El rearme iran¨ª
El 30 de abril de 1995, el presidente norteamericano Bill Clinton anunci¨® un embargo total comercial y de petr¨®leo contra Ir¨¢n. Justific¨® la medida. acusando al r¨¦gimen isl¨¢mico de tratar de procurarse armamento nuclear, apoyar el terrorismo internacional, oponerse al proceso de paz de Oriente Pr¨®ximo,, desestabilizar a los reg¨ªmenes vecinos, y de llevar a cabo un fuerte rearme de tipo convencional. La Uni¨®n Europea (UE) argumentaba, sin embargo, que su pol¨ªtica de di¨¢logo cr¨ªtico con Ir¨¢n ten¨ªa m¨¢s posibilidades de influir en el comportamiento de Teher¨¢n que cualquier embargo. Los aliados de EE UU en el Golfo P¨¦rsico, salvo los Emiratos ?rabes Unidos -que tienen un contencioso de soberan¨ªa con Ir¨¢n sobre tres islas en la boca del Estrecho de Ormuz- y Bahrein -que se inquieta por la posible influencia pol¨ªtica iran¨ª sobre su fuerte porcentaje de poblaci¨®n shi¨ª-, son reacios a la l¨ªnea dura.La pol¨ªtica iran¨ª, por su parte, parece apuntar a un desarrollo del armamento nuclear, as¨ª como tambi¨¦n del puramente convencional. Junto con un entrenamiento m¨¢s avanzado de las fuerzas armadas para llevar a cabo operaciones conjuntas, esto. parece prometer una mejora en la capacidad de defensa de Ir¨¢n. Pero cabe dudar de la rapidez con la que Ir¨¢n podr¨ªa adquirir armas nucleares y la importancia que la modernizaci¨®n militar tiene entre las preocupaciones actuales del r¨¦gimen.
Cuando el ayatol¨¢ Jomeini se hizo con el poder en 1979 interrumpi¨® el ambicioso programa de energ¨ªa nuclear del sha, que en 1.974 se hab¨ªa planteado el objetivo de crear 23 centrales nucleares para mediados de los a?os noventa. Pero en 1985 comenz¨® el regreso de numerosos f¨ªsicos nucleares que hab¨ªan abandonado el pa¨ªs, persuadidos por Teher¨¢n de que deb¨ªan volver. En 1987, Ir¨¢n firm¨® un acuerdo de cooperaci¨®n cient¨ªfica y t¨¦cnica con Pakist¨¢n para formar f¨ªsicos nucleares iran¨ªes en el Instituto de Ciencia y Tecnolog¨ªa Nuclear de Islamabad y en el Instituto de Estudios Nucleares de Nowlores, ambos en Pakist¨¢n. Se asegura que la preocupaci¨®n norteamericana por la conexi¨®n nuclear de Ir¨¢n con Pakist¨¢n fue planteada por el o presidente Clinton en la cumbre con Rusia celebra da en Mosc¨² el 9 de mayo de 1995. Pero en el futuro, las relaciones de Ir¨¢n con China podr¨ªan ser al menos tan importantes como las que mantiene con Pakist¨¢n.
En los ¨²ltimos 10, Ir¨¢n ha. mostrado un inter¨¦s renovado por desarrollar un programa nuclear bajo la ¨¦gida de la Organizaci¨®n de la Energ¨ªa At¨®mica. Ir¨¢n afirma que todas sus instalaciones-entre las que EE UU sospecha que podr¨ªan rar reactores de investigaci¨®n-, minas de uranio, plantas de procesamiento de uranio e instalaciones de prueba para enriquecimiento est¨¢n destinadas a uso civil. Aunque EE UU bloque¨® con ¨¦xito los intentos iran¨ªes de adquirir reactores en Argentina e India, Teher¨¢n persigue ahora la colaboraci¨®n con China. En 1993, Pek¨ªn firm¨® un acuerdo con Ir¨¢n por el que se compromet¨ªa a colaborar en la construcci¨®n de un reactor controlado de 300 megavatios en Ir¨¢n. Pek¨ªn ha facilitado adem¨¢s a Teher¨¢n un calutr¨®n -separador electromagn¨¦tico de is¨®topos que puede emplearse para separar el uranio 235 -con el que cabe fabricar armamento del uranio 238, el m¨¢s frecuente en la naturaleza. Esto tambi¨¦n ha causado preocupaci¨®n. El calutr¨®n ha sido examinado por funcionarios del Organismo Internacional de la Energ¨ªa At¨®mica (OIEA).
Se ha acusado a Ir¨¢n de recibir ayuda de t¨¦cnicos nucleares chinos para desarrollar minas de uranio diseminadas por el pa¨ªs. Se cree que tres de esos yacimientos -en Sagand y Kosomi, en la provincia, oriental de Yazd y cerca de Bandar Abas, junto al Golfo- producen mineral de uranio para plantas de trituraci¨®n. Seg¨²n el Tratado de no Proliferaci¨®n nuclear (TNP), no se exige a los Estados sin capacidad nuclear que declaren a OIEA sus minas de uranio o instalaciones de triturado, y tampoco es obligatorio inspecciona esas instalaciones. No obstante, el OIEA visit¨® brevemente una de las minas en 1992 y declar¨® que no hab¨ªa hallado nada que desmintiera un uso exclusivamente para fines civiles, ni ninguna prueba de que existiese una planta de procesado de uranio.
Ir¨¢n afirma que debe dominar el ciclo del combustible de uranio para independizarse de los proveedores extranjeros y reducir su dependencia de las centrales t¨¦rmicas de petr¨®leo o gas. Hay un consenso generalizado de que el reactor de agua ligera que Rusia ha acordado construir para Ir¨¢n en Busher no puede utilizarse con fines militares. Funcionarios de EE UU creen que el programa nuclear civil de Ir¨¢n podr¨ªa ocultar ambiciones militares.
El periodo de tiempo que necesita un pa¨ªs como Ir¨¢n para dotarse de la bomba at¨®mica depende de muchas variables. Los expertos, norteamericanos creen que Teher¨¢n est¨¢ probablemente a tres o cinco a?os de ello, mientras, que los europeos se inclinan por una previsi¨®n anterior de siete a 10 a?os.La parte pol¨ªtica del supuesto programa nuclear es dif¨ªcil de evaluar. Ir¨¢n sufre una gran divisi¨®n en facciones pol¨ªticas, lo que limita su capacidad para mantener la direcci¨®n y coordinaci¨®n necesarias para el desarrollo de un progra de fabricaci¨®n de armas nucleares.
El mayor obst¨¢culo t¨¦cnicamente es la adquisici¨®n de material fisionable. La tecnolog¨ªa de enriquecimiento de uranio -salvo el calutr¨®n- es de dif¨ªcil obtenci¨®n. El coste del enriquecimiento del uranio ha llevado con frecuencia a pa¨ªses interesados en hacerse con armas nucleares a decantarse por la v¨ªa del plutonio a trav¨¦s de un reactor nuclear. Ir¨¢n todav¨ªa no posee un reactor o una instalaci¨®n de reprocesamiento capaz de producir plutonio apto para la fabricaci¨®n de armas, y no hay pruebas de que haya obtenido material fisionable.El rumbo que tomar¨¢ la pol¨ªtica exterior y de defensa iran¨ª se presta a dudas debido a la extrema divisi¨®n en facciones del liderazgo pol¨ªtico y a la grave crisis econ¨®mica. Sus avances en el terreno convencional son modestos. Sus ambiciones en el terreno nuclear, en cambio, pueden ser grandes. Por tanto, est¨¢ justificada una actitud vigilante. Si hubiera pruebas de que se estuviera desarrollando un programa acelerado para formar a los t¨¦cnicos no s¨®lo para las necesidades de las actuales instalaciones, se compraran nuevos reactores y, sobre todo, se demostrara la existencia en Ir¨¢n de un debate sobre la utilidad pr¨¢ctica de las armas nucleares, todo ello apuntarla a una ominosa pretensi¨®n de dotarse de una capacidad nuclear. Pero no hay m¨¢s remedio que considerar que las posibilidades de influir en el r¨¦gimen desde el exterior son escasas y de poco calado.
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