Los croatas repueblan Krajina
700 serbios y algunos croatas se refugian en el cuartel de la ONU de Knin
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El odio ¨¦tnico que ha vuelto a traer la desgracia a Croacia se derret¨ªa al caer la tarde del mi¨¦rcoles en una verja custodiada por los cascos azules en Knin. Adultos curtidos en el espanto de la desintegraci¨®n de la antigua Yugoslavia lloraban a ambos lados de los sacos terreros y las espirales de p¨²as cuando, sin recapacitar, un hombret¨®n en camiseta de tirantes se abalanz¨® hacia los barrotes para abrazar a su amigo. ?Qui¨¦n era serbio? ?Qui¨¦n croata? Qui¨¦n lo sabe. Entre los 700 refugiados serbios que se hacinan en el jard¨ªn del cuartel general de la ONU en la capital de Krajina tambi¨¦n hay algunos croatas de los que permanecieron en la ciudad tras la guerra de 1991. Se trata de supuestos colaboracionistas con las autoridades serbias temerosos de posibles represalias del Ej¨¦rcito croata, cuyos oficiales de enlace se sientan en la mesa donde funcionarios de las Naciones Unidas registran la llegada de civiles.Los tractores y remolques abandonados en las inmediaciones -ropas desperdigadas, hatillos de mantas, sacos de harina reventados- testimonian una huida precipitada hacia el cobijo de la bandera azul. La ofensiva de Krajina ha sido tan brutal como todas las batallas balc¨¢nicas, aunque la presencia de 10.000 cascos azules, bloqueados en sus puestos de observaci¨®n, y unos 500 periodistas, sometidos a estrictas. restricciones de movimientos, ha obligado al r¨¦gimen de Zagreb a moderar la barbarie. O al menos a camuflarla.
Con la incombustible fe de los primeros cristianos, los oficiales del servicio de informaci¨®n militar que han organizado las visitas a los territorios reci¨¦n conquistados en Krajina se empe?an en mostrar iglesias cat¨®licas quemadas por los serbios hace cuatro a?os y templos ortodoxos custodiados por polic¨ªas civiles.
Pero no hay suficientes telones en toda Croacia para ocultar las casas calcinadas de la capital de Krajina, ni las tiendas saqueadas, de donde emergen soldados cargados de bolsas y, de vez en cuando, una mujer temerosa con paquetes de espaguetis. Ni siquiera la herida de Pera Bilmija, una anciana campesina serbia con la pierna izquierdo atravesada por la metralla. "Nos march¨¢bamos en un tractor cuando nos cay¨® de lleno una granada de mortero. No s¨¦ qu¨¦ ha sido de los dem¨¢s", sollozaba en una habitaci¨®n del hospital de Knin.
Las autoridades croatas s¨®lo autorizaron la visita de una planta, en la que se hallaban 20 civiles serbios enfermos o heridos y un miliciano prisionero.- El te rror que provoc¨® el ¨¦xodo de una ciudad de m¨¢s de 40.000 ha bitantes sigue siendo una inc¨®gnita, ya que los da?os observa dos en el centro de Knin son m¨¢s fruto del saqueo sistem¨¢tico que de los impactos de la artiller¨ªa. La supuesta existencia de francotiradores y de campos de minas sigue siendo el pretexto para impedir el acceso de la prensa a las aldeas que rodean la capital.
La viuda Ana Mocic, de 57 a?os, estaba radiante. Acababa de regresar a la ciudad de Dmis, a 24 kil¨®metros de Knin y otros tantos de la costa ¨¢dri¨¢tica. Fregaba con agitaci¨®n el garaje de su antigua casa, de la que sali¨® hace cuatro veranos y en donde estuvo viviendo una familia serbia hasta el pasado fin de semana, mientras ella o¨ªa la radio en el hotel Marian de Split: su hogar -seis personas en dos habitaciones- desde que el avance serbio de 1991 expuls¨® a casi todos los croatas de Krajina. "Soy tan feliz, creo que para Nav¨ªdad estaremos todos instalados de nuevo aqu¨ª... ahora es peligroso los soldados han precintado la casa porque dicen que puede haber minas", explicaba con visible satisfacci¨®n.
Drnis contaba con unos 10.000 habitantes, repartidos por mitad entre el casco urbano y las parroquias rurales, cuando sufri¨® la limpieza ¨¦tnica serbia: el 88% de sus vecinos eran entonces croatas. "?Volver¨¢n los serbios que se han marchado? Nadie lo sabe, pero con el coraz¨®n me dice que va ser muy dif¨ªcil olvidar. No se puede perdonar lo que hicieron con nosotros", sentenciaba Ana Mocic.
En Dmis, en Knin,en Obrovac o en Benkovac, las principales localidades del sur de Krajina, han vuelto a circular veh¨ªculos con matr¨ªcula de Split, Zadar o Sibenik, y ya est¨¢ a la venta Sloboda Dalmacia, el diario de mayor tirada en la costa croata. Los operarios de Correos y Telecomunicaciones de Croacia (HPT) conectan las l¨ªneas a la red nacional. A la retirada de las tropas de Zagreb sucede un despliegue general de basureros, electricistas, bomberos... para preparar el retorno de los habitantes croatas a Krajina, que convivieron con los serbios durante m¨¢s de 500 a?os. Es improbable que se puedan borrar las huellas del horror con una mano de pintura.
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