Primero, el empleo
LA DEFENSA del empleo y su relaci¨®n con la afiliaci¨®n sindical presidi¨® ayer la conmemoraci¨®n del Primero de Mayo. Tiene raz¨®n el reelegido secretario general de UGT, C¨¢ndido M¨¦ndez, cuando recuerda que, si de, desequilibrios se trata, ninguno tan grave como, la existencia de una tasa de paro que dobla la media de la Uni¨®n Europea. Pero del acuerdo general existente sobre ese punto, as¨ª como sobre los efectos sociales de ¨¦l derivados, no siempre se extraen las consecuencias l¨®gicas.En otros pa¨ªses europeos, las estrategias defensivas desplegadas por los sindicatos desde comienzos de los a?os noventa, supeditando los objetivos salariales y otros al mantenimiento de los puestos de trabajo, contuvieron el paro en niveles muy inferiores al de Espa?a. Una estrategia de ese tipo no tiene por qu¨¦ significar reducciones salariales dr¨¢sticas: ¨¦stas producir¨ªan un retroceso. proporcional del consumo que har¨ªa imposible el crecimiento y, por tanto, la creaci¨®n de puestos de trabajo. Pero s¨ª exige adecuar costes salariales y productividad de manera que ¨¦sta crezca por encima de aqu¨¦llos, al menos durante un periodo.
Durante a?os, la estrategia de los sindicatos espa?oles ha, consistido en desarrollar luchas ejemplares en determinadas empresas o sectores, cuyos, resultados serv¨ªan luego como pauta para los dem¨¢s convenios.
Esa estrategia era, en parte, consecuencia de la escasa implantaci¨®n de los sindicatos en las empresas, especialmente en las peque?as. La tasa de afiliaci¨®n era en 1990 del 11%, s¨®lo superior en la Europa comunitaria a la de Francia. y muy inferior a la media del 39% en los pa¨ªses de la OCDE. Uno de los efectos de esa estrategia fue desvincular las condiciones salariales de las. expectativas de cada empresa, en perjuicio de las que atravesaban dificultades.
Hasta la integraci¨®n en la Europa comunitaria, el arancel que gravaba los productos extranjeros (un 20% de media) permit¨ªa a los fabricantes espa?oles ser un 20% m¨¢s ineficientes que sus colegas exteriores para competir en igualdad de condiciones en, el . mercado interior. El r¨¢pido aumento del paro en la ¨²ltima d¨¦cada, tiene mucho que ver con la falta de adaptaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola a esa nueva situaci¨®n. Pero, a su vez, las rigideces del mercado laboral impidieron una adecuaci¨®n espont¨¢nea de los costes laborales a la coyuntura recesiva. No es normal que con un paro tan elevado los salarlos siguieran creciendo por encima de la inflaci¨®n incluso cuando los efectos de la crisis se hicieron evidentes, a partir de 1991.
Que en 1994 disminuyera el paro en 150.000 personas, frente a una previsi¨®n de aumento de 120.000, es en parte consecuencia de la reforma del mercado laboral. Su objetivo era crear las condiciones" mediante sistemas de contrataci¨®n y despido m¨¢s flexibles, para que los empresarios se decidieran a aumentar sus plantillas ante crecimientos modestos de sus expectativas d¨¦ negocio. La moderaci¨®n salarial aceptada por los sindicatos en los convenios de 1994 y lo que va de 1995, y el acento que ahora se pone en la afiliaci¨®n, supone un reconocimiento de que la negociaci¨®n debe adaptarse a la coyuntura, por una parte y a las condiciones de cada empresa, por otra.
Pero seguramente no es ajena a ese reconocimiento realista la percepci¨®n por parte de los dirigentes sindicales de la proximidad de la llegada, de la derecha al poder. El discurso seg¨²n el cual la pol¨ªtica econ¨®mica del PSOE era indistinguible de la de los conservadores carece de contraste emp¨ªrico porque desde la restauraci¨®n de la democracia la direcci¨®n de la, econom¨ªa, incluso en tiempos de UCD, ha estado en manos de socialdem¨®cratas. Pero la sospecha de que, si gana, la derecha aplicar¨¢ una pol¨ªtica de derechas ha hecho que M¨¦ndez y Guti¨¦rrez atemperen sus cr¨ªticas al Gobierno. Y la presencia en las manifestaciones de ayer de dirigentes socialistas c¨®mo Benegas, Cosculluela, Ciscar o Matilde Fern¨¢ndez, tras a?os de desde?osa ausencia, es la confirmaci¨®n desde el otro lado de la misma realidad.
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