El sabor de la derrota
En la noche electoral todo era entusiasmo. Incluso Felipe Gonz¨¢lez y Serra aparecieron exultantes porque el revolc¨®n no era del tama?o pronosticado en las encuestas por este diario. Siempre hay un punto de referencia para consolarse en tales casos. La ¨²nica excepci¨®n, y ya al d¨ªa siguiente, fue la infinita tristeza que presid¨ªa los rostros de Roca i Junyent y Duran i Lleida mientras Pujol explicaba lo sucedido en Barcelona y sus consecuencias pol¨ªticas.En realidad, en estas elecciones todos se han llevado su porci¨®n de derrota. El PP, porque ha vencido, pero no ha ganado en lo esencial. Con una adecuada met¨¢fora, Aznar lo explic¨® a su gente desde el balc¨®n de la calle de G¨¦nova: est¨¢n en el pen¨²ltimo pelda?o en la escalera del cielo. Pero el ascenso se hace interminable y a¨²n quedan riesgos, no siendo el menor de ellos que se produzca una reacci¨®n de "todos contra el PP" cuyos primeros efectos podr¨ªan consistir en que se viera inutilizado el ¨¦xito de Celia Villalobos en M¨¢laga o incluso que una alianza en torno a Alli provocase la p¨¦rdida de Navarra. Ni siquiera la fortuna le ha sido propicia al PP en la ciudad de Barcelona, punto de partida posible para una larga amistad.
La sorpresa en esta consulta es ver que la posici¨®n de Pujol, el gobernante sin desgaste, no resulta tan c¨®moda como parec¨ªa. Su cobertura ha evitado el retroceso socialista en Catalu?a, donde adem¨¢s los asuntos de Estado quedan siempre en la lejan¨ªa, y la alianza ha borrado en parte la clara divisoria que antes le separaba del PSC. As¨ª que no s¨®lo deja de ganar, sino que queda reducido en el cap i casal de Catalunya a un respaldo electoral indecoroso. Su desaz¨®n era visible y l¨®gica.
Del PSOE ya est¨¢ todo dicho por los comentaristas. Felipe sigue, c¨®mo no, y Ciscar nos descubre un vocablo melifluo: "Disponibilidad". Todos hablan de cambiar, pero es dif¨ªcil adivinar qui¨¦n le pondr¨¢ el cascabel al gato, y s¨®lo faltaba que esa pretensi¨®n la enunciaran los seguidores de Guerra tras la deplorable campa?a de su jefe. ?nicamente puede salvarles el reconocimiento de que est¨¢n en ca¨ªda libre y que el continuismo servir¨ªa s¨®lo para que siguiese actuando la ley de la gravedad.
Algo parecido, pero en cuanto a estancamiento, le sucede a IU. En la superficie, todo va bien: ha habido ascenso y consigue una implantaci¨®n en zonas antes vac¨ªas. Pero ese diagn¨®stico favorable olvida la escasa capitalizaci¨®n de votos perdidos por el PSOE y el freno en lugares clave a la tendencia mostrada en las europeas. La derecha gana y el sorpasso es una quimera. El ¨¦xito de Romero en M¨¢laga viene a recordar el baj¨ªsimo nivel de otras candidaturas: existe un desfase evidente hoy entre la propensi¨®n al voto de izquierda y lo que IU ofrece. Estancamiento tambi¨¦n en la expresi¨®n de un pluralismo que para IU debiera ser se?a de identidad.
La posici¨®n de Anguita es no ya marxista, sino stirneriana: ¨¦l es la direcci¨®n, la voz y el s¨ªmbolo ¨²nico de lo que dice ser una coalici¨®n plural. La consecuencia es la rigidez, visible aparatosamente en el tema de los pactos poselectorales. Y no porque haya que aplicar mec¨¢nicamente, como sugiere L¨®pez Garrido, una enga?osa "uni¨®n de la izquierda" que el PSOE invoca s¨®lo cuando truena, mientras la alianza fundamental se mantiene con Pujol. El PSOE es, como mucho, una no-derecha respecto del PP y tampoco cabe olvidar que IU no es, como se dice, un "partido bisagra", entre PP y PSOE, sino un posible ap¨¦ndice de ¨¦ste. Corre siempre el peligro de repetir la jugada del 79: obtener una alcald¨ªa por cinco del PSOE y convertirse en ¨¦stas en simple furg¨®n de cola. El ejemplo de Iniciativa per Catalunya resulta claro: sin imagen diferenciada no hay crecimiento. Pero eso es una cosa y otra satanizar los apoyos rec¨ªprocos de antemano. Primero, porque cabe pactar mejor (lo que hizo siempre el PSI en Italia, en condiciones similares). Y segundo, porque la v¨ªa actual de rigidez s¨®lo puede llevar a compaginar el absolutismo de los principios, m¨¢s carlista que marxista, con el oportunismo en las decisiones o como ¨²nica alternativa a la impotencia pol¨ªtica.
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