Jacobo Muchnik, editor
Su hijo, Mario Muchnik, ha dicho a algunos amigos que Jacobo muri¨® como vivi¨®: bien. Sin la humillaci¨®n del cuerpo, en la independencia, y puedo decir que ese mismo mediod¨ªa del domingo 6 de agosto, tom¨® con nosotros un orujo de brindis, hizo bromas, cont¨® historias, y no dej¨® de tomarse de postre un pancake de manzana braseado al ron.Decir que Jacobo Muchnik, 88 a?os, era un hombre jovial, es quedarse absolutamente escaso. El legendario editor de Fabril, la editorial argentina de Rafael Alberti, Kafka, Nicol¨¢s Guill¨¦n o Arthur Miller -"me hice editor para publicar a Miller en castellano" y efectivamente fue el traductor y editor de Las brujas de Salem, al que seg¨²n nos dijo mil veces Carlos Barrall llamaba "mi padre y maestro", ten¨ªa un talante directamente genial-. Enamorado del teatro -fue empresario, director y actor- en el 60 cumplea?os de su hijo Mario, le regal¨® la chistera que ¨¦l le hab¨ªa ofrecido cuando don Jacobo alcanz¨® la misma edad. Y hace poco m¨¢s de una semana, el mismo domingo de su muerte, tras fascinar a mi hijo de 14 a?os con mil historias -y no era la menos importante su cari?o por Marilyn Monroe, "un aut¨¦ntico ¨¢ngel, no hagas caso de lo que oigas", o sus penas con Alberti, o esa revista de cocina que hizo en Nueva York y que dur¨® cuatro n¨²meros, o aquella pel¨ªcula que dirigi¨® y que luego se neg¨® a proyectar-, estaba pensando si viajar a M¨¦xico a la boda de una de sus nietas.
Nacido en Buenos Aires, en 1907 en una familia de inmigrantes jud¨ªo-rusos, recorri¨® muchos oficios como cuenta con humor en sus memorias, que public¨® en edici¨®n no comercial en 1977, y uno de los primeros fue el de repartidor de carne. Vivi¨® en Santiago de Chile y luego en Buenos Aires, donde se har¨ªa publicista y m¨¢s tarde editor: en 1955 fund¨® Jacobo Muchnik Editor, que tres a?os m¨¢s tarde se convertir¨ªa en Fabril. Por ah¨ª pasaron los grandes nombres de la literatura del mundo, desde S¨¢bato, con quien conservaba una gran amistad a Gombrowicz, ese personaje atrabiliario del que contaba m¨¢s de una historia, o Jorge Guill¨¦n o Aldo Pellegrini. Y el veneno de la edici¨®n ha continuado en su hijo Mario, f¨ªsico nuclear de carrera y estupendo fot¨®grafo, que tambi¨¦n hereda el estupendo humor de su padre.
En 1962 dej¨® Argentina por Niza y Par¨ªs. Hace 20 a?os enviud¨® y ni una sola de las veces en que le he visto ha dejado de mencionar el nombre de Elisa, su mujer. Tras pasar por Italia se instal¨® en Espa?a. Tanto en Barcelona como en Madrid deja a sus amigos un poco m¨¢s solos.-
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