Podemos
No podemos obligar a los partidos pol¨ªticos a que realicen actuaciones sensatas y dejen de efectuar declaraciones imb¨¦ciles. No podemos presionar al Gobierno para que le apriete las tuercas a Obiang hasta democratizar su pa¨ªs. No podemos evitar las carnicer¨ªas en ?frica. No podemos hacer que Jack Ryan deje en paz a los cultivadores de hojas de coca de, Bolivia para enfrentarse al peligro inminente con que, sangrientamente, juegan sus patriotas, empezando por Oklahoma. No podemos averiguar si el Fondo Monetario Internacional es m¨¢s o menos incompetente que Pedro Solbes. No podemos detener el martirio de Sarajevo. No podemos convencer al Se?or para que se meta en el coraz¨®n de los faraones de Kas para que les ablande el coraz¨®n, o simplemente les ponga uno. No podemos acompa?ar a los guerrilleros de Chiapas en su desigual encuentro con la criollada gobernante. No podemos saber qui¨¦n miraba para otra parte mientras se allanaba la casa de Garz¨®n. Por no poder, ni siquiera podemos convencer a Robert Redford para que me telefonee.Pero s¨ª podemos cambiar de canal cada vez que en pantalla apareza el infecto especimen racista y xen¨®fobo con sede en el sur, cuyo nombre me niego a escribir por respeto a nosotros. S¨ª podemos, los bien nacidos aficionados al f¨²tbol -incluidos los de su propio club-, dejar de asistir a los estadios hasta que el especimen se cubra la cabeza con ceniza y se meta en un profundo agujero. S¨ª podemos no babear cuando, en su condici¨®n de alcalde -electo: s¨ª podemos no elegirle-, celebra los matrimonios m¨¢s horteras que se han producido bajo la capa del cielo. Podemos, incluso, no casamos. Podemos cambiar de acera cuando se nos cruce, y escupir, eructar, hacer cuernos con los dedos y airosas butifarras -vulgo corte de mangas- con los brazos cuando alguien lo hombre en nuestra presencia.
Y as¨ª, tacita a tacita, qui¨¦n sabe si acabaremos pudiendo con todo.
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