El Bartok m¨¢s inquietante

Orquesta Estatal H¨²ngaraEl pr¨®ximo 26 de septiembre se cumplir¨¢ medio siglo de la muerte de Bartok en Nueva York. Iberm¨²sica, que sabe alternar el gran repertorio con las obras de mayor riesgo para su p¨²blico, no ha dudado en traer a la Orquesta Estatal de Hungr¨ªa, con el maestro Adam Fischer y a un grupo de notables solistas- para autentificar a Bartok en obras infrecuentemente escuchadas: Im¨¢genes (19 10), El castillo de Barba Azul (191 l), El mandar¨ªn maravilloso (1919) y el Concierto n¨²mero 2parapiano y orquesta (1931).Bartok est¨¢ en la historia con esa rara fuerza de las creaciones que perduran, porque a cada nueva audici¨®n parecen nuevas y sorprendentes. Tambi¨¦n es- verdad que, salvo las Im¨¢genes, un tanto inclinadas hacia el impresionismo, cuanto hemos escuchado ahora pertenece al Bartok m¨¢s violento, desazonado e inquietante. Mas la belleza, que no siempre ha de ser halagadora, resplandece en tan magistrales pentagramas; antes que una "tercera v¨ªa" de que habla Adorno o de un compromiso entre tradici¨®n y modernidad, representan el mensaje humanisimo y fuertemente individual de un hombre entra?ado en la dram¨¢tica Europa de su tiempo.

Hay que anotar, sobre todo, la excelente versi¨®n de El castillo de Barba Azul, ¨®pera en un acto sobre argumento de B¨¦la Bal¨¢sz, tanto por el protagonismo de la mezzo Tamara Takacs, como del bajo, tambi¨¦n h¨²ngaro, Kolos Kovats y por la m¨¢gica fluidez de una orquesta de la que Fischer supo obtener mil colores y matices.

En El mandar¨ªn maravilloso, Bartok extrema su voluntad de nuevo lenguaje. El pianista Jeno Jando (Pecs, Hungr¨ªa, 1952), venci¨® las dificultades que su parte ofrece, no mayores acaso que las que resolvi¨® el director. Mereci¨® aplausos la breve y acertada intervenci¨®n del coro de la Comunidad de Madrid.