"Ya hemos ganado en la recomposici¨®n de la izquierda francesa"
ENVIADO ESPECIAL Martine Aubry, hija de Jacques Delors, ex ministra de Trabajo, est¨¢ convencida -dice en esta entrevista realizada en Lille al cierre de la campa?a- de que, en cualquier caso, la elecci¨®n ha sido ya un ¨¦xito de credibilidad y recupeaci¨®n pol¨ªtica de la gauche.
Pregunta. ?Realmente quieren ganar? Han insistido en la "segunda sorpresa", parece como si no se lo creen.
Respuesta. Ninguna duda. Al principio hab¨ªa escepticismo sore la posibilidad de remontar el acaso de 1993 y las catastr¨®ficas europeas de 1994, en que bajamos al 14,9%. Ganar era casi impensable. La primera vuelta fue una sorpresa. Pero no hay duda sobre la voluntad.
P. _Jospin era un coche a diesel. Tard¨® en prender.
R. Es verdad que empezamos m¨¢s tarde que los dem¨¢s. Necesitamos un mes para redactar el programa, porque quisimos una campa?a seria, no a base de cuatro esl¨®ganes. Ten¨ªamos que explicar la crisis moral, institucional y social. Y detallar en qu¨¦ hab¨ªamos acertado y por qu¨¦ hab¨ªamos fracasado en ciertos ¨¢mbitos. Para recuperar credibilidad, la izquierda deb¨ªa hacer ese trabajo, s¨®lido y no demag¨®gico.
P. Se ver¨¢ en las urnas.
R. Ya se ve. Los ciudadanos quieren que Francia avance no s¨®lo por arriba, mediante leyes, sino poni¨¦ndose en movimiento. Y que se les diga la verdad. Por eso no lo prometimos todo: propusimos prioridades, y detallado c¨®mo se financiar¨ªan. Era m¨¢s dif¨ªcil, por la tradici¨®n de adular al ciudadano. Y los candidatos de la derecha coparon la escena.
Los periodistas, se interesaban m¨¢s en las maldades que se lanzaban Balladur y Chirac. Nos cost¨® atravesar los insultos y hacernos o¨ªr.P. Sorprende que Jospin, un hombre del aparato, siete a?os primer secretario del PS, sea hoy el s¨ªmbolo de la renovaci¨®n.
R. Pero en los dos ¨²ltimos se distanci¨®, anunci¨® incluso que abandonaba la pol¨ªtica. Eso le ha permitido reflexionar.P. Catorce a?os de mitterrandismo pesan.R. No creo que la gente comparta esa idea. Ese es el argumento de la derecha. Desde hace dos a?os Mitterrand est¨¢ muy enfermo, por lo que el Gobierno ha concentrado la atenci¨®n de la opini¨®n. Es falso que estemos bajo un reinado socialista. Las regiones, los departamentos, el Senado, la Asamblea, el Gobierno son de derechas. Adem¨¢s, en estos dos a?os hemos reconocido nuestros errores y vuelto a trabajar sobre el terreno, escuchando a la gente, experimentando nuevas soluciones, una nueva forma de hacer pol¨ªtica. Y eso nos ha empezado a devolver credibilidad. El fracaso de Balladur era l¨®gico. El paro ha crecido un 35% en 1994. Recort¨® los programas sociales.
P. Si pierde Jospin...
R. Aunque perdamos, habremos avanzado espectacularmente, habremos ganado a?os en la recomposici¨®n de la izquierda. Lo que m¨¢s me impresiona de la campa?a es el retorno de los j¨®venes. La din¨¢mica imprimida por gentes, no siempre socialistas, imbuidos de los valores de la izquierda: libertad -algo importante frente a las leyes Pasqua-, justicia y solidaridad. Estoy convencida de que una mayor¨ªa de franceses comparte estos valores.
P. Una presidencia Jospin ser¨ªa compleja, deber¨ªa convocar elecciones legislativas.
R. No imagino que si los franceses le eligen le nieguen luego los medios para desarrollar su programa. Ser¨¢ dif¨ªcil, pero lo l¨®gico ser¨ªa disponer de una mayor¨ªa, al menos relativa.
P. En todo caso el Presidente ser¨¢ d¨¦bil.
R. Deber¨¢ demostrar que representa a todos los franceses, no s¨®lo a sus electores. Jospin quiere ser un "presidente-ciudadano", resolver los problemas sin clientelismo.
P. Si pierde, ?seguir¨¢ asumiendo Jospin la responsabilidad que ha tomado en la renovaci¨®n de la izquierda?
R. Evidentemente. Continuaremos. Si, logramos el 46% o el 47% de los votos, habr¨¢ sido algo inimaginable hace un a?o. E indicar¨¢ que la opci¨®n tomada era la buena.
P. Si gana y le pide que sea su primera ministra, ?le traicionar¨¢?
R. Pregunta malvada. Lo s¨¦ pero no le contesto. ?ste asunto no se plantear¨¢ hasta que ganemos.
P. ?Pero es capaz de traicionar a los amigos?
R. Ataque innoble. Corra, que pierde el tren.
"Hasta las empresas exigen m¨¢s consumo"
Pregunta. ?C¨®mo aumentar el empleo subiendo los salarios, como proponen?
Respuesta. La participaci¨®n de los salarios en el incremento del PIB ha bajado un 10%, sus costes indirectos han aumentado un 4%, y los m¨¢rgenes de las empresas se han restablecido: la tasa de autofinanciaci¨®n es del 130%. Ahora, las empresas no necesitan dinero, sino clientes, consumidores. Incluso la patronal defiende que el consumo interno tire de la demanda y ¨¦sta no dependa s¨®lo de la exportaci¨®n. Nuestro problema hoy no es la competitividad. En los cinco ¨²ltimos a?os, el aumento del poder adquisitivo ha oscilado entre el cero y el 1%, mientras que las rentas del capital han crecido un 7%. Luego, convergen las razones de justicia y de necesidad econ¨®mica.
P. Para crear empleo pretenden pasar de 39 a 37 las horas laborables sin reducir salarios en igual medida. ?Qui¨¦n lo paga?
R. No se bajar¨¢n los salarios hoy, pero se podr¨¢n aceptar aumentos menores para el futuro. Otra parte la aportar¨¢n las empresas, con aumentos de productividad. Y otra el Estado, con 5.000 millones de francos anuales para las empresas que aceleren la reducci¨®n horaria..
P. Se declaran socialdem¨®cratas, cuando los n¨®rdicos adaptan el Estado de bienestar. Ellos vuelven, ustedes van.
R. Lo que m¨¢s me interesa es su modelo de sociedad, la mediaci¨®n entre ciudadanos y Estado a trav¨¦s del asociacionismo. Debemos revisar la idea de la asistencia, eso de que al Estado le basta coger de los ricos para d¨¢rselo a los pobres. Hay que pasar de una sociedad asistida a una sociedad responsable. Tanto o m¨¢s que subsidiar a los que est¨¢n en dificultades -los parados-, debemos resolver los problemas estructurales: Educaci¨®n para actuar en barrios dif¨ªciles, acceso a la Sanidad, a la vivienda social.
P. ?Por qu¨¦ Europa ha estado tan ausente de la campa?a?
R. Una l¨¢stima. Ya cost¨® discutir los problemas internos, m¨¢s con los europeos. Y es una paradoja en una elecci¨®n a presidente, entre cuyas competencias destacan las internacionales.
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