Un juez del Tribunal Supremo
Es muy probable que el nombre del juez del Tribunal Supremo David Souter no les resulte conocido a muchos espa?oles, y de hecho tampoco lo es para muchos estadounidenses. El papel de la judicatura, y de la mayor¨ªa de los jueces individualmente, no resulta ni remotamente tan sexy como el de las estrellas de baloncesto y el de posibles candidatos presidenciales. Tambi¨¦n resulta m¨¢s dif¨ªcil condensar sus importantes funciones en una frase pegadiza. Pero los nueve jueces del Tribunal Supremo son los guardianes de la Constituci¨®n estadounidense, y sus opiniones fijan las pautas y l¨ªmites para las legislaturas nacional y estatales y para los tribunales inferiores.En el mejor de los casos, y a veces de hecho, los presidentes intentan nombrar jueces que son conocidos por su categor¨ªa intelectual, su integridad profesional y su independencia de los partidismos dogm¨¢ticos. Pero la pol¨ªtica tambi¨¦n influye en las designaciones, corno ocurri¨® con la determinaci¨®n de Franklin Roosevelt de nombrar jueces que no declararan inconstitucional la totalidad del new deal, y los esfuerzos m¨¢s recientes de los presidentes Nixon, Reagan y Bush de nombrar jueces que frenaran los excesos de la intervenci¨®n gubernamental en los problemas sociales y ecol¨®gicos, en la protecci¨®n de los derechos civiles, limitando el uso de la pena de muerte y, en general, mimando a los delincuentes.
Los tres ¨²ltimos presidentes mencionados consiguieron formar un Tribunal Supremo con una mayor¨ªa normalmente conservadora. Es un tribunal que tiende a argumentar que la legislaci¨®n federal ha ido demasiado lejos en la protecci¨®n de los derechos civiles y en las restricciones a los derechos de la propiedad privada. Su razonamiento es que el Gobierno federal no deber¨ªa legislar en ¨¢reas en las que la intenci¨®n de los padres fundadores no est¨¢ claramente indicada y que el Gobierno federal ha usurpado con frecuencia potestades que corresponden a los 50 diferentes Estados. Estos dos argumentos, por muy sinceros que sean sus principios, refuerzan eficazmente los poderes de la ¨¦lite econ¨®mica y social existente. La intenci¨®n de los padres fundadores en lo que respecta a situaciones que no exist¨ªan en 1789 es imposible de descubrir, y las legislaturas estatales les resultan m¨¢s f¨¢ciles de controlar a los intereses empresariales que la legislatura nacional. (Que tomen nota los entusiastas del poder de los Gobiernos aut¨®nomos en Espa?a).
El juez David Souter fue nombrado en 1990 por el presidente George Bush, y, en general, se dio por sentado que reforzar¨ªa la mayor¨ªa conservadora, una presunci¨®n que parec¨ªa justificada en vista de su historial personal. Realmente, como ser humano es un ejemplo de varios rasgos de Nueva Inglaterra muy admirados que, de hecho, en t¨¦rminos de pol¨ªtica cotidiana se han asociado con frecuencia con las clases empresariales y profesionales conservadoras estadounidenses, protestantes en su mayor¨ªa.
La juventud en una ciudad peque?a de New Hamsphire y un excelente historial escolar y moral en el instituto, seguido de educaci¨®n en Harvard y una beca Rhodes para Oxford. Enjuto y con un callado sentido del humor, yogur y manzana (coraz¨®n y semillas incluidos) para almorzar, ning¨²n terminal de ordenador en su mesa de trabajo, un noviazgo fallido pero sin resentimientos y ning¨²n esc¨¢ndalo, fama de justo y modesto entre sus colegas y subordinados. Tras su vuelta a New Hamsphire con su licenciatura en Derecho, ejerci¨® de modo sobresaliente en los tribunales de distintos Estados, y dedic¨® su tiempo libre al alpinismo, a la administraci¨®n voluntaria de hospitales y a su madre viuda.
La filosof¨ªa del juez Souter se puede ilustrar brevemente mencionando dos casos pol¨¦micos. El primero, en 1992, se refer¨ªa a la legislaci¨®n del Estado de Pensilvania para restringir los derechos de aborto. Souter estuvo de acuerdo con la mayor¨ªa del tribunal en que el Estado ten¨ªa derecho a imponer la mayor¨ªa de las restricciones propuestas, pero se opuso a los intentos de cuatro de los nueve jueces de revocar el famoso veredicto de Roe contra Wade en 1973, un veredicto que confirm¨® el derecho de las mujeres a abortar durante los tres primeros meses de embarazo, antes de que el feto sea viable.
Sus principales argumentos, a los que se unieron otros cuatro jueces para conseguir una mayor¨ªa de cinco a cuatro, eran: 1) que durante dos d¨¦cadas las mujeres hab¨ªan planificado sus familias "confiando en la disponibilidad del aborto en caso de que fallaran los anticonceptivos" y de que as¨ª se hab¨ªa facilitado su capacidad de "participar a un nivel de igualdad en la vida econ¨®mica y social de la naci¨®n"; 2) que en casos muy pol¨¦micos como los de la desegregaci¨®n escolar y el derecho de aborto, el tribunal deber¨ªa intentar solucionar las divisiones nacionales "aceptando un mandato com¨²n arraigado en la Constituci¨®n"; 3) que era imperativo confirmar la esencia de Roe contra Wade, aunque aceptando a la vez el derecho de Pensilvania a imponer ciertas restricciones en su territorio.
El segundo caso se fall¨® hace tan s¨®lo unas semanas. Por cinco a cuatro, y esta vez confirmando la postura conservadora, el tribunal declar¨® inconstitucional un plan de desegregaci¨®n escolar en Kansas City, en el Estado de Misuri. La ciudad hab¨ªa confiado atraer alumnos de los barrios blancos creando una escuela im¨¢n en el centro urbano, con una mayor¨ªa de habitantes negros. Parte del dinero para los colegios im¨¢n procede de fuentes federales (y, por tanto, por definici¨®n, para los pol¨ªticos conservadores es un ejemplo de los sistemas excesivamente liberales de "cobra impuestos y gasta" de las pasadas administraciones dem¨®cratas).
La mayor¨ªa conservadora adujo que el Gobierno federal se hab¨ªa excedido en sus atribuciones cuando estableci¨® un programa dirigido a los residentes del extrarradio, a los que no se pod¨ªa responsabilizar de las deplorables condiciones de los colegios de los barrios c¨¦ntricos. La minor¨ªa de cuatro personas, compuesta de un juez anterior a la presidencia de Nixon que segu¨ªa en el tribunal (John Paul Stevens), los dos jueces nombrados por el presidente Clinton (Ruth Bader Ginsburg y Stephen Breyer) y el juez Souter, tomaron la postura de que la consecuci¨®n de la justicia racial sigue siendo una responsabilidad nacional en Estados Unidos y, por tanto, es leg¨ªtimamente federal.
A fin de entender estos puntos de vista que han encolerizado a muchosde los que apoyaron en principio a Souter, es preciso diferenciar dos significados de la palabra conservador. Se puede referir a una persona que defiende los intereses pragm¨¢ticos del establishment, y se puede referir a una persona que desea conservar las mejores tradiciones de una sociedad dada. El juez Souter es un conservador del segundo tipo, como indican sus referencias a los m¨²ltiples significados del caso Roe contra, Wade para las mujeres de todas las clases sociales, y por su afirmaci¨®n de la responsabilidad nacional en la consecuci¨®n de la igualdad racial.
En cuanto a c¨®mo es que fue nombrado por un presidente republicano: tambi¨¦n es un hombre cuyos principios atrajeron intuitivamente a lo mejor que hab¨ªa en George Bush, el Bush que siempre tuvo un elevado concepto del servicio p¨²blico, que ha sido personalmente un hombre muy admirable en su vida privada y que de hecho estaba a favor de la paternidad responsable antes de que la pol¨ªtica del Partido Republicano le convirtiera a la "econom¨ªa vud¨²" (frase de Bush en 1980) de Ronald Reagan y a las pasiones antiabortistas de la Coalici¨®n Cristiana. Bush puede que sea recordado de hecho por haber nombrado a uno de los jueces menos competentes del Tribunal Supremo, Clarence Thomas, y a uno de los mejores, David Souter.
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