Relaciones de poder
LAS ELECCIONES locales y auton¨®micas del d¨ªa 28 producir¨¢n un cambio en el escenario pol¨ªtico. Se desconoce la amplitud de ese cambio, y si podr¨¢ llegar a provocar un, adelanto de las generales, como ya reclaman tanto Aznar como Anguita. En cualquier caso, s¨ª parece claro que el panorama pol¨ªtico nacional sufrir¨¢ una profunda transformaci¨®n.?sa es la diferencia con las europeas del a?o pasado, cuyo efecto, m¨¢s simb¨®lico que real, no modific¨® las relaciones de poder. Ahora puede darse por seguro que los resultados, incluso si se quedan lejos de las expectativas de la oposici¨®n, forzar¨¢n alianzas en el ¨¢mbito local diferentes a las nacionales y muchas alcald¨ªas y varias presidencias de comunidad pasar¨¢n a manos de formaciones que siempre estuvieron en la oposici¨®n, y viceversa. Ello producir¨¢ una din¨¢mica pol¨ªtica in¨¦dita desde hace muchos a?os. Pujol ya ha advertido que un eventual acuerdo PSOE-IU que tuviera repercusiones en la pol¨ªtica socioecon¨®mica cuestionar¨ªa su apoyo en 1996. Por tanto, la discusi¨®n sobre el car¨¢cter nacional o auton¨®mico y local de los comicios est¨¢ mal planteada si se reduce a la cuesti¨®n de si provocar¨¢n o no el adelanto de las generales.
Ya durante la precampa?a los partidos han intentado transmitir a los electores su propia visi¨®n del alcance de la convocatoria. Es una primera deformaci¨®n, porque con ello unos y otros han relegado a segundo plano sus propuestas para gobernar los municipios y comunidades. Y cuando han planteado cuestiones de pol¨ªtica general, como las pensiones o la fiscalidad, lo han hecho ocultando la parte: desagradable del asunto.
Aznar presenta los comicios como si fueran una moci¨®n de censura contra Gonz¨¢lez: precisamente lo que ¨¦l se ha abstenido de hacer en el ¨¢mbito parlamentario. Aunque sea exagerado hablar de "fraude electoral", como hizo el vicepresidente Serra al criticar esa pretensi¨®n de Aznar, es cierto que se trata de una deformaci¨®n del sentido de las elecciones. Que esa deformaci¨®n ya se produzca al plantear las elecciones legislativas como si fueran presidenciales -algo que todos comparten- no justifica esta nueva vuelta de tuerca consistente en decir a los electores que, al elegir alcalde o diputados auton¨®micos, est¨¢n abriendo "la puerta de salida" a Felipe Gonz¨¢lez, como hizo el l¨ªder del PP el viernes.
Las elecciones intermedias, en la medida que permiten al elector modificar su voto de acuerdo con el ¨¢mbito de la consulta, la entidad. de los candidatos y otros factores, constituyen una garant¨ªa de pluralismo. En la pr¨¢ctica, es imposible saber qu¨¦ factores acaban resultando m¨¢s determinantes en la decantaci¨®n del voto. En todo caso, en una situaci¨®n pol¨ªtica tan recalentada como la actual es inevitable que la dimensi¨®n nacional influya en el voto local o regional, especialmente all¨ª donde los candidatos carezcan de un perfil pol¨ªtico propio. Alcaldes como los de La Coru?a o Vitoria, o presidentes auton¨®micos como Bono o Rodr¨ªguez Ibarra arrastran m¨¢s votos que sus partidos respectivos.
Ha sido precisamente el presidente extreme?o quien ha movido las aguas internas socialistas al declarar, coincidiendo con el inicio de la campana, que si los resultados del 28 son malos para el PSOE ser¨¢ preciso adelantar las generales y que Felipe Gonz¨¢lez no deber¨ªa volver a ser el candidato a la presidencia. Aunque el debate sea algo prematuro, puede adelantarse que el margen est¨¢ entre ese 20% de que ha hablado Ibarra y el 30% de las europeas de 1994. Entonces se dijo que dif¨ªcilmente, pod¨ªan irle peor las cosas al PSOE, dado el car¨¢cter de la consulta, que favorec¨ªa el voto de castigo o la abstenci¨®n del elector socialista. Casi un a?o despu¨¦s, es muy posible que el partido de Gonz¨¢lez pueda corroborar la hip¨®tesis de que "todo es empeorable". Habr¨¢ tambi¨¦n que comprobar si acierta Anguita en sus profec¨ªas, y logra que IU alcance la hegemon¨ªa de la izquierda sin que ello suponga favorecer ¨¦l triunfo de la derecha.
La respuesta a tantos interrogantes depende de varios factores, pero, sobre todo, de la libre voluntad de los 32 millones de electores convocados.
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