Dos caras de una estrella
Cuando el pasado septiembre recibimos a Lana Turner en San Sebasti¨¢n no est¨¢bamos muy seguros de hasta qu¨¦ punto esta antigua gran estrella del cine norteamericano ser¨ªa recordada en la ciudad y entre los asistentes al festival. Todas nuestras previsiones se vieron desbordadas y fue uno de los recibimientos m¨¢s espectaculares y multitudinarios. de los ¨²ltimos a?os. En realidad podr¨ªa decirse que el concepto, algo oscuro, secreto y turbulento, de gran star le ven¨ªa como anillo al dedo a esta mujer. Amores tormentosos, belleza m¨ªtica de una ¨¦poca (busto adecuadamente amplio, seg¨²n los gustos del momento, rubia, de sofisticaci¨®n rebajada por una sensualidad de mujer fatal), casos policiales y apariciones en la cr¨®nica negra, int¨¦rprete del l¨²brico y retorcido personaje de El cartero siempre llama dos veces, en fin, el reflejo de una cierta mitolog¨ªa cinematogr¨¢fica. Aun as¨ª, nunca supusimos que produjese tanto revuelo. y atenci¨®n.Ella ofrec¨ªa una curiosa imagen de viejita amable, muy preocupada de su vestuario y sus apariciones en p¨²blico, muy cat¨®lica, seg¨²n confesi¨®n propia y, creo sinceramente, encantad¨ªsima de esa repentina e inesperada vuelta al estrellato. En contra de lo que su enfermedad pudiese hacer presagiar, trot¨® encantada por San Sebasti¨¢n y Guip¨²zcoa, insult¨® a Mickey Rooney en la rueda de prensa, atendi¨® muy amablemente a periodistas y directivos del festival, en fin, un encanto. Debi¨® recuperar tanto sus viejos h¨¢bitos de estrella en candelero que nos oblig¨® a alquilarle un avi¨®n privado para volver a Madrid. Por nuestra parte est¨¢bamos encantados de ver c¨®mo aquella mujer recobraba por unos d¨ªas el sentido del protagonismo. La revista norteamericana de televisi¨®n Lifestyle la acompa?¨® por San Sebasti¨¢n haci¨¦ndole un reportaje que luego, en noviembre y diciembre, creo, se emiti¨® por varios canales de Estados Unidos con la respetable audiencia de 11 millones de personas. Pensamos, realmente, que hab¨ªamos contribuido un poco a que la, en nuestra infancia, m¨ªtica Lana Turner tuviese unos d¨ªas alegres y fuera de la monoton¨ªa que su acompa?ante, de origen mexicano, nos comunic¨® que ten¨ªa como forma de vida.
Ayer por la ma?ana, seg¨²n llegaba la noticia de su fallecimiento, me puse a revisar para mi trabajo algunas im¨¢genes de Cautivos del mal, pel¨ªcula de Vincente Minnelli, que Lana Turner protagoniz¨® y en la que se mostraba con toda dureza el lado canallesco y exterminador que en parte tiene el mundo del cine. Resultaba curioso, teniendo todav¨ªa en la retina la imagen donostiarra de aquella se?ora mayor y enferma que agitaba dulcemente una mano y sonre¨ªa al p¨²blico descendiendo de un espectacular Rolls-Royce, ver a aquella rubia desbordante de los a?os cuarenta que, en la pel¨ªcula, lloraba, se desesperaba y se emborrachaba por conseguir llegar a ser actriz o, ya siendo estrella, por conservar el amor de un hombre. En la tormentosa vida, seg¨²n se cont¨® en la ¨¦poca, de Lana Turner pienso que llorar¨ªa y, por qu¨¦ no, se emborrachar¨ªa bastante por su trabajo y sus amores. Para el festival de San Sebasti¨¢n fue una alegr¨ªa poder ofrecerle a ella unos d¨ªas de diversi¨®n y estrellato y a los donostiarras, periodistas y cin¨¦filos, su presencia y su recuerdo. Se march¨® de San Sebasti¨¢n contenta y muy animada a seguir peleando con su enfermedad. No se preocupe, se?ora Turner, que siempre la recordaremos, unos vi¨¦ndola comer rodaballo en un restaurante donostiarra y otros, echando una imp¨²dica mirada a su escote en las pel¨ªculas de la ¨¦poca dorada. Usted que era creyente divi¨¦rtase all¨¢ donde vaya.
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