Bueno, bonito, barato
AZNAR OCULT? (escondi¨®, tap¨®, disfraz¨®, encubri¨® a la vista. seg¨²n el Diccionario de la Real Academia) sus intenciones respecto,a la reforma fiscal que propugna su partido. No dijo que pensaba compensar la reducci¨®n de las cuotas del impuesto sobre la renta (IRPF) mediante la eliminaci¨®n de la mayor parte de las desgravaciones. Tuvo ocasi¨®n de aclararlo y no lo hizo. Por ejemplo, cuando se le reproch¨® que objetivos como la reducci¨®n del d¨¦ficit o el mantenimiento del poder adquisitivo de las pensiones eran contradictorios con la rebaja de los impuestos.Nada tan sencillo como responder que no hab¨ªa caso porque la recaudaci¨®n se mantendr¨ªa constante; que esas deducciones -por gastos de enfermedad, seguro de vida, alquiler de vivienda...- suponen aproximadamente el 20% de la recaudaci¨®n del IRPF y que, por tanto, su eliminaci¨®n permit¨ªa rebajar las cuotas del IRPF en similar proporci¨®n sin que se redujera la recaudaci¨®n total.
El PP no s¨®lo eludi¨® esa respuesta elemental, sino que aliment¨® el equ¨ªvoco al argumentar que su reforma estimular¨ªa la actividad econ¨®mica y ello compensar¨ªa con creces los eventuales efectos de la reducci¨®n de impuestos; luego se admit¨ªa que la recaudaci¨®n del IRPF bajar¨ªa. El PP podr¨¢ alegar los m¨¢s nobles motivos para haber ocultado la parte antip¨¢tica de su reforma, pero no negar que hubo ocultaci¨®n.
El l¨ªder del PP se indigna cuando se le dice, por ejemplo desde este peri¨®dico, que rito tiene programa. Rectificamos: lo tiene, pero lo esconde; al menos, los aspectos del mismo que puedan resialtar impopulares. Aznar podr¨ªa aplicarse a s¨ª mismo la exigencia de acabar con las medias verdades que reclama, con raz¨®n, en sus buenos momentos. Si piensa que es m¨¢s urgente estimular la inversi¨®n -de la que depende el empleo- que garantizar las pensiones, que lo diga clara mente: mucha gente comparte ese punto de vista, per fectamente leg¨ªtimo. Lo que no es posible es pretender -bueno, bonito, barato- quedarse con todos los cromos a la vez: una reforma fiscal redistributiva y solidaria que fomente el ahorro y la inversi¨®n, como dijo el s¨¢bado. Lo uno o lo otro. S? se quiere incentivar la inversi¨®n, la reforma ir¨¢ en un sentido de favorecer fiscalmente el ahorro de las rentas altas; pero eso significar¨¢, de momento, recortar el aspecto redistributivo de la fiscalidad.
Dice ahora Aznar que quienes se oponen a su reforma son los defraudadores. Semejante salida oscurece a¨²n m¨¢s su propuesta, porque la bajada de tipos nada tiene que ver con ese problema. Las bolsas de fraude est¨¢n en los sectores con ingresos opacos, altos o bajos: profesionales congresos no salariales, comerciantes, etc¨¦tera. Que se rebajen los tipos no tiene ning¨²n efecto sobre esos sectores, que lo que hacen es aprovechar el car¨¢cter no controlado de sus ingresos para no declarar una parte de ellos. El fraude se combate con m¨¢s control, no con rebajas de impuestos.
Algunos reaganianos tard¨ªos pr¨®ximos a Aznar han redondeado el argumento atribuyendo efectos positivos transparencia, mayor equidada la simplificaci¨®n de la declaraci¨®n mediante la eliminaci¨®n de las deducciones. En principio, el sistema ser¨¢ m¨¢s justo cuanto con m¨¢s detalle permita aquilatar las circunstancias personales -enfermedad, personas a cargo, etc¨¦tera- de cada contribuyente. Es cierto que una complejidad excesiva de las declaraciones hace que s¨®lo los expertos o quienes puedan pagarse un asesor fiscal se beneficien al m¨¢ximo de esas deducciones. Pero no parece que la soluci¨®n sea la eliminaci¨®n de esa posibilidad para todo el mundo. Y, a prop¨®sito de Reagan, nadie ignora hoy que el efecto de su pionera reducci¨®n de impuestos fue un aumento descomunal del d¨¦ficit p¨²blico. Algo que aqu¨ª ser¨ªa como nombrar la soga en casa del ahorcado.
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