Almorranas y pulgares

La pancarta a proa de la concentraci¨®n se basaba en argumentos de popa. "As¨ª te has quedado", rezaba, acompa?ando a una caricatura de la ministra ?ngeles Amador con las faldas al aire al m¨¢s puro estilo Marilyn y, en la mano, lo que de lejos parec¨ªa un haz y unas flechas, de m¨¢s cerca un manojo de esp¨¢rragos y, realmente, era un papel arrugado. Una consigna rivaliz¨® con la m¨¢s popular y socorrida "Amador, dimisi¨®n": "Felipe, la almorrana te la va curar Solana". Las referencias casi escatol¨®gicas, las m¨¢s aclamadas sin duda, fueron dejando paso a otra m¨¢s centrada en el asunto que m¨¢s ha puesto de u?as a los m¨¦dicos, la falta de acuerdo sobre el acuerdo: "Si no sabes firmar, coloca el pulgar". F¨¦lix Erdocia¨ªn, m¨¦dico rural de Zaragoza que se sumaba como sindicalista a la protesta de sus compa?eros especialistas, recordaba. el "fat¨ªdico" d¨ªa de la firma frustrada: "A las nueve de la tarde, nos llaman al sindicato [CESM] para decirnos que, ya est¨¢ la firma. Fui a casa, encend¨ª la tele y escuch¨¦ que no firmaban. Ni te cuento lo que solt¨¦". Con variaciones, casi todos coincid¨ªan en la memoria de un d¨ªa "grabado a fuego", como dec¨ªa un facultativo. El pulgar acab¨® por ganar a la almorrana.