El dilema
EL MENSAJE que CiU (Converg¨¨ncia i Uni¨®) lanz¨® ayer al presidente del Gobierno en el Pleno del Congreso sobre los GAL fue terminante: o recupera a marchas forzadas la confianza de los ciudadanos o da por terminada la legislatura y convoca de inmediato elecciones generales. El socio parlamentario del Gobierno no retir¨® expl¨ªcitamente su apoyo a. Felipe Gonz¨¢lez, incluso reiter¨® su confianza en ¨¦l, pero le situ¨® frente a un dilema de dif¨ªcil salida. El diagn¨®stico del portavoz, de CiU, Joaquim Molins, fue que el presidente tiene un problema de credibilidad m¨¢s que de mayor¨ªa parlamentaria. Desde ayer, Gonz¨¢lez est¨¢ un poco m¨¢s solo pol¨ªticamente aunque no haya dado indicaci¨®n alguna de que vaya a modificar su calendario de elecciones generales para marzo de 1996.El presidente se anot¨®, sin embargo, un dif¨ªcil ¨¦xito parlamentario en el tema concreto que motiv¨® la celebraci¨®n urgente del Pleno del Congreso: las declaraciones de Garc¨ªa Damborenea que le implicaban en la creaci¨®n de los GAL. Gonz¨¢lez tom¨® la delantera a su acusador y aport¨® fechas y, datos concretos frente a la imputaci¨®n gen¨¦rica que aqu¨¦l le hizo. Detall¨® sus entrevistas con el ex secretario de los socialistas vizca¨ªnos -ninguna en 1983 y cuatro en 1984, siempre con testigos y por motivos ajenos a la lucha antiterrorista- e intent¨® destruir la motivaci¨®n que, seg¨²n Garc¨ªa Damborenea, habr¨ªa justificado la creaci¨®n de los GAL: obligar a Francia a un cambio de actitud frente a ETA. Gonz¨¢lez fue categ¨®rico en este punto: ese cambio fue consecuencia de su entrevista con el presidente Miiterrand en diciembre de 1983. No era necesario, pues, crear los GAL para conseguir ese objetivo. Adem¨¢s, seg¨²n el presidente del Gobierno, las actividades de los GAL estaban en contradicci¨®n con las l¨ªneas maestras de toda la pol¨ªtica antiterrorista del Gobierno.
Nada de esto impedir¨¢, al parecer, que el juez Garz¨®n eleve hoy al Tribunal Supremo un escrito en el que afirma haber encontrado indicios de delito en la actuaci¨®n de Felipe Gonz¨¢lez. La declaraci¨®n de Damborenea, a la que pr¨¢cticamente no se acogi¨® nadie ayer en el Congreso, ni siquiera los opositores m¨¢s feroces, sirve as¨ª para formular una acusaci¨®n penal contra el presidente del Gobierno, los ex ministros Narc¨ªs Ser¨ªa y Jos¨ª5 Barrionuevo y el dirigente socialista Jos¨¦. Mar¨ªa Benegas. A, partir de hoy, la Sala Segunda del Supremo tendr¨¢ que valorar el escrito de Garz¨®n y decidir si la pala bra de Damborenea tiene suficiente fuerza indiciaria. Por lo o¨ªdo ayer, parece, cuando menos, una temeridad' someter a este pa¨ªs a tal prueba a partir de testimonio tan discutible.
Gonz¨¢lez sali¨®, pues reforzado frente a las imputaciones de Garc¨ªa Damborenea, pero a partir de hoy su evaluaci¨®n correr¨¢ a cargo de tres magistrados. En su contraataque Gonz¨¢lez se ampar¨® justamente en dos resoluciones recientes del Supremo sobre el caso Crill¨®n y el caso Laos. Tal vez por ello la oposici¨®n. trat¨® de desplazar el debate de la declaraci¨®n concreta de Damborenea a la responsabilidad pol¨ªtica del presidente por la implicaci¨®n de altos funcionarios y responsables pol¨ªticos en las actividades criminales de los GAL.
A Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar no le interes¨® saber qui¨¦n era m¨¢s cre¨ªble, si el presidente del Gobierno o el procesado Garc¨ªa Damborenea -"no es mi tarea juzgar- qui¨¦n dice la verdad", afirm¨®- y exigi¨® a Gonz¨¢lez una explicaci¨®n veros¨ªmil y cre¨ªble sobre toda una serie de hechos respeto de los que, a su. entender, no se ha dado ninguna. Por ejemplo, c¨®mo fue posible que los GAL actuaran durante a?os, utilizaran estructuras, armas y fondos p¨²blicos en sus actividades, estuvieran implicados altos responsables de la seguridad del Estado y, que el Gobierno no investigara lo que suced¨ªa... Y mientras esa explicaci¨®n falte, para el l¨ªder del PP no queda otra salida que aceptar la "l¨®gica implacable" de la responsabilidad del Gobierno. Esos hechos y la falta de explicaci¨®n sobre los mismos por parte de Gonz¨¢lez tambi¨¦n constituyeron el leitmotiv de la intervenci¨®n del l¨ªder de Izquierda Unida (IU), Julio Anguita. Y como, a juicio de ambos, Gonz¨¢lez no dio esa explicaci¨®n, arribos volvieron a pedir la dimisi¨®n del presidente del Gobierno y la convocatoria inmediata de elecciones generales. I?aki Anasagasti le neg¨® tambi¨¦n a Gonz¨¢lez el cr¨¦dito de su grupo, aunque, centr¨® sus ataques en Barrionuevo y anunci¨®, que el PNV no acudir¨¢ a la Comisi¨®n Constitucional mientras aqu¨¦l no sea relevado de la presidencia.
Gonz¨¢lez no rehuy¨® dar la explicaci¨®n que Aznar, Anguita y el resto de los grupos parlamentarios le reclamaban. El presidente del Gobierno enumer¨® una a una sus condenas de los GAL entre 1983 y 1987, atribuy¨® a su Gobierno y a las Fuerzas de Seguridad del Estado algunas de las investigaciones hechas en aquellos a?os sobre este grupo criminal, seguidas en alg¨²n caso de condenas judiciales, y achac¨® la ausencia de una investigaci¨®n m¨¢s exhaustiva al hecho de que sus actividades criminales tuvieran lugar en Francia. No obstante, Gonz¨¢lez insisti¨® en que su Gobierno colabor¨® con las autoridades francesas en la persecuci¨®n de los elementos de los GAL en su territorio. Pero los esfuerzos explicativos del presidente se encontraron ante un front¨®n de incredulidad, salvo entre sus socios de CiU.
Puestos a elegir entre la palabra del presidente del Gobierno y la de Garc¨ªa Damborenea, los nacionalistas catalanes no albergaron dudas: la del antiguo secretario de los socialistas vizca¨ªnos no les merece ning¨²n cr¨¦dito, ni ahora ni, antes. Pero es la falta de credibilidad del presidente del Gobierno en la calle y en la sociedad lo que, a su juicio, hace inoperante la acci¨®n del Gobierno. De ah¨ª su emplazamiento a Gonz¨¢lez a que recupere esa credibilidad o, en caso contrario, convoque elecciones generales antes de terminar el a?o. Puesto en esa tesitura, al presidente del Gobierno no le va a resultar f¨¢cil aguantar el envite. O recupera esa confianza o quiz¨¢s no le quede otra salida que adelantar la cita electoral por m¨¢s repugnancia que produzca, a nosotros y a muchos ciudadanos, el que los tiempos pol¨ªticos los marquen en una democracia algunos delincuentes, presuntos o convictos.
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