Misterios africanos
Morir¨¢s en Chafarinas es un filme de investigaci¨®n criminal. Una investigaci¨®n, vaya por delante, un tanto especial: transcurre en un cuartel en el que inexplicablemente mueren soldados. Cuenta una investigaci¨®n criminal realizada por dos soldados, preocupados por la muerte por sobredosis, y en muy extra?as circunstancias, de dos colegas, primero, y a tiro limpio de un tercero, homosexual para mayores datos, un poco despu¨¦s.A partir de estos elementos, y con la inestimable ayuda de una ambientaci¨®n ciertamente ins¨®lita en nuestro cine, para el que Melilla y Ceuta no existen desde hace algunas d¨¦cadas, Olea intenta hacer coincidir intereses dispares: la historia de camarader¨ªa entre un misterioso ex traficante convertido en soldado -a quien el debutante Javier Albala confiere considerable prestancia- y un cabo en ocasiones prudente, Jorge Sanz; la relaci¨®n entre ¨¦ste y la m¨¢s que aburrida, l¨¢nguida, esposa de su capit¨¢n (Mar¨ªa Barranco); la investigaci¨®n criminal propiamente dicha; las relaciones entre el capit¨¢n (Ladoire) y un colega, a prop¨®sito de cierto negocio; y la fugaz historia de amor entre Albala y la hermana del tercer muerto.
Morir¨¢s en Chafarinas
Direcci¨®n: Pedro Olea. Gui¨®n: P. Olea y Fernando Lalana, seg¨²n novela de ¨¦ste. Fotograf¨ªa: Francisco Femenia.M¨²sica: Bernardo Bonezzi. Producci¨®n: Jos¨¦ Luis Escolar, para Altube Filmeak. Espa?a, 1995. Int¨¦rpretes: Jorge Sanz, Mar¨ªa Barranco, Javier Albala, ?scar Ladoire, Toni Zenet, Esperanza Campuzano. Estreno en Madrid: Luchana, Vaguada, Ideal, D¨²plex, Canciller, Cristal, Aluche, Moraleja Lusomundo y Arag¨®n.
Mucha materia parece ser satisfactoriamente resuelta en apenas hora y 35 minutos, y por ah¨ª le vienen los problemas al filme. Porque si bien es cierto que Olea imprime un considerable br¨ªo a la primera mitad de su desarrollo, al planteamiento de la trama y a la descripci¨®n de los ex¨®ticos y logrados escenarios en que la acci¨®n transcurre, cuando se da a resolver el entuerto el barco comienza a hacer aguas. Da la impresi¨®n de que el gui¨®n lo tiene pr¨¢cticamente todo para resultar funcional a una narraci¨®n entretenida, pero lo cierto es que le falta trabajo para pulir los detalles, para evitar la sensaci¨®n de que las acciones se encadenan por puro mecanismo, porque no se sabe hacerlas viables de otra manera.
El punto de gracia
Muchas preguntas se podr¨ªan hacer y la respuesta no ser¨ªa muy diferente que en el caso de su anterior filme El maestro de esgrima: tiene todos los ingredientes, los condimentos para obtener un buen plato, pero le falta ese punto de gracia en la cocci¨®n, el toque que lo haga realmente suculento. Nadie podr¨¢ decir que no es un filme correctamente rodado e interpretado. Pero con eso no basta para lograr un producto satisfactorio, uno de esos filmes que abundaron en el Hollywood cl¨¢sico que tanto dice admirar Pedro Olea.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.