Horror anunciado
EL HORROR vuelve a tener un nombre: Ruanda. Como si de un ciclo infernal se tratara, la matanza ha vuelto con la puntualidad de una condena. Un a?o despu¨¦s de que el asesinato del presidente ruand¨¦s de sencadenara el genocidio de cerca de un mill¨®n de personas (tutsis en su mayor parte), la sangre vuelve a correr a raudales en aquella maltratada tierra africana. El s¨¢bado fueron las tropas del Ej¨¦rcito Patri¨®tico Ruand¨¦s, formado en su mayor¨ªa por miembros de la minor¨ªa tutsi, los que celebraron una gran org¨ªa de venganza en Kibeho, un campo al suroeste del pa¨ªs: m¨¢s de 5.000 hombres, mujeres y ni?os de la mayoritaria etnia hutu (el 85% de los habitantes del pa¨ªs) perdieron la vida bajo las balas, los machetes y el p¨¢nico desencadenado por la indiscriminada acci¨®n militar. El nuevo Gobierno formado en Kigali tras la victoria de la guerrilla tutsi sobre el Ej¨¦rcito hutu asegura que en la zona se ha refugiado buena parte de los responsables de las matanzas del a?o pasado. Y que all¨ª, como en los campos de refugiados de Zaire y de Tanzan¨ªa, preparan un regreso con las armas en la mano para concluir el genocidio iniciado hace un a?o. Es cierto que en los campos se han reorganizado las milicias hutu, responsables de aquellas matanzas. Lo han hecho en las grandes bolsas de refugiados en las que malviven dos millones de hutus fuera de las fronteras del pa¨ªs y medio mill¨®n en el interior de Ruanda. El nuevo r¨¦gimen pretende forzarlos a disolver esas concentraciones y retornar a sus lugares de origen por la fuerza.Atroz y necia pol¨ªtica la del nuevo Gobierno de Kigali al permitir esta matanza sin duda orquestada. Porque suministra los mejores argumentos a los radicales hutu que fomentan el miedo de los refugiados a retornar a sus casas, y la adhesi¨®n de muchos hutu a los proyectos de lucha a muerte de los citados grupos radicales organizados contra el Gobierno.
?ste pretende juzgar a cerca de 30.000 supuestos responsables de matanzas hoy en prisi¨®n preventiva. Una tarea:, descomunal e imposible de asumir a solas por un pa¨ªs cuyo ya precario sistema judicial fue diezmado por la matanza del a?o pasado. Amnist¨ªa Internacional ha advertido de la necesidad de poner fin al ciclo de la impunidad, tanto en Ruanda como en la vecina Burundi, enferma del mismo mal, y de la necesidad urgente del env¨ªo de suficientes observadores y expertos judiciales para garantizar que los juicios sean justos, y que el genocidio no volver¨¢ a repetirse. No hay respuesta. Antes de reaccionar, el mundo exterior parece esperar nuevas im¨¢genes de excavadoras llenando de cad¨¢veres inmensas fosas comunes..
El intento de forzar el regreso a sus casas de los 300.000 desplazados de Kibeho y otros campos acab¨® el s¨¢bado en tragedia, ante la impotencia de los observadores de la ONU, de la escu¨¢lida misi¨®n de cascos azules y de las Organizaciones No Gubernamentales, que poco m¨¢s pueden hacer que paliar penas, anunciar la inminencia de cat¨¢strofes y contar cad¨¢veres. Algo falla estrepitosamente en la comunidad internacional cuando parece esperar sin reacci¨®n la retransmisi¨®n en directo de las matanzas anunciadas. El hast¨ªo de la muerte y de la compasi¨®n parece haberse extendido hasta la apat¨ªa y la resignaci¨®n.
No cabe ya el recurso a la fingida sorpresa. Todos los medios de comunicaci¨®n del mundo nos han ilustrado profusamente con las im¨¢genes de Ruanda. Acabar con la impunidad para que la ley sea posible y afrontar con energ¨ªa la eliminaci¨®n de situaciones que directamente invitan a la Cat¨¢strofe son la m¨¢xima prioridad del mundo en su pol¨ªtica hacia ?frica. Porque el continente parece encaminarse hacia el fondo de un t¨²nel de miseria y muerte sin salida. Kibeho no es m¨¢s que otra estaci¨®n.
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