La comicidad melanc¨®lica
Don PasqualeUna de las dificultades con que se enfrenta hoy una representaci¨®n de Don Pasquale es la de acertar con el tono que la obra requiere. Heredera de la ¨®pera bufa del periodo cl¨¢sico, pero con ribetes de comedia burguesa, por su fecha de composici¨®n y estreno (1843), en pleno ascenso de los nuevos valores del romanticismo musical, Don Pasquale re¨²ne unas caracter¨ªsticas de canto e instrumentaci¨®n muy peculiares.El belcanto se ti?e de melancol¨ªa y la comicidad, m¨¢s de sonrisa que de caracajada, se ve comprometida por u?as tendencias a contracorriente. Rossini ya se hab¨ªa retirado de la ¨®pera y el primer fruto c¨®mico de Verdi, Un giorgno di regno, hab¨ªa sido un fracaso. Corr¨ªan otros vientos. La tradici¨®n vocal luchaba con el auge orquestal, los restos de la comedia con la tragedia heroica. Ni siquiera los recitativos se acompa?aban ya al clave.
de Donizetti
Con C. Chausson, M. Lanza, G. Kunde y S. Jo. Director musical: A. Ros Marb¨¢. Director de escena: F. L¨®pez. Escenograf¨ªa: J. Ruiz. Orquesta Sinf¨®nica de Madrid. Teatro de la Zarzuela. 20 de abril.
La necesidad de combinar el belcantismo con los aspectos estructurales es lo que probablemente llev¨® a Ros Marb¨¤ a plantear la obra desde una perspectiva camer¨ªstica. Se empe?¨® en hacerlo bonito y lo consigui¨®. Acompa?¨® con nitidez a las voces, destac¨® las intervenciones instrumentales solistas y se desmelen¨® un poco en los finales. Su lectura fue sugerente en el dif¨ªcil equilibrio clasicismo-romanticismo.
M¨¢s problem¨¢tica result¨® la direcci¨®n de escena. El exceso de acciones secundarias de figurantes distra¨ªa la atenci¨®n en vez de concentrarla hacia las voces. No se aprovecharon al m¨¢ximo las posibilidades teatrales de. los cantantes. El movimiento esc¨¦nico adoleci¨® de falta de unidad Y chispa. La escenograf¨ªa, sin embargo, fue evocadora en el tratamiento del color y los objetos, adem¨¢s de funcional y efectiva en la distribuci¨®n de espacios.
Manuel Lanza deslumbr¨®. Es sorprendente comprobar lo que ha evolucionado en poco tiempo este bar¨ªtono, tanto desde el punto de vista musical (color, fraseo, expresi¨®n) como teatral. Sumi Jo hace diabluras como Norina. Su tesitura de ligera cuadra bien con el personaje que representa: en su punto las agilidades, en su punto la l¨ªnea. Al igual que el estupendo Carlos Chausson, control¨® los excesos c¨®micos.
M¨¢s discutible transcurri¨® la prestaci¨®n en escena del tenor G. Kunde. ?Se encontraba indispuesto? No es cuesti¨®n de dificultades t¨¦cnicas, que las tuvo, sino de una asepsia que no cuadraba para nada en el esp¨ªritu colectivo.
Con todo ello, la representaci¨®n en el teatro de la Zarzuela estuvo entretenida y sin sobresaltos. No es poco para un t¨ªtulo mucho m¨¢s problem¨¢tico de lo que a primera vista parece.
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