?Qui¨¦n es estadounidense?
La detenci¨®n de dos personas relacionadas con el alentado terrorista del edificio federal de la ciudad de Oklahoma, junto con muchas pruebas circunstanciales, deja bien claro que ¨¦ste fue obra de extremistas de extrema derecha. La derecha radical de Estados Unidos que, en cierta medida, defiende, o al menos explica el atentado de Oklahoma, est¨¢ compuesta de numerosas milicias locales y grupos pol¨ªticos de presi¨®n, cuyo grito de batalla es que el Gobierno federal est¨¢ interfiriendo ilegalmente en las vidas de los ciudadanos estadounidenses.Se oponen a todo tipo de. control de armas como limitaci¨®n del derecho de los ciudadanos a llevar armas; odian el impuesto sobre la renta, todas las regulaciones federales sobre tierras, bosques y v¨ªas de agua. Odian en especial al Departamento de Tabacos y al de Control de Armas de Fuego, que ten¨ªa una de sus oficinas en el edificio reventado por la bomba del 19 de abril. Afirman no ser antisemitas ni racistas, pero utilizan nombres como resistencia aria blanca y explican que intentan defender a Estados Unidos de la toma militar por parte de las Naciones Unidas, y hablan siniestramente de un "Gobierno de ocupaci¨®n sionista". Por supuesto, uno de los temas repetidos constantemente es el de la supuesta p¨¦rdida de control del pa¨ªs por parte de su jefatura "cristiana".
Para m¨ª como historiador -y como antiguo bracero temporal que sol¨ªa trabajar en verano para granjeros de Nueva York y Vermont durante la cosecha de manzanas, y que escuchaba arengas de incre¨ªble paranoia sobre los indios, cajuns (indios canadienses o peones de granja mestizos), negros, jud¨ªos y las viles acciones del presidente Franklin D. Rosenfeld (sic)-, la base emocional de la derecha radical es el odio puro a todo lo que supuestamente ha destruido la pr¨ªstina sociedad anglosajona y cristiana de los primeros tiempos de Estados Unidos. Bajo los ataques abiertos al Gobierno federal subyacen sus posturas ante la inmigraci¨®n y los derechos civiles. Espero poder explicar con este art¨ªculo algunas de las razones de esa fiera animosidad que ahora ha adoptado la forma de terrorismo directo contra la poblaci¨®n en general.
Desde 1879, cuando entr¨® en vigor nuestra Constituci¨®n, hasta 1933 (con la toma de posesi¨®n del presidente Roosevelt y el new deal), pr¨¢cticamente toda la ¨¦lite pol¨ªtica, social y econ¨®mica de Estados Unidos estuvo compuesta de hombres blancos cuyos antepasados proced¨ªan de las islas brit¨¢nicas, Escandinavia y Alemania. Seg¨²n la segunda enmienda de la Constituci¨®n, una secci¨®n que se a?adi¨® a la Declaraci¨®n de Derechos a fin de garantizar la ratificaci¨®n de la nueva Carta fundamental por parte de los Estados existentes, todos los ciudadanos ten¨ªan derecho a llevar armas y formar milicias para proteger el orden p¨²blico. Como sabr¨¢n los espectadores de pel¨ªculas estadounidenses, la ley y el orden en las ciudades y minas del Oeste depend¨ªan frecuentemente de la actuaci¨®n de ciudadanos armados, y, como conocer¨¢n los lectores de historia, las turbas blancas a menudo linchaban a los negros tomando la justicia en sus manos como ciudadanos cumplidores de la ley.
La inmigraci¨®n procedente de Europa no tuvo restricciones hasta la I Guerra Mundial, pero en 1924: el Congreso aprob¨® leyes de inmigraci¨®n que inclu¨ªan cuotas destinadas deliberadamente a discriminar a favor de los europeos del norte y en contra de los italianos y eslavos que a finales del siglo XIX se hab¨ªan convertido en los inmigrantes m¨¢s numerosos (en esa ¨¦poca la inmigraci¨®n latinoamericana todav¨ªa no era importante).
Entre 1933 y 1940, los refugiados antinazis (en su mayor parte, aunque no exclusivamente, jud¨ªos) y los republicanos espa?oles exiliados ejercieron una importante influencia liberalizadora sobre la cultura estadounidense. La II Guerra Mundial presenci¨® el principio de la integraci¨®n en el servicio civil, y la experiencia de ver a los soldados norteamericanos entrando en los campos de muerte de la Alemania nazi hizo mucho, despu¨¦s de 1945, para reducir el antisemitismo end¨¦mico de la vida universitaria y econ¨®mica estadounidense.
El Congreso restableci¨® en los a?os sesenta la libertad de inmigraci¨®n para todas las nacionalidades y razas. Tambi¨¦n aprob¨® las leyes de derechos civiles destinadas a conseguir verdadera igualdad para los negros 100 a?os despu¨¦s de la guerra civil que aboli¨® la esclavitud, pero que no ofreci¨® a los antiguos esclavos la ciudadan¨ªa libre y total. Y a ra¨ªz de la legislaci¨®n sobre derechos civiles ha habido numerosos programas federales para aumentar las oportunidades de educaci¨®n y empleo para las mujeres y las minor¨ªas raciales.
A la luz de estos acontecimientos resulta f¨¢cil entender c¨®mo una significativa proporci¨®n de hombres blancos conservadores de origen anglosaj¨®n y noroeuropeo ha llegado a sentir que el Gobierno federal les ha arrebatado su Estados Unidos. A?¨¢dase a esto el odio a los impuestos, su resentimiento por todas las normativas sobre la explotaci¨®n y contaminaci¨®n de los recursos naturales, la imagen idealizada de la milicia colonial liberando al pa¨ªs del Gobierno brit¨¢nico, la visi¨®n de justicia del viejo Oeste, idealizada igualmente por Hollywood, y ya se tienen los ingredientes de la actual reacci¨®n de la derecha radical, cuya manifestaci¨®n m¨¢s extrema ha sido la reciente bomba en la ciudad de Oklahorna.
,La bomba, aunque no fue seguida por atrocidades similares, centrar¨¢ con toda seguridad la atenci¨®n p¨²blica sobre la cuesti¨®n de c¨®mo se definir¨¢n los principios de la democracia y la ciudadan¨ªa estadounidenses. Para la derecha radical, la democracia significa el derecho a ir fuertemente armados y a tomarse la justicia por su mano, cuando el Gobierno federal act¨²a para controlar la venta de armas letales, para proteger los recursos naturales, para gravar el uso de esos recursos y para legislar en favor de la igualdad de oportunidades para las mujeres y las minor¨ªas raciales.
Para los liberales, y para una sustancial mayor¨ªa de la corriente principal de los estadounidenses, la democracia incluye ahora expresamente los derechos de las mujeres y de las minor¨ªas raciales. Ciertamente puede ser necesario redefinir los poderes del Gobierno federal para imponer impuestos y normas, pero son absolutamente necesarias las medidas de protecci¨®n de los recursos y del medio ambiente y alguna distinci¨®n tiene que hacerse entre el derecho a poseer rifles de caza y el derecho a rociar fuego de ametralladora o utilizar balas dum-dum para eliminar polic¨ªas federales y matar a unos centenares de hombres, mujeres y ni?os inocentes, como consecuencia de los virtuosos odios propios.
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