Diego Prado Col¨®n de Carvajal, empresario y financiero
Diego Prado, fallecido el pasado d¨ªa 29 de abril, naci¨® en 1930 en Quito (Ecuador), hijo de Julio Prado, diplom¨¢tico chileno all¨ª acreditado, y de Pilar Col¨®n de Carvajal, descendiente en l¨ªnea directa de Crist¨®bal Col¨®n.Estudio el bachillerato en el colegio del Pilar de Madrid y obtuvo en 1952 la licenciatura en Derecho por la Universidad de Granada. Durante muchos a?os se dedic¨® a negocios de comercio exterior con Per¨² y otros pa¨ªses de Latinoam¨¦rica. Fue tambi¨¦n naviero. Espa?a, Chile, Ecuador, Per¨²... Era Diego Prado una cabal muestra de lo hispanoamericano. En su forma de hablar, c¨¢lida y fluida, siempre estuvo presente ese deje suave y musical propio de la herencia americana que suaviza las asperezas y reciedumbres de nuestra lengua.
Alto, bien parecido y elegante, fue seguro depredador entre las jovencitas casaderas de la sociedad madrile?a de los a?os cincuenta. Se cas¨® con una de ellas, la m¨¢s lista y simp¨¢tica y, de lejos, la m¨¢s guapa: ?ngela P¨¦rez Seoane y Fern¨¢ndez Villaverde. Tuvieron seis hijos.
En 1981, un grupo de inversionistas espa?oles le ofrecieron la presidencia del Banco de Descuento. Diego Prado, hasta entonces hombre de buen comercio, se dej¨® embarcar en la aventura financiera. ?sta sali¨® mal, y en 1983 el banco suspendi¨® palos y pas¨® al Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos. Los que le hab¨ªan embarcado abandonaron el barco y, para sustraerse a la eventual acci¨®n de la justicia, huyeron de Espa?a. Diego Prado no. ?l siempre estuvo a disposici¨®n de jueces y tribunales para responder de lo que otros hicieron bajo su presidencia.
Las autoridades de control y saneamiento de los bancos no perdieron una sola oportunidad de actuar contra ¨¦l, con celo y rigor especial¨ªsimos, hasta conseguir su procesamiento. ?Qu¨¦ gran sarcasmo ver hoy a alguno de los vengadores-justicieros en la picota p¨²blica! Diego Prado tuvo que esperar ?14 a?os! a que se celebrase el juicio oral en el que su inocencia hubiera resplandecido. Pero el juicio no se pudo celebrar. El ¨²nico de los procesados no huidos, Diego, no pudo resistir: el c¨¢ncer que le invad¨ªa le ten¨ªa consumido e inconsciente.
Quien s¨ª le juzg¨® y conden¨® fue ETA. En 1983, el d¨ªa 25 de mayo, en plena aflicci¨®n por su procesamiento, es secuestrado y permanece 75 d¨ªas en un zulo dentro del cual ni ponerse en pie pod¨ªa. Los interrogatorios fueron acompa?ados de un intenso tratamiento con sustancias qu¨ªmicas. Nadie fue a liberarle. ?Es imaginable m¨¢s indignidad? Volvi¨® del zulo destrozado f¨ªsica y moralmente. Como ciudadano no recibi¨® indemnizaci¨®n alguna por esos da?os irreparables. ?Cabe mayor desprotecci¨®n?
Conoc¨ª bien a Diego Prado, y soy testigo de su valent¨ªa, su integridad y su cortes¨ªa, virtud ¨¦sta tan escasa por estos lares. Fui amigo suyo, y prometo que no he conocido nunca a nadie tan delicado y cuidadoso con los dem¨¢s. Nunca se quej¨® -quer¨ªa hacernos la vida agradable- ni de las injusticias ni del secuestro, ni siquiera del c¨¢ncer y sus secuelas. Inteligente, pausado, siempre sonriente, con aquel deje inconfundible hispanoamericano... Un caballero.-
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