Fernando Arrabal reclama en "Carta al Rey de Espa?a" atenci¨®n a los desprotegidos
, Desde su Carta al General Franco, escrita a comienzos de los setenta, hasta esta Carta al Rey de Espa?a que acaba de publicar la editorial, Espasa, Fernando Arrabal (Melilla, 1932) recurre al g¨¦nero epistolar cuando considera que la gota ha desbordado el vaso. Adem¨¢s de su obra narrativa y dram¨¢tica, sus misivas se ha dirigido tambi¨¦n a Fidel Castro, a los comunistas espa?oles y a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, con copia a Felipe Gonz¨¢lez- son la muestra m¨¢s elocuente de su emotividad y su permanente b¨²squeda. Esta carta, confiesa, est¨¢ escrita desde el estupor.Envuelto en una manta por efecto de su contumaz friolera de melillense, medio acatarrado, Arrabal frunce el ce?o tratando de recordar un rostro lejano, tocado con su corbata de ni?o grande o de payaso, de nuevo expuesto al mundo por atreverse a decir al Rey que la actual sociedad espa?ola ha abandonado a los desprotegidos.
"Escribo", dice, al margen de lo pol¨ªtico, lo que me importa es el contenido moral, encontrar ' un hilo de Ariadna en el laberinto que sea el soporte de la realidad. La moral es la columna vertebral que nos permite a las personas agn¨®s-. ticas no ser unos desalmados".
Propone Arrabal en esta carta que el Monarca convoque a un re(lucido grupo de notables para que lleven a cabo una suerte de "moderna desamortizaci¨®n", que consistir¨ªa en la venta de todo aquello susceptible de ser comprado. No se trata, claro, de un programa de privatizaciones, sino de que con estos recursos se atiendan las acuciantes necesidades de muchos ciudadanos. No logra entender el autor del mensaje que se deba esperar varios a?os para una operaci¨®n de catarata! -una intervenci¨®n de media hora- o que el ministro Solbes ponga en cuesti¨®n el actual sistema de pensiones.
Repartir
"Es una estafa, y ante esta situaci¨®n yo tengo que hablar. Escribo desde el estupor. Pueden venderse Las Meninas, por ejemplo, con las garant¨ªas suficientes de que no salgan de Espa?a, y dar ese dinero al que necesite operarse. Tengo la impresi¨®n de que cuando esto empeore, no tendremos m¨¢s remedio que repartir". Arrabal cree que tarde o temprano habr¨¢ que hacerlo y recuerda la desamortizaci¨®n eclesi¨¢stica de Mendiz¨¢bal.
"Yo no tengo soluciones, s¨®lo pido una reflexi¨®n general sobre nuestra sociedad. Lo que haya robado el alguacil o el banquero o un partido, me tiene sin cuidado: me importa la situaci¨®n de los desfavorecidos". En su texto, Arrabal propugna gobiernos humildes que favorezcan el desarrollo individual y abomina del intervencionismo de los Estados.
Insiste en que su alternativa es moral, sin perder su optimismo caracter¨ªstico, eligiendo cada t¨¦rmino con delectaci¨®n y explay¨¢ndose en el camino de Santa Teresa, en las matem¨¢ticas fractales, en la situaci¨®n de la ex Yugoslavia y en la esencia de la microbiolog¨ªa.
La Carta, en definitiva, noes la exposici¨®n de un programa pol¨ªtico, sino el sentimiento de un eterno rebelde, de un luchador que termina hablando de su padre. "Mi padre est¨¢ detr¨¢s de todo lo que escribo. No tengo ning¨²n eco suyo, simplemente desapareci¨®". Desde la c¨¢rcel cuando ya se sab¨ªa condenado a muerte, le mand¨® una casa de mu?ecas. El sol de Ciudad Rodrigo descubri¨® lo que hab¨ªa escrito y alguien trat¨® de borrar: "Recuerda a tu pap¨¢".
Babelia
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