?Qu¨¦ ha supuesto Sabonis?
La marcha del jugador lituano a la NBA plantea varios interrogantes sobre su pasado y su futuro deportivo
Siempre hay clases. Incluso dentro del exclusivo club de las estrellas deportivas. Cada especialidad cuenta con su galer¨ªa de elegidos, esos personajes que son capaces de desafiar al tiempo y son inmunes a la desaparici¨®n de sus gestas en la memoria de los aficionados. Pero no todos son iguales.Dentro de cada unos de estos escogidos grupos, destacan aquellos que, adem¨¢s de haber hecho historia en sus respectivas actividades, han supuesto una evoluci¨®n, una ruptura con respecto a lo desarrollado anteriormente. Son jugadores que consiguen que exista un antes y un despu¨¦s de ellos. Dentro del baloncesto mundial uno de los ejemplos m¨¢s claros es el de Magic Johnson.
El m¨ªtico jugador de los Lakers fue el primero en romper el estereotipo que sele supon¨ªa al base tradicional. Ten¨ªa la altura de un p¨ªvot y manejaba el bal¨®n como un hombre de 1,80. Era capaz de jugar en cualquier posici¨®n, y sus anotaciones le alejaban del concepto habitual del base organizador. El baloncesto del siglo XXI se inici¨® con Magic Johnson.
En el ¨¢mbito europeo, Arvidas Sabonis pertenece a este reducido colectivo, en el que tambi¨¦n militan Drazen Petrovic, Toni Kukoc o Vlado Divac. Todos ellos rompieron de una forma o de otra los moldes del baloncesto continental moderno. Cuando Sabonis irrumpi¨® en la escena internacional, all¨¢ por el a?o 1982 (Mundial de Colombia), hab¨ªa que frotarse los ojos para creer que un jugador de 2,22 fuese capaz de moverse por el campo como lo hac¨ªa el gigante lituano. Corr¨ªa, saltaba, botaba, se pasaba el bal¨®n por detr¨¢s y daba asistencias irreales al p¨ªvot. Adem¨¢s de unos demoledores movimientos en las situaciones habituales de un p¨ªvot tradicional, su campo de tiro no se limitaba a posiciones cercanas al aro, sino que era capaz de conseguir anotar desde la media y larga distancia.Hasta aquel momento, exist¨ªan p¨ªvots de dos tipos: los habilidosos no excesivamente corpulentos y que se ve¨ªan obligados a sacar, provecho tanto de sus pies como de su astucia, cuyo mejor representante era Rafa Rull¨¢n- y las moles -aquellos que s¨®lo con su fisico eran capaces de destrozar lo que se les pon¨ªa por delante, cuyo ejemplo m¨¢s significativo puede ser Tachenko-.
Sabonis conjugaba por primera vez lo mejor de ambos prototipos. Ten¨ªa 17 a?os y era lo nunca visto. Parec¨ªa sacado de un laboratorio siberiano en el que hab¨ªan logrado construir con ¨¦xito una criatura casi perfecta a partir de la altura de Tachenko y la gracia, talento y soltura de Mislikin -uno de los mejores jugadores sovi¨¦ticos de la historia, nunca suficientemente reconocido, probablemente por su excesivo talante occidental- y el cerebro de Eremin.
Sin estar totalmente formado, Sabonis ya desped¨ªa el aroma de los jugadores ¨²nicos. Tres a?os despu¨¦s, con 20 a?itos reci¨¦n cumplidos, despej¨® en el Europeo de Alemania las pocas dudas que quedaban. Su poder¨ªo era tan apabullante como la sencillez de su juego. No es de extra?ar que desde entonces se convirtiese en el mayor objeto de deseo que la NBA haya tenido por un jugador nacido en Europa. Ni siquiera en la mejor Liga del mundo se daba un hombre de estas caracter¨ªsticas. Primero la situaci¨®n pol¨ªtica y m¨¢s tarde sus graves lesiones impidieron un desarrollo natural de su carrera, que le hubiese llevado hace a?os a compartir estrellato con Ewing, Olajuwon o Robinson.
Con Sabonis en el equipo, cualquier plantilla, por deficiente que fuese, se convert¨ªa en competitiva. Pero, por encima de t¨ªtulos colectivos y ¨¦xitos individuales (que los tiene para dar y regalar), la mayor aportaci¨®n de Sabonis es haber demostrado que la altura, aunque se cifre en casi 222 cent¨ªmetros y un mont¨®n de kilos, no esta re?ida con las facetas m¨¢s art¨ªsticas del baloncesto, como pueden ser la visi¨®n de juego, el pase o el tiro a distancia.
Nadie mejor que ¨¦l para haberlo demostrado.
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