Major indulta a un soldado del Uster en el cierre de su campa?a por el poder 'tory'
No contento con advertir a las huestes conservadoras con tono apocal¨ªptico de que no votar por ¨¦l equivale "a lanzarse al abismo", el primer ministro brit¨¢nico, John Major, dio ayer una nueva muestra de su determinaci¨®n absoluta a seguir ocupando el n¨²mero 10 de Downing Street. En una decisi¨®n populista destinada a seducir a la derecha del partido, Major autoriz¨® ayer la liberaci¨®n de un paracaidista brit¨¢nico, condenado a cadena perpetua por el homicidio de una adolescente cat¨®lica en Belfast, lo que origin¨® disturbios en la capital norirlandesa y en Londonderry.
Fue el propio ministro para Irlanda del Norte, Patrick Mayhew, el que firm¨® la autorizaci¨®n necesaria que puso en la calle a Lee Clegg, de 26 a?os, tras haber cumplido tan s¨®lo cuatro a?os de condena. El caso Clegg hab¨ªa hecho correr mucha tinta en los ¨²ltimos meses en los peri¨®dicos conservadores desde los que se ha venido reclamando su liberaci¨®n.Hasta ahora, sin embargo, la liberaci¨®n del paracaidista que dispar¨® por error y caus¨® la muerte de Karen Reilly, de 17 a?os, un desgraciado d¨ªa de 1990 en Belfast, no hab¨ªa recibido la luz verde por las obvias implicaciones en el proceso de paz del Ulster. Una de las reclamaciones esenciales del Sinn Fein, partido pol¨ªtico que representa al Ej¨¦rcito Republicano Irland¨¦s (IRA), a lo largo de todo el proceso ha sido la liberaci¨®n de los presos.
Si el caso Clegg era todo un s¨ªmbolo para un sector de la poblaci¨®n brit¨¢nica, tambi¨¦n lo era para el partido republicano norirland¨¦s que hab¨ªa manifestado ya su rechazo a cualquier medida de gracia unilateral para el paracaidista que no llevara aparejada una amnist¨ªa general.
La noticia de la liberaci¨®n de Clegg provoc¨® una erupci¨®n de violencia en zonas del norte y el oeste de Belfast, as¨ª como en Londonderry. Tampoco recibi¨® una buena acogida en c¨ªrculos pol¨ªticos republicanos. El moderado John Hume, l¨ªder del partido cat¨®lico de mayor implantaci¨®n, denunci¨® el car¨¢cter "pol¨ªtico" de la decisi¨®n de Major, mientras Mitchel MacLaughin, portavoz del Sinn Fein, se quej¨® de los "dobles criterios" manejados por la justicia brit¨¢nica.
Para Major, la liberaci¨®n del soldado fue la mejor tarjeta de visita con que presentarse anoche ante los miembros del derechista Grupo 92, que encabeza George Gardiner. Major, que se ha negado a hacer especiales concesiones a los euroesc¨¦pticos, no dispone de excesivo margen de maniobra para complacer a las facciones irreconciliables del partido.
De hecho, Major afront¨® ayer la recta final de su carrera por la reelecci¨®n como l¨ªder tory con una adversa cobertura en la mayor parte de la prensa conservadora del pa¨ªs. El diario The Daily Telegraph, que publicaba con gran despliegue ayer el manifiesto pol¨ªtico del primer ministro -en el que Major manejaba la alternativa de "o yo, o el abismo", postul¨¢ndose como la ¨²nica figura capaz de mantener unidos a los tories- le asestaba un golpe mortal al reclamar un cambio de l¨ªder para el partido. Major recib¨ªa s¨®lo un tibio apoyo desde The Financial Times.
La abstenci¨®n, m¨¢s peligrosa que Redwood
El tormento padecido por John Major durante los ¨²ltimos tres a?os a manos de los euroesc¨¦pticos de su partido puede quedar convertido en historia para siempre si consigue superar hoy de forma arrolladora la votaci¨®n para elegir al nuevo l¨ªder tory en la consulta secreta que se celebra entre los 329 diputados conservadores. La votaci¨®n se desarrollar¨¢ entre las nueve de la ma?ana y las cinco de la tarde, hora brit¨¢nica, en una sala de la C¨¢mara de los Comunes.Para lograr su objetivo, Major tendr¨¢ que vencer no s¨®lo a un adversario de carne y hueso, el ex ministro para Gales John Redwood, sino a otro invisible y m¨¢s peligroso: la abstenci¨®n. Esta ¨²ltima ser¨¢ el arma manejada por los diputados tories que deseen ver entrar en la batalla por el liderazgo del partido a contendientes supuestamente de m¨¢s peso, como los ministros de Trabajo y de Industria, Michael Portillo y Michael Heseltine, respectivamente.
Una encuesta publicada por The Economist citaba precisamente a Heseltine como el ¨²nico tory capaz de frenar la sangr¨ªa del partido en las futuras elecciones generales. En todo caso, ninguno de los m¨²ltiples muestreos publicados por los peri¨®dicos brit¨¢nicos a lo largo de los ¨²ltimos diez d¨ªas da a Redwood como ganador. A lo sumo, y en el mejor de los casos, un muestreo publicado en The Sunday Express le otorgaba 60 votos.Todos los analistas coinciden en se?alar que el verdadero triunfo de Redwood residir¨¢ en el n¨²mero de votos que logre arrebatar a Major, ya sea para su propia candidatura o con destino al agujero negro de la abstenci¨®n. Las reglas del Partido Conservador permitir¨ªan a Major mantenerse en su puesto con una victoria t¨¦cnica de 165 votos, el 15% m¨¢s que su oponente.
Sin embargo, sus posibilidades reales de supervivencia en el n¨²mero 10 de Downing Street se sit¨²an en una horquilla de 210-230 votos. Por debajo de esa cifra m¨¢gica, el abanico de posibilidades es amplio, pero considerablemente siniestro.
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