora hemos recorrido en sentido inverso todo el escalaf¨®n hasta llegar a las proximidades del furg¨®n de cola. No dig¨¢is que no fue un sue?o prodigiosamente escenificado en los autos, sacramentales de la modernidad de Barcelona y Sevilla y, en consecuencia, despertar de tan buen sue?o de tan mala manera y circunstancia propicia el bandazo del temple colectivo. Izquierda Unida quiere regenerar la izquierda. El PSOE, se dice, deber¨¢ regenerarse a s¨ª mismo. CiU y PP, aunque parezca incre¨ªble, coinciden en el proyecto de regenerar a Espa?a por procedimientos que resucitan las sombras fantasmales de Francesc Camb¨® y Antonio Maura. ?La historia se repite, se repite tanto como para que resucite el regeneracionismo sibila del 98 y m¨¢s tarde sibila de 1936? ?No ser¨ªa conveniente empezar a despejar la premonici¨®n de la historia como repetici¨®n mediante una par¨¢frasis despectiva que concluyera: cuando la historia se repite, lo que se dio en forma de tragedia se reproduce en forma de co?azo?
Los desastres de gesti¨®n y conducta del PSOE parecen matar de ¨¦xito la Segunda Restauraci¨®n. Se ha esfumado la participaci¨®n imperial europea en buenas condiciones y lo que fueron desastres de Cavite y Santiago de Cuba se aligeran ahora en la derrota del flet¨¢n sin que haya faltado el alucinado que haya exclamado sin forma: "M¨¢s vale honra sin flet¨¢n que flet¨¢n sin honra". No aparecen almirantes como M¨¦ndez N¨²?ez o Cervera que pueblen con sus tonter¨ªas la imagina ci¨®n de los escolares del futuro, y el papel de los ¨²ltimos de Filipinas se lo reservan pescadores gallegos que van a pasar a la re conversi¨®n a trav¨¦s de las mis mas horcas caudinas, Por las que pasaron los trabajadores de la miner¨ªa, la siderurgia, todo sector del aparato productivo que no entraba en la sintaxis neocapitalista de la modernidad.
El a?o 1998 est¨¢ ah¨ª, como un agujero negro por el que puede desaparecer un siglo en el que luchamos tanto por el Todo y la Nada que hemos conseguido llegar desde la miseria a la m¨¢s absoluta pobreza. Es como si de nada hubiera servido el atletismo moral de generaciones y generaciones que superaron la miseria, la guerra, la posguerra, la m¨¢s mediocre dictadura jam¨¢s soportada para llegar a fines de siglo y de milenio con la penosa impresi¨®n de que va a salir Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera de entre bastidores para decir que le duele Espa?a, o Antonio Maura a predicar la revoluci¨®n desde arriba. Si recuper¨¢ramos un poco de tensi¨®n dial¨¦ctica ante lo que nos pasa, aunque probablemente debi¨¦ramos recurrir a la obscenidad de aprehender las razones materiales y culturales de esta nueva amenaza de des¨¢nimo colectivo, tal vez recuperar¨ªamos un temple positivo con la cabeza por encima del excremento l¨ªquido de la fatalidad, escatolog¨ªa coincidente de los paralizadores imbuidos del fatum liberal bajo la dictadura del mercado entre pueblos ricos y pueblos casi pobres, o del fatum metaf¨ªsico sobre pueblos nacidos para hacer la historia o para sufrirla. "Espa?a, un inmenso absurdo", escribe Ortega y Gasset cuando trata de explicar lo que siente a su alrededor Andr¨¦s Hurtado, el personaje central de El ¨¢rbol de la ciencia, de P¨ªo Baroja. ?Qu¨¦ bonito fue el art d¨¦co orteguiano aplicado a aquel 98!
El norteamericano Inman Fox, uno de los mejores conocedores de aquella generaci¨®n, demuestra en La crisis intelectual del 98 la ¨®smosis entre el pesimismo como evidencia colectiva y como enfermedad de la inteligencia europea situada entre Schopenhauer y Nietzsche, es decir, entre Pinto y Valdemoro, acentuado en Espa?a por la evidencia del fracaso del Estado. Tal vez el temple de 1998, cien a?os despu¨¦s, tenga m¨¢s clara la base material que lo provoca: la evidencia de la fragilidad de la base econ¨®mica y social de Espa?a, roto ya su nada espl¨¦ndido aislamiento, y la quiebra del espejo trucado donde se hab¨ªa mistificado la imagen de la modernizaci¨®n y de la ¨¦tica del nuevo poder. El regeneracionismo de la segunda mitad del siglo XIX afect¨® a todos los pa¨ªses europeos que hab¨ªan quedado al margen de la lucha por la hegemon¨ªa imperial capitalista y por eso fue fuerte en la Rusia de Herzen y Bielinski y en la Espa?a de Clar¨ªn y el 98. El regeneracionismo en este final de siglo XX afecta a casi toda Europa, en dif¨ªcil situaci¨®n para construir un orden diferenciado dentro del orden universal capitalista. Entre los parados m¨¢s ilustrados, los, intelectuales recuperan la bandera de la regeneraci¨®n incluso en pa¨ªses donde nunca hab¨ªan tenido necesidad de regenerarse porque eran hegem¨®nicos. Pero es que en Espa?a llueve sobre mojado, y una regeneraci¨®n planteada dentro de la regeneraci¨®n es lo m¨¢s parecido que hay a la fuller¨ªa del cambio dentro del cambio. No podemos huir del casticismo. No os hag¨¢is ilusiones. De caer en un nuevo noventayochismo, lo pasaremos mucho peor que nuestros precursores, porque Baroja ya coincidi¨® con el Eclesiast¨¦s cuando dijo: "Quien a?ade ciencia a?ade dolor", y as¨ª como los del anterior 98 tuvieron la esperanza de que las cosas cambiar¨ªan en 1998, nosotros ya sabemos que no ha sido as¨ª, que lo de la modernidad ha sido mentira, que este Papa es un mal sue?o y que adem¨¢s, a poco que te descuides, pillas el sida.
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