Refugiados sin maleta cruzan el r¨ªo Sava
En el caf¨¦ Rock de Banja Luka, Sanda Svetinovic, de 19 a?os, se despidi¨® ba?ada en l¨¢grimas de sus amigos en la noche del mi¨¦rcoles. "Son serbios, croatas, musulmanes..., ?son mis mejores amigos!", dec¨ªa. El jueves, a primera hora de la ma?ana, todos los miembros de su familia se hab¨ªan convertido en refugiados croatas. Para este brutal cambio bastaron dos horas de autob¨²s y el paso en motora por el r¨ªo Sava. La madre de Sanda s¨®lo pudo salvar lo que le cupo en dos bolsas. Tras ella, su padre, de 77 a?os, que perdi¨® las dos piernas por la diabetes, viaja en silla de ruedas. "Cuando me preguntan qu¨¦ es lo que m¨¢s echo de menos", dice, "siempre contesto que a mis amigos y a mis 20 gatos".Junto a los Svetinivic, cientos de croatas cruzaron el r¨ªo el jueves expulsados de sus casas por las autoridades serbias de Bosnia. La nueva fase de limpieza ¨¦tnica afecta a 15.000 croatas y a 30.000 musulmanes.
El ¨¦xodo es a cuentagotas. Un d¨ªa, 600. Otro, 1.000. El problema es que no hay puente; fue volado hace a?os. S¨®lo es posible pasar de un lado de Davor a otro en barca. El r¨ªo es la frontera. Una de las primeras en cruzar el Sava fue Ljubica Culina, una mujer de 82 a?os. Explica que nadie le forz¨® a huir: "Mis amigos me dec¨ªan que me quedara". ?Qu¨¦ amigos, croatas o serbios? Ljubica alza la mirada y responde. "Amigos de verdad
Vlasta Dracic, de 32 a?os, cuyo sue?o es emigrar a Australia, estaba sin trabajo. Antes era profesora de literatura yugoslava. Con la guerra, los serbios echaron a todos los croatas de sus empleos. Vlasta lleva poca ropa; ha preferido hacer sitio a algunos libros. "Son memorias", dice, "unos poemas escritos por unos amigos". Hace tiempo que quer¨ªa dejar el infierno de Banja Luka, pero los serbios cobraban la salida a 5.000 marcos.
Ocupaci¨®n por la fuerza
Ljubica Tomic, de 38 a?os, naci¨® en Banja Luka. Su familia sobrevivi¨® a la represi¨®n gracias a la ayuda de amigos serbios. La semana pasada, refugiados serbios procedentes de Krajina llamaron a su puerta. "Me dijeron que quer¨ªan comprarme algunas cosas... Les di precios, pero respondieron a carcajadas. Simplemente, entraron en casa y se llevaron todo lo que que quisieron. Era el momento de irse".
En el pueblo de Ivansak, son los soldados serbios de Bosnia los que colocan pegatinas en las casas de los croatas con el nombre de la familia serbia que la va a ocupar. As¨ª perdi¨® su hogar Olga Klecina. "?Cu¨¢nto tiempo llevaba mi familia aqu¨ª?", repite la pregunta: "Generaci¨®n tras generaci¨®n, tal vez 700 a?os".
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