Argentina
Cuarenta a?os de despotismo amansador, varias bases norteamericanas y un rey hicieron falta para persuadir a los opositores al franquismo de que deb¨ªan sentarse a negociar la transici¨®n, pese a las humillaciones y el garrote vil. Para que Auschwitz pudiera convertirse en un mito oscuro fue necesario algo m¨¢s: im¨¢genes incuestionables de verdugos ahorcados, c¨¢maras de gas convertidas en museos y hasta la presencia de Helmut Kohl en actos en recuerdo de la Shoah. Los dos ejemplos invitan a pensar que acaso la democracia no sea un origen sino una consecuencia, quiz¨¢ un postulado cuya verificaci¨®n depende de ciertos acontecimientos. Es dif¨ªcil vender el paquete incorrupto de la convivencia en Argentina cuando el Gobierno usa discrecionalmente los medios de comunicaci¨®n y digita jueces del Tribunal Supremo, periodistas que denuncian tramas parapoliciales con triturados por "mano de obra desocupada", no se investiga el descomunal atentado a la Asociaci¨®n Mutual Israelita, la polic¨ªa aporrea a las madres de la Plaza de Mayo y no pocos torturadores afirman por la tele que volver¨ªan a hacer lo que hicieron con los torturados. En Argentina nadie duda de que esos tipos volver¨ªan a hacerlo, y muchos no est¨¢n seguros de que -si fracasa la pol¨ªtica de ajuste- no los llamen a actuar de nuevo.El comentarista pol¨ªtico Mario Vargas Llosa hace caso omiso de toda particularidad y, aparte de transmitir el virus letal del lugar com¨²n, propone una cura por la democracia como origen que es de hecho una mentira por defecto. Tal vez a V. LL., que, entre otros galardones, consigui¨® la nacionalidad espa?ola en el vertiginoso lapso de dos meses, lo obnubilen las posibilidades de la implantaci¨®n democr¨¢tica en la sociedad de la abundancia. Pocos mantienen o desean que en las sociedades de la escasez sea imposible convivir. S¨®lo V. LL. tiene un aire Armani y un predicamento Thatcher tan juguet¨®n como para ofrecer distantes bocetos de sentido com¨²n (tan cercano siempre al sinsentido) a ciudadanos que buscan en el conflicto argentino una salida pol¨ªtica a una situaci¨®n endiablada. La soluci¨®n de dicho conflicto argentino requiere tanta memoria activa como humildad e imaginaci¨®n; atributos ¨¦stos, l¨¢stima, m¨¢s frecuentes en los artistas que en los pol¨ªticos neoconservadores.
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