John Boorman y Philip Haas aportan al concurso las primeras pel¨ªculas bien acabadas
Singer y Diane Keaton presentan fuera de competici¨®n dos obras de gran originalidad
El brit¨¢nico John Boorman y el estadounidense Philip Haas concursaron ayer con Rang¨²n y ?ngeles e insectos, respectivamente. Ambas obras son discutibles, pero bien acabadas, pues hay proximidad entre lo que buscan y lo que encuentran. Tambi¨¦n discutibles pero formalmente m¨¢s interesantes son los dos filmes fuera de concurso: el extra?o, violent¨ªsimo y casi abstracto Los sospechosos, dirigido por Bryan Singer; y el singular melodrama Unstrung heroes, segundo y notable largometraje dirigido por la famosa Diane Keaton.
El cine independiente de Estados Unidos, de espaldas a las pautas -cada a?o que pasa m¨¢s rutinarias y desacreditadas- del Hollywood de hoy, sigue su escalada imparable en busca de adue?arse de la herencia del gran Hollywood de ayer. ?ngeles e insectos es una producci¨®n brit¨¢nica, dirigida por el cuarent¨®n californiano Philip Haas, que viene haciendo, desde hace diez, casi una pel¨ªcula por a?o. Ninguna de ellas ha llegado a nuestras pantallas, de modo que ¨¦ste su duod¨¦cimo filme es, para casi todos los europeos, la carta de presentaci¨®n de un desconocido. Se le conoce en Londres, donde ha rodado algunas de sus pel¨ªculas y ha afinado su buen pulso para la direcci¨®n de actores en montajes teatrales de tipo marginal, y paren ustedes de contar. Pero por los s¨ªntomas que Haas ofrece en este su primer salto a los circuitos de distribuci¨®n internacionales, su escaso nombre puede convertirse pronto en renombre.Hay sentido metaf¨®rico y capacidad para ir al grano en la turbulenta ?ngeles e insectos, que Haas ha tra¨ªdo a Cannes95. A veces recuerda la sequedad e inmediatez del viejo estilo underground de los a?os cincuenta y sesenta, pero a medida que la pel¨ªcula avanza m¨¢s lejos y llega muy dentro en el interior del tortuoso melodrama que narra, que sobre el papel se presta al ornamentalismo un poco hueco de James Ivory, pero que -con muchos menos medios que los habituales en el director de Lo que queda del d¨ªa- cala m¨¢s hondo en los siniestros recovecos subterr¨¢neos de la vida familiar y social de la alta burgues¨ªa brit¨¢nica de finales del siglo pasado: la gusanera moral y las tripas podridas que se agitaban bajo la piel lustrosa del imperio victoriano. Muy imperfecta, pero intensa y prometedora pel¨ªcula.T
Todo lo contrario que el rimbombante caramelo democr¨¢tico del maestro brit¨¢nico John Boorman titulado Rang¨²n, en el que el famoso director de A quemarropa, Deliverance y Esperanza y gloria, fabrica -m¨¢s que dirige- una pel¨ªcula primorosamente elaborada, pero donde el lugar de la intensidad emocional es usurpado por el calculado ¨¦nfasis de la ret¨®rica visual efectista.
El drama birmano
El asunto del filme tiene mucho inter¨¦s documental y did¨¢ctico: levantar el tel¨®n que oculta la tragedia innumerable de un pa¨ªs, Birmania, sojuzgado desde hace muchos a?os por un r¨¦gimen de dictadura fascista militar enquistada, que ha cobrado y sigue cobrando el salvaje peaje de centenares de miles de v¨ªctimas. Es decir: el precio nauseabundo de un genocidio silencioso y tolerado por Occidente, del que, como dice un personaje de la pel¨ªcula, "ya nadie habla, mientras sigue en, boca de todos la matanza de chinos en Tiananmen". Igualmente atroz, pero min¨²scula si se le compara con el exterminio del Ej¨¦rcito regular birmano contra la poblaci¨®n seguidora de la l¨ªder Aung San Su Yi, hoy casi olvidada, amordazada y confinada en alg¨²n agujero de los alrededores de Rang¨²n. Asunto demasiado caliente, grave y grande para una pel¨ªcula tan fr¨ªa, liviana y peque?a.
Pero el mejor cine de la jornada no concurs¨®. Diane Keaton y Bryan Singer, con Ungstrong heroes, y Los sospechosos, respectivamente, extraen de dos modelos gen¨¦ricos del Hollywood cl¨¢sico, el melo y el thriller, dos pel¨ªculas fieles al esp¨ªritu de las tradiciones de donde proceden, pero formalmente muy heterodoxas, y en cierto modo personal¨ªsimas. Sobre todo, en el caso de la neoyorquina Diane 'Keaton, que -muy lejos, casi en las ant¨ªpodas, de su maestro Woody Allen- imprime a la suave, rara y exc¨¦ntrica carencia de su pel¨ªcula una finura, una elegancia y una delicadeza que hace de esta notable, aunque todav¨ªa balbuciente, pel¨ªcula una obra dif¨ªcil de catalogar y definir.
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